Josep Borrell y su “socialismo”
Muchos nos sorprendimos cuando Pedro Sánchez, después de conseguir ganar la moción de censura al Partido Popular de Mariano Rajoy, anunció que el Ministro de Exteriores de su ejecutivo sería Josep Borrell.
Aunque fue de los pocos dinosaurios del PSOE que no se decantó por apoyar la candidatura de Susana Díaz al secretariado nacional del partido, su participación en los gobiernos de Felipe González -1982-1996-, ocupando distintos cargos de importancia, parecía chocar con el intento de Sánchez de modernizar el panorama político español.
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No obstante, el 7 de junio de 2018 Borrell pasaba a ser el responsable de la política exterior española y, como hicieran sus predecesores en el cargo, los populares García-Margallo y Alfonso Dastis, ministro por Cataluña. Desde la época de José Manuel García-Margallo, aunque los gobiernos centrales han negado reiteradamente el derecho de Cataluña a la autodeterminación, ha sido el Ministro de Exteriores el que más ha participado en la vida política catalana.
Pero volvamos a la elección de Borrell como ministro.
En los últimos años, ante la escalada del conflicto entre Cataluña y España, Josep Borrell reapareció en la vida política española de la mano de Societat Civil Catalana, una asociación próxima a la extrema derecha, con vínculos con VOX –Santiago Abascal estuvo presente en su fundación–, miembros del Casal Tramuntana, espacio de corte neofascista, y el Partido Plataforma per Catalunya, de marcada tendencia xenófoba. El coqueteo de Borrell con estas entidades ya debería ser fundamento suficiente para preguntarse el porqué de su elección como ministro, pero aquí no termina la historia.
Desde la formación del gobierno de Pedro Sánchez, el 7 de junio de 2018, hace menos de un año, ya han sido dos los ministros que han presentado su dimisión: el primero fue el valenciano Màxim Huerta, ministro de Cultura y Deporte, que renunció por un caso de fraude fiscal acontecido entre 2006 y 2008, años en que defraudó la suma de 218.322 euros; la segunda fue Carmen Montón, ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar, que dejó su puesto por plagio y otras irregularidades en la consecución de su título de máster.
En octubre de 2018, la Comisión Nacional del Mercado de Valores –CNMV– confirmó que abría un expediente contra Borrell por la venta, en noviembre de 2015, de acciones de la empresa Abengoa por un valor de 9.030 euros, momento en el que el ministro era consejero de la compañía y, por tanto, disponía de información privilegiada. Después de los casos de Huerta y Montón, ¿Por qué no dimitió Borrell? ¿Por qué Sánchez no le exigió su dimisión ni lo cesó? La respuesta es sencilla: el ministro Borrell fue elegido por el rey Felipe VI.
Después del apoyo que su majestad había prestado al gobierno del Partido Popular y a Ciudadanos en su campaña anticatalana, con declaraciones incluidas el 3 de octubre de 2017, el monarca veía cómo el PSOE, con el apoyo de Podemos y las minorías regionales, tumbaba a Rajoy y dejaba a Albert Rivera con cara de no entender nada. Ante esta situación, Felipe VI exigió a Sánchez el nombramiento de Borrell como encargado de seguir atacando el bloque soberanista de Cataluña.
El único problema, el hecho que ni Sánchez ni Felipe VI supieron ver, es que Josep Borrell ya se había radicalizado. Acostumbrado a la prensa generalista española, que compite para ver quién realiza el titular más asqueroso, Borrell ya no era aquél político que había sido presidente del Parlamento Europeo. Además, seguramente no se ha actualizado, y desconoce que, a fecha de hoy, cualquier declaración que uno haga, por muy ministro que sea, puede ser contrastada.
El pasado 21 de enero, ante todos los ministros de exteriores de la Unión Europea, el Sr. Josep Borrell aseguró que los “supuestos” heridos del 1 de octubre de 2017, en Cataluña, a manos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, eran “fake news”, asegurando que, al final, solo dos personas habían ingresado en el hospital. Además, añadió que las imágenes publicadas esos días no correspondían a hechos realizados en Cataluña, sino que eran falsedades enviadas desde servidores rusos y venezolanos. No contento con eso, terminó afirmando que las imágenes mostradas como policía española, en realidad eran vídeos de los Mossos d’Esquadra reprimiendo a bomberos, que pedían un aumento de sueldo.
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Borrell se olvida de que en esos días de octubre de 2017, Cataluña estaba ocupada por una legión de periodistas de todo el mundo. A mi hermano –ciudadano de a pie–, lo entrevistó la CBS delante de la Escuela Ramon Llull momentos después de que Roger Español perdiera un ojo a una calle de allí. Pero, por si esto no fuera suficiente, cuatro días después, sale un estudio que afirma que se produjeron 1.066 heridos el 1 de octubre, entre los que destacan 68 personas mayores de sesenta y cinco años –El estudio ha sido realizado por la médico y profesora Núria Pujol-Moix–.
En definitiva, podemos resumir que, hoy en día, en España, tenemos a un ministro de Exteriores que no ha sido elegido por su presidente, que no respeta ni cumple la ley, que no asume sus errores, y que se dedica a mentir por todo el mundo como si todavía estuviéramos en los años ’90.