Lorca contaba en su día la historia de Mariana Pineda, un relato de liberales en Andalucía. Quizás, hasta ahora, esta empresa se halle en un punto medio y podría surgir la duda sobre qué pasó con los liberales andaluces después de la muerte del rey absolutista que la asesinó.
>>Mariana Pineda, la heroína del Pueblo<<
Contexto histórico-político
Estos liberales, que luchaban contra el totalitarismo de Fernando VII, no desaparecieron a la muerte de éste, en 1833. Además de los levantamientos carlistas, absolutistas a favor de la coronación del infante Carlos María Isidro, había más fuerzas que se oponían a Isabel II, quien ocupaba el trono español merced a la Pragmática Sanción de 1830.
Isabel cedió poderes políticos al parlamento, pero seguía siendo, cuanto menos, una reina semi-absolutista. La corona seguía pensando que la democracia debía responder a su propio poder, y modificaba los resultados electorales, promovía el fraude y la corrupción electoral. La reina estaba claramente controlada por sus ministros y consejeros eclesiásticos. Las crisis fueron muy agudizadas y la corrupción era, quizás, de las más altas que ha vivido el Estado.
Como viene siendo habitual, Andalucía sufrió estas crisis, y el pueblo, hastiado de reclamar más libertad y democracia, como tantas otras veces, acabó por levantarse contra el gobierno de José María Queipo de Llano, conde de Toreno. No deja de ser irónico que, años después, durante la Guerra Civil Española, el pueblo andaluz volviera a sufrir el castigo de parte de otro Queipo de Llano, Gonzalo.
Los levantamientos
No fue únicamente Andalucía la que se enfrentó a este gobierno, pero sí fue, de manera pareja con Cataluña, donde más extensión y fuerza tuvo este levantamiento liberal, y las juntas andaluzas, las últimas en disolverse.
>>Las 1.000 batallas por la independencia de Andalucía<<
El 23 de agosto de 1835 se alzan Málaga y Cádiz, seguidas por el resto de las provincias. Cada una, declarada en estado de rebeldía, funda su propia junta autónoma. Cada provincia se autogobernaba, dictando sus propias leyes administrativas y financieras. El 2 de septiembre, delegados de éstas se reúnen en Andújar (Jaén) y conforman la Junta Suprema de Andalucía. Se declara así ésta como gobierno soberano de la Federación de Andalucía.
“Andaluces, La Junta Central, compuesta de los respectivos representantes de las directivas de gobierno que forman la Federación de Andalucía, acaba de instalarse en esta ciudad (Andújar). Al dirigir por primera vez su voz no puede ocultar la grata emoción que siente, viviendo la indisoluble unidad que ofrece el pueblo andaluz, tan resuelto y decidido como obediente y leal.
El voto de los habitantes de la Bética entera es el mismo, y su valor igual a su constancia. Firme en su propósito no vacilará un momento la Junta Central, hasta que el éxito corone sus esfuerzos. Adhesión pura, inalterable a nuestra inocente reina Isabel II y a su augusta madre como Regenta del Reino: Cortes constituyentes que formen y establezcan un Código fundamental que fije los derechos y deberes del Pueblo Español, y los del trono constitucional; y no deponer las armas hasta consolidarlo y exterminar al príncipe rebelde que con mengua del noble orgullo y valor castellano pretende sumirnos en la degradación y el oprobio; he aquí el objeto de los conatos de vuestros representantes.
Andaluces, Marchemos todos denodadamente por el camino que nos traza la dignidad y rectitud de nuestros principios, y nuestra proverbial fidelidad. El trono Constitucional y el Pueblo Ibero son una misma cosa y están tan íntimamente entrelazados que no puede existir uno sin otro.
La misión de esta Junta Central no tiene otro objeto que el de afianzar sobre bases indestructibles su seguridad y su esplendor. Para lograrlo todo, cuenta con vuestra cooperación y esfuerzos: de ellos se aprovechará según las circunstancias lo exijan, dirigiendo vuestra acción irresistible al punto y que sea más digno de vuestro loable pronunciamiento, de vuestros ardientes votos y de vuestra lealtad.
Esforzados hijos del Betis, unión y confianza: constantes en este principio y noble conducta, ensayemos desde luego himnos patrióticos en honor y gloria del trono Constitucional y al Pueblo Hispano, pues la victoria es cierta”
– Manifiesto de la Junta Suprema de Andalucía tras su constitución.
Un ejército andaluz contra otro español
El primer paso que se toma es defender su soberanía y acabar con el estado opresor, y para ello se acuerda solicitar la creación de una milicia andaluza de voluntarios de 30.000 cabezas. Prueba del respaldo del pueblo andaluz a este gobierno es que en tan solo dos semanas se constituye este cuerpo militar.
Este ejército, con ánimo de restaurar los valores de 1812 mediante un derrocamiento del gobierno central, marcha a Madrid. Por supuesto, se ha preparado un digno recibimiento a las milicias alzadas. Pero, al encontrarse en tierras manchegas, los soldados españoles se vuelven contra sus mandos, desertan y se unen al destacamento andaluz. El ejército andaluz no tuvo que llegar hasta Madrid. Las noticias del enfrentamiento que no fue llegaron con rapidez a la capital del Estado y precipitaron la caída del gobierno conservador.
Gracias a estas acciones cayó finalmente el gobierno del Conde de Toreno. La reina hubo de pactar uno nuevo, con los liberales encabezados por Juan Álvarez de Mendizábal.
>>21 de julio de 1873, Día de la Independencia de Andalucía<<
Consecuencias y disolución
Quienes pactan con la monarquía no dejan de ser liberales, y por ello burgueses, y más aún, los más moderados. A resultas de estos pactos, que encumbran a la parte más conservadora. Juan Álvarez, una vez en el poder, eliminó las juntas provinciales y la Suprema, creó la Guardia Nacional, realizó desamortizaciones. En suma, envolviéndose en la bandera de Riego, fue un elemento de opresión más para todos los pueblos trabajadores que facilitaron su encumbramiento.
Y, como este episodio es continuación de los liberales de Mariana Pineda, así deberá tener su continuación en el Movimiento Cantonalista de 1873.