Las mujeres en la II República: la conquista de espacios de igualdad
Las demandas de los colectivos feministas de la España de principios de siglo tuvieron su recompensa con la proclamación de la II República. Sin lugar a dudas, el periodo republicano supuso un gran avance en los derechos de las mujeres que, durante este corto espacio de tiempo, consiguieron conquistar el lugar en la sociedad que se les había negado históricamente.
Una de las grandes virtudes de la Segunda República fue abrir el debate sobre la igualdad y los derechos civiles y políticos de las mujeres, produciendo grandes progresos que se vieron revocados tras el golpe de estado franquista.
La Segunda República fue el régimen que desarrolló las reivindicaciones feministas de la época, dotando a las mujeres de conquistas laborales, legales y sociales nunca antes vistas. De esta forma, la plena incorporación de las mujeres a la ciudadanía, con derechos políticos y civiles, supone uno de los principales logros de la II República Española que estos días recordamos.
Sufragio femenino
El 1 de octubre de 1931, las Cortes Republicanas aprobaron el sufragio femenino, que pudo ser ejercido por primera vez en las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933. La conquista del voto femenino en España tiene nombre y apellidos: Clara Campoamor, que defendió y luchó por el sufragio universal a pesar de la amplia división social que supuso este debate. Con la aprobación del voto femenino, las mujeres en España dejaban de ser un sujeto pasivo, adscrito a la intimidad del hogar, y pasaban a ser un sujeto social y político con capacidad de decisión sobre las cuestiones públicas.
Avances en derechos y acceso a la vida pública
La Constitución Republicana y las leyes promulgadas consagraron principios de igualdad entre el hombre y la mujer que en muchos casos fueron de los más avanzados de Europa.
Además del reconocimiento del derecho de las mujeres a ser elegidas y del sufragio femenino, la República aprobó la ley del matrimonio civil, la ley del divorcio o la ley del aborto; favoreció que las mujeres pudieran permanecer en sus puestos de trabajo después de contraer matrimonio, anulando las cláusulas que extinguían el contrato de las mujeres tras casarse; reconoció el derecho a la libre elección de empleo y a cobrar su propio salario; y permitió a las mujeres a opositar a plazas de notarías, registradoras de la propiedad, procuradoras de los tribunales y secretarias de juzgados.
De forma paralela al reconocimiento de derechos, la República consagró las organizaciones de mujeres que se habían empezado a movilizar ya durante el siglo XIX y, sobre todo, a partir de los años 20. Las entidades políticas y sindicales de la época republicana desarrollaron organizaciones paralelas exclusivas de mujeres; en este sentido, nacieron iniciativas como la anarquista “Mujeres libres”, y se ampliaron otras como la “Agrupaciones Socialistas Femeninas” o la “Asociación de Mujeres contra la guerra y el fascismo”. Sin embargo, en este mismo sentido, la derecha también creó su propio movimiento femenino a través de la Sección Femenina (Falange) o las Margaritas (Carlismo).
Educación: las maestras republicanas como símbolo de transformación
De la misma forma que la República significó la salida de la mujer del entorno doméstico y favoreció su entrada en la vida pública, también supuso su acceso a la educación, un pilar fundamental del régimen republicano. Uno de los principales objetivos de la República era llevar la cultura y la enseñanza a todos los rincones del país, con el fin de educar a hombres y mujeres en la libertad, la justicia social y la solidaridad.
Ya durante el siglo XIX las mujeres habían ido conquistando este terreno profesional; y durante el siglo XX muchas de estas maestras se sintieron atraídas por los componentes de libertad y de innovación que suponía la enseñanza de la República. Así que, tras acceder a la misma educación que sus compañeros varones, muchas mujeres se incorporaron para trabajar de profesoras en el medio rural, lo que comportó un gran avance de los valores republicanos, eje fundamental de la II República.
Las maestras rurales, que simbolizaban en sí mismas a mujeres libres y cultas, fueron fundamentales para fomentar, desarrollando las Misiones Pedagógicas, la cultura en lugares en los que había dificultad de acceso. Y las maestras republicanas fueron un eslabón importante en esta cadena de cultura, formando a niños y niñas en la igualdad, la libertad y la solidaridad, y que han sido olvidadas por los libros como se olvida de forma recurrente a todas las mujeres a lo largo de la historia.
>>Las misiones pedagógicas de la II República<<
En definitiva, la dinámica modernizadora de la Segunda República proporcionó a las mujeres derechos políticos y civiles sistemáticamente negados y desarrolló principios igualitaristas en su propio texto constitucional. Un gran avance para un período de tiempo demasiado corto.
Liderazgos femeninos durante la II República
Hablar de mujeres influyentes durante la II República significa dejar en el tintero a cientos de mujeres que lo dieron todo por el sueño republicano, en la vida pública y en la privada. Hablamos de mujeres que llegaron a ser diputadas, pero cuyos nombres no son tan conocidos como los de Campoamor, Kent o Ibárruri; hablamos de periodistas, abogadas y maestras republicanas cuyos nombres cuesta encontrar en los libros de historia; y hablamos también de nuestras abuelas, mujeres anónimas que, de forma decidida y con una sabiduría natural, criaron a sus hijos e hijas en valores republicanos antes de ser insultadas, vejadas y rapadas -pero nunca convertidas- por el régimen franquista que acabó con sus ansias de igualdad.
Clara Campoamor
Abogada y política del Partido Radical, defendió el derecho al voto de las mujeres sin fisuras, basándose en los principios de igualdad más allá de los posibles malos resultados que el sufragio femenino pudiera ocasionar para los intereses de la izquierda. Su discurso en las Cortes fue decisivo para la aprobación del sufragio universal femenino; pero, además de este hito, Clara Campoamor fue una gran defensora de la igualdad de la mujer en todos sus ámbitos: la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio o el divorcio.
No cometáis un error histórico, que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven.
Victoria Kent
Considerada la primera mujer abogada de España y miembro del Partido Republicano Radical Socialista, Victoria Kent argumentó a favor de la no aprobación del sufragio femenino en base a la falta de preparación social y política de la mujer, que en su opinión favorecería un voto conservador manipulado por la influencia que en ellas tenía aún la iglesia, su padre, su marido… La victoria de la derecha en las elecciones del 33 pareció darle la razón a Kent, pero nada más lejos de la realidad ya que la dispersión del voto de izquierdas fue el verdadero causante de este hecho. La historia dio la razón a Campoamor cuando en las elecciones del 36 ganó el Frente Popular, votando de la misma forma las mujeres.
A pesar de oponerse, por las razones argumentadas, al sufragio universal, Victoria Kent fue una firme defensora de los derechos femeninos: fue la primera abogada que intervino en el Tribunal Supremo de Guerra y Marina consiguiendo que su defendido, un miembro del Comité Revolucionario Republicano, fuera absuelto. Además, como directora general de Prisiones, cargo que ocupó durante tres años, se propuso la rehabilitación como objetivo fundamental de su mandato y realizó una gran tarea de reforma de las cárceles, construyendo una nueva cárcel de mujeres y creando el Cuerpo Femenino de Prisiones para atender exclusivamente a las reclusas.
Creo que el voto femenino debe aplazarse; lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal.
Dolores Ibárruri, La Pasionaria
Gran oradora y articulista política, la dirigente comunista Dolores Ibárruri fue una de las figuras más influyentes de la reciente historia española. La huelga general revolucionaria de 1917 le impulsó al activismo político y participó en la fundación del Partido Comunista de España y en la redacción de “Mundo Obrero”. La Pasionaria, encarcelada en varias ocasiones por sus ideas, fue diputada, secretaria general del PCE y un símbolo de lucha, resistencia, coherencia política y combatividad en la España republicana.
El mejor guerrero no es el que triunfa siempre, sino el que vuelve sin miedo a la batalla.
Federica Montseny
Marcada desde pequeña por la actividad política de su madre y de su padre –Teresa Mañé y Juan Montseny– esta figura emblemática del anarquismo español creció bajo la firme convicción de que la educación del pueblo era la única vía para conseguir su auténtica libertad.
Redactora en varios medios como la “Revista Blanca” o “El Luchador”, divulgó su pensamiento a través de sus escritos, novelas y discursos. La lucha por la igualdad de la mujer fue una constante durante toda su vida, tanto como activista como en su breve período de Ministra de Sanidad y Asistencia Social en el gobierno de Largo Caballero. Como ministra, propuso la creación de centros de acogida para niños y niñas sin recursos, comedores para embarazadas, centros “liberatorios” para prostitutas e inició el primer proyecto de Ley del Aborto. Tras su breve paso por el gobierno, Montseny volvió a considerar la revolución como la única forma de conseguir cambios sociales.
La prostitución constituye un problema moral, económico y social que no puede ser resuelto jurídicamente.
María Arbós
Maestra republicana, Arbós puede ser considerada una “maestra de maestras” y un referente de la escuela renovadora impulsada por la II República. Vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, fue encarcelada tras la guerra civil y mantuvo siempre una forma de educar basada en la libertad y la formación integral de sus alumnos, adaptándose a sus diferentes necesidades.
Carmen de Burgos – Colombine
Aunque falleció en 1932, podemos considerar a Carmen de Burgos –la primera mujer periodista profesional– una precursora de la libertad de las mujeres de la República. Pacifista declarada, vivió la Guerra de Melilla como corresponsal del Heraldo de Madrid y fue firme detractora de la pena de muerte y defensora del sufragio femenino y la ley del divorcio. Fundadora y presidenta del movimiento feminista Cruzada de Mujeres Españolas, firmaba sus crónicas con el seudónimo que la hizo famosa: Colombine.
La mujer no puede continuar siendo una masa inerte al lado de la actividad social masculina.