En el año 1932 Margarita Salaverría Galárraga (1911-2000) fue la primera mujer diplomática de España en la primera y única promoción de diplomáticos de la Segunda República.
Son conocidos por la “promoción de los 27” y entre sus miembros se encontraba el hermano del poeta Federico García Lorca, Francisco García Lorca, entre otros.
Margarita Salaverría estudió derecho en Madrid, y con 22 años opositó para entrar en el cuerpo diplomático del gobierno republicano. Al aprobar pasó directamente a trabajar en el Ministerio de Estado, el actual Ministerio de Asuntos Exteriores.
Ella juntamente con los otros 26 diplomáticos realizaron un viaje iniciático de fin de carrera en el cual visitaron países como Polonia, Checoslovaquia o Alemania. En este último asistieron al mismísimo ascenso de Adolf Hitler al poder.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Salaverría trabajó en la embajada de Londres, y junto a su marido fue testigo de la llegada del general De Gaulle a la ciudad inglesa para reorganizar la resistencia francesa.
Tal y como consta en el Decreto 2206/1961, de 26 de octubre, publicado en el BOE núm. 276, de 18 de noviembre de 1961, Margarita Salaverría fue ascendida a Ministro Plenipotenciario de tercera clase, Consejero de Embajada, algo excepcional en época de la dictadura. Pudo llegar a ser comprensible si tenemos en cuenta que de los 27 diplomáticos iniciales solamente cuatro o cinco fueron leales a la República cuando el Golpe de estado estalló, no encontrándose entre ellos Salaverría (así como sí lo fue Lorca).
Lamentablemente y como suele ocurrir al hablar de mujeres en la historia no disponemos de mucha información relacionada con esta diplomática española. Si que encontramos información acerca de su padre José María Salaverría, pues fue escritor y redactor de diferentes revistas y periódicos. Durante la guerra civil dio apoyo al bando franquista ya que sus ideas políticas siempre fueron de ultra-derecha. Así lo expresaba en sus artículos:
“Actualmente puede considerarse a España como una de las naciones más liberales de Europa; por lo mismo, España es, en este momento, uno de los países más retrógrados del continente europeo. […] Porque retrógrado es aquel pueblo que sostiene en auge ideas que no están de moda en el mundo. Y esto le ocurre hoy a España: que se ha estancado en las ideas de antes de 1914; los periódicos hacen campañas antimilitaristas, derrotistas, humanitaristas; los intelectuales escriben en tono internacionalista, antipatriótico, pacifista, socialista y hasta comunista; el aire de protesta contra la autoridad y el régimen, contra la nación y contra el último de los hombres armados sopla libre por todas partes; se cree en el parlamentarismo; la palabra liberal conserva, en fin, el mismo sentido que tenía en el siglo XIX.”
José María Salaverría, «El país más liberal y retrógrado», ABC, 30 de agosto de 1923; reproducido en Las terceras de ABC (1977), págs. 160-164.
En el resto del mundo el papel de la mujer en la diplomacia también fue muy escaso hasta la segunda mitad del siglo XX. Se cree que la primera mujer diplomática fue Diana Apcar, quien fue cónsul de la República de Armenia en Japón en el año 1918, solamente catorce años antes que lo fuera Salaverría aquí en España.
En España tenemos también la figura de Isabel Oyarzábal, primera embajadora de España en Suecia primero y Finlandia después (1936-39).
Como ellas, muchas otras protagonistas de la historia han sido olvidadas pese a haber contribuido activamente a formar esa historia. Hay que seguir sacando a la luz personajes e historias olvidados y darles el reconocimiento que merecen. Margarita Salaverría fue una pionera de la diplomacia en España y gracias a ella la puerta se abrió para que muchas otras mujeres iniciaran su carrera en este ámbito tan masculinizado hasta el día de hoy.