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¿Moreno? Qué chucha Moreno

Era el año de 1988, en tierras del sur del continente americano, se desataba el fenómeno “El Niño”, terrible barbarie meteorológica que llegó con graves tormentas tropicales llenas de truenos, relámpagos, rayos y centellas, pero sobre todo con agua que caía sin clemencia.

Los daños fueron tremendos, estudios de aquella época estimaban el monto total de los daños ocasionados por el fenómeno El Niño de 1997-1998 en US$ 2.869,3 millones. De ellos, US$ 783,2 millones (27%) corresponden a daños directos y US$ 2.086,1 millones (73%) a daños indirectos, las fuertes inundaciones destruyeron viviendas, sembríos, carreteras y cobraron algunas vidas.

Dentro de aquel escenario, un día un acucioso reportero de noticias de un canal de televisión local de Guayaquil, llega hasta una localidad rural, cuyos sembríos de arroz se encontraban bajo el agua. La carretera que pasaba por el lugar estaba también sumergida.

En las barandas de un puente, los habitantes se estaban lanzando algunos clavados, había adultos y niños (montubios como les decimos acá a la gente rural o del campo), al ver esto se acercó el reportero con todo su equipo y comienza la entrevista.

Con preguntas cuyas respuestas eran más que obvias, los lugareños respondieron que estaban tratando de disipar sus penas en un momento de solaz, lanzándose clavados desde el puente hacia las aguas del río, las cuales, habían crecido como nunca antes.

Dichos habitantes decían: “a veces hacemos el pescaíto, otras la bomba, la estaca y así ahí vamos pasando”, y el reportero un poco asombrado por la actitud, les inquiere un poco serio “¿y el arroz?”

La respuesta no se hizo esperar: “¿el arroz? Qué chucha el arroz”, y claro que otra respuesta habría esperado el reportero después de meses de largas lluvias y campos anegados, la respuesta del montubio significaba algo así como: “no seas tan pendejo pué, como vas a preguntar por el arroz, no ves que todo se fue a pique”.

Hoy en plena pandemia, no es el fenómeno del “El Niño”, pero podríamos afirmar que es el fenómeno del COVID-19, o peor aún, el gobierno del traidor de Carondelet que ha resultado más letal aún.

Ante los daños causados a los ecuatorianos de hoy en día, como a los montubios de entonces que no les quedaba más que lanzarse al río, ahora a los ecuatorianos no les queda más que lanzarse a las calles, pues los desempleados se cuentan por cientos de miles, los muertos por decenas de miles, aunque también se cuentan, eso sí, por millones los dólares que se llevan los aliados del gobierno.

Todo ello producto de la corrupción a sus bolsillos, o producto de la explotación y evasión tributaria a los paraísos fiscales. Sobre lo que está pasando en el país, la devastación es tal que bien podrían compararse los estragos del “El Niño”.

Si le preguntáramos a los ecuatorianos de hoy sobre la situación de Ecuador, sus respuestas serían prácticamente automáticas y soeces, por ejemplo: ¿Cómo ves al país? Lo vemos en la mierda, ¿y la salud? No existe, ¿la educación? No hay, ¿la vivienda? No hay ¿la justicia? No existe, ¿el Gobierno? Es el peor de la historia.

Al final vendría la pregunta más seria, ¿Y el presidente Moreno? Y más que obvia la respuesta sería: “Qué Chucha Moreno”, valga nuevamente la explicación de la respuesta: “no seas tan pendejo pué, cómo vas a preguntar por moreno, no ves que esa es la causa de la cagada”.

Pero ante la desgracia, el pueblo del Ecuador hoy más que nunca “unidos por la esperanza”, reclama el regreso de Rafael Correa y el Gobierno de la Revolución Ciudadana para poder recuperar la Patria. ¡Qué chucha el neoliberalismo!

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