Hace unos días que, a raíz de la crisis de salud que se está viviendo, las personas viven confinadas en sus casas. Algo inédito para la mayoría de la sociedad.
Usando las tecnologías de las que hoy se disponen, las personas comparten sus experiencias de encierro usando la red. Una manera de sentirse conectadas con otras personas.
Las limitaciones impuestas por el estado de alarma actual exigen el cambio de muchas de nuestras costumbres. Pero no todos viven la misma realidad, por ejemplo las mujeres maltratadas.
Pero las personas no son robots que se puedan formatear o dejar en stand by hasta que el coronavirus pase. Las personas son seres que necesitan ciertas cosas más allá de lo material. Necesitan contacto, afecto, amor… Lo que supone relacionarse, abrazarse, besarse… Acciones que ahora no se pueden -o no se deben- realizar.
Lógicamente la gente no se ha dejado de abrazar y besar, pero han cambiado las costumbres. En las calles han dejado de verse abrazos, besos, la gente mantiene una cierta distancia por precaución. Y ¿cómo suplir las carencias del afecto?
En casa, con “los nuestros“. Pero no todo el mundo tiene a alguien, y quien lo tiene no siempre cuenta con alguien. Salir a la calle supone respirar, relacionarse, pero va más allá. Para muchas personas, no supone solo respirar, sino RESPIRAR. Las mujeres resultan, en muchas ocasiones, doblemente “castigadas” por diferentes realidades. Las mujeres maltratadas necesitan salir de su hogar, ya que es ahí donde reside su infierno.
¿Qué supone estar 24 horas confinada en tu casa con tu agresor? La mujer que vive con el agresor no tiene la culpa de la situación, pero lo pagará con ella.
¿Se pueden pedir las mismas responsabilidades sin tener en cuenta las diferentes realidades? No, o por lo menos no se debería juzgar igual. El Gobierno, al igual que los diversos organismos institucionales, deben tomar medidas. No es responsable pedir responsabilidad a una mujer maltratada cuando esto supone estar las veinticuatro horas prisionera con su agresor.
En estado de alarma los agresores no se toman descanso, todo lo contrario, se estresan, se frustran y lo pagan con ellas. Hace tres días se conoció un asesinato en Castellón por violencia de género. Una mujer fue asesinada por su pareja, José F. F., delante de sus dos hijos menores en su casa.
El hombre se entregó por la mañana del día veinte de este mes en el cuartel de la Guardia Civil de Almassora. Confesando que la noche anterior asesinó a su pareja. No había denuncias previas por violencia de género. Son ya nueve las mujeres asesinadas este mes.
Las mujeres deben crear una red y cuidarse a ellas mismas. Si eres un vecino o una vecina, recuerda que lo que pasa en casa no se debe quedar en casa. Denuncia. Porque aunque suponga un detalle insignificante, puede marcar una gran diferencia para esa persona que, llevando gran parte de su vida sufriendo el maltrato, ahora no tiene un escape físico, es alguien que lleva mucho tiempo sin respirar.
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