El ejecutivo de Pedro Sánchez, que ha sido reelegido en las urnas el pasado domingo, ha mantenido su posición a favor del golpismo venezolano apoyado por Estados Unidos (EEUU), durante el intento de sublevación de Juan Guaidó y Leopoldo López, ambos dirigentes del partido de idología fascista Voluntad Popular (VP).
La portavoz del gobierno Isabel Celaá expresó ayer que el ejecutivo al que representa “no respalda ningún golpe militar“, pero pese a ello y a renglón seguido mostró su apoyo al líder del golpe militar Juan Guaidó, de quién expresó que es la persona “legitimada para llevar adelante una transformación democrática” en el país caribeño.
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A la vez, el ministro de exteriores español Josep Borrell hizo un llamamiento “para que se evite el derramamiento de sangre“, a la vez que mantenía su apoyo al golpista Guaidó, que en esos momentos estaba apostando ametralladoras en el Distribuidor de Altamira, apuntando a la base aérea militar La Carlota, mientras lanzaba a guarimberos contra el edificio militar.
Borrell expresó que se había producido “una división del Ejército“, haciéndose eco de las manipulaciones mediáticas, ya que el grupo militar que acompañaba a Juan Guaidó no solo estaba integrado por poco más de 30 militares, sino que eran mandos intermedios y la mayoría de ellos desertaron al saber que los habían llevado engañados.
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El presidente de Venezuela Nicolás Maduro evitó el derramamiento de sangre ordenando a los militares de La Carlota no responder con fuego a las ametralladoras de los golpistas, ni a los guarimberos que finalmente tiraron abajo una parte de la protección de la base militar.
En estos momentos, España protege a uno de los principales terroristas que han provocado esta situación, y que previamente ha participado en otras acciones golpistas y violentas, como en el golpe de estado de 2002 contra Hugo Chávez, y la organización de la primera oleada de las guarimbas, que dejaron un saldo de más de 40 muertos y cientos de heridos, Leopoldo López, reclamado por la justicia de Venezuela.