Acabo de recibir la noticia de que en Yemen las necesidades humanitarias son enormes, “un niño muere cada diez minutos”. En el triste Yemen (de Yumn que significa “feliz“) ya no hay gobierno. Es un Estado fallido que está siendo asesinado en silencio.
Lo están rompiendo a pedazos, para así seguir con el proyecto imperialista de la configuración del Nuevo Oriente Próximo. Lo que empezó siendo una lucha tribal en 2.015 se convirtió en una guerra a nivel internacional. La situación se está agravando día tras día, si no hay una intervención mundial inmediata para terminar con esta guerra, la hambruna, la muerte y las enfermedades harán la contienda de Yemen la más cruel y sanguinaria de los últimos tiempos, y posiblemente la mayor catástrofe humanitaria en la historia actual.
Hasta la fecha de hoy han muerto más de 10.000 civiles y más de 50.00 personas han resultado heridas, más de tres millones de los veintisiete que allí viven -vivían- se han desplazado fuera del país, dejando atrás sus hogares y fuentes de sustento para huir de la miseria.
No pueden volver a su hogar porque ya no existe. La guerra ha destruido todos los aspectos de la vida del ser humano en ese país. Más de veintidós millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Sin embargo, los puertos terrestres, aéreos y marítimos se han sido cerrados por la coalición saudita, lo que significa que se ha cercenado la posibilidad de que los puertos de muchos países sigan recibiendo refugiados yemeníes.
Con este asedio impuesto por la coalición, la situación ha empeorado aún más, ya que Yemen solía importar el 90% de las necesidades alimenticias de los ciudadanos antes del estallido de la guerra. Otra crisis causada por esta invasión aparece en el colapso económico total. Se vuelve muy difícil para el gobierno pagar los salarios de los empleados, lo que resulta en un deterioro de las vidas de muchas personas. Yemen no puede subsistir más contra el movimiento del tipo de cambio respecto a las monedas extranjeras.
El gobierno se enfrenta a una alto déficit y deuda pública, que conlleva el agravamiento de los medios de vida de sus ciudadanos. La hambruna comenzó durante la primavera de 2017 y ha sido una amenaza que se ha hecho realidad. Cuatro de cada cinco yemeníes sufre una deficiencia alimenticia, superando el nivel de emergencia del 15%.
Sin embargo en muchas ciudades de Yemen, como en Taiz y Hodeidah, alcanzan el 25-31%, respectivamente. Las personas que no mueren en bombardeos están muriendo muy lentamente de inanición, la peor forma de abandonar la vida. El estado nutricional de los niños está empeorando por horas, alrededor de millón y medio de los menores están desnutridos, y más de la cuarta parte sufren desnutrición severa, a lo que hay que sumar el mayor brote de cólera (estimaciones apuntan que más de 1,1 millones de personas se han visto contagiadas y que más de 3.000 han muerto desde 2017) junto con otras enfermedades mortales, que desembocará en muertes si no son tratadas.
Muchos niños son discapacitados permanentes o huérfanos sin padres. Yemen enfrenta la mayor crisis humanitaria en el mundo. Los países que han participado en la venta de armas matan esta sociedad y sus gobiernos merecen ser procesados. La coalición militar no permite el aterrizaje de aviones en el país, las reservas en los bancos de sangre se están agotando.
La ONU junto con organizaciones humanitarias exigen que se levante el bloqueo, defendiendo que la vida de millones de personas dependen de ello, todo provocado por los ataques liderados por Arabia Saudí.
¿Qué países están involucrados en esta catástrofe humanitaria?
Los países involucrados en la coalición liderada por Arabia Saudita contra Yemen son: Emiratos Arabes Unidos, Bahrein, Qatar, Kuwait, Jordania, Egipto, Marruecos, Pakistán, Sudán y Turquía. EEUU da su apoyo logístico y de inteligencia. Arabia es el segundo mayor importador mundial de armas. Es el país más rico del mundo árabe y está bombardeando al más pobre de la región y todo tiene su razón de ser.
Arabia Saudí no tiene acceso directo a los tres estrechamientos estratégicos de la zona: Estrecho de Ormuz, Golfo de Adén y Bab Al Mandeb. La situación estratégica de Yemen en el Golfo de Aden, el único paso de entrada y salida en el Mar Rojo (paso de petróleo más importante del mundo) y sus reservas de petróleo sin explotar, es una ventaja que los saudíes le pretenden arrebatar.
Arabia Saudí castiga a Yemen por su negativa a permitir la construcción de un gasoducto que saldría de Hadramaut, en Arabia, y terminaría en el puerto de Adén. Con ello, la monarquía absolutista saudí pretendía esquivar el Golfo Arábigo, el Golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz, exportando su gas.
Los saudíes han bombardeado las aldeas fronterizas, han repatriado a cientos de miles de refugiados yemeníes y han levantado muros en la frontera. Este horror aparece en muy pocos medios de comunicación, mientras que la ONU mira hacia otro lado. Las importaciones de armas en Medio Oriente se han duplicado en los últimos diez años, impulsadas por los conflictos de la zona, en concreto las guerras de Yemen y Siria.
Precisamente el conflicto en Yemen ha hecho que se cuestionen los aspectos éticos de la venta de armas a Arabia Saudita y a sus aliados, armas que venden muchos países occidentales. En 2014 el Tratado de Comercio de Armas intenta regular el comercio internacional de armas. Exige a los países exportadores que controlen sus exportaciones y se aseguren de que las armas no acaban siendo utilizadas en abusos contra los derechos humanos.
No ha tenido mucho impacto. Solo Alemania, Bélgica, Suecia, Noruega, Finlandia, Grecia y Canadá han tomado algún tipo de medida sobre la exportación de armas que se puedan utilizar en la guerra de Yemen (la mayoría son suspensiones temporales). Hay un claro posicionamiento de estos países sobre la exportación de armas en las que se rechaza cuando hay un alto riesgo de que se utilicen para cometer violaciones contra los derechos humanos.
Mientras tanto en EEUU, UK, Francia y España entre otros países, siguen fieles a sus contratos de venta armamentística a Arabia Saudí. En España, frente a este Tratado, y tras el problema mediático, el PSOE se vio obligado a plantearse la paralización del acuerdo de venta de armas a Arabia Saudí, por la posible utilización contra el exterminio de civiles. En concreto la venta de 400 bombas de precisión digital que tenían acordadas ambos países según contrato firmado en 2015 por el entonces ministro de Defensa Pedro Morenés, y que continuó en vigor con la ministra María Dolores de Cospedal.
Ante esta paralización de la venta de las bombas de precisión, se produjo la movilización de los trabajadores de Navantia, quienes ante la posibilidad de que los saudíes cancelasen el acuerdo de compra de cinco corbetas, exigieron que se continuase adelante con la venta de las armas.
Un pedido de barcos valorado en 3.000 millones de euros en el que la empresa naval española, con el apoyo del Gobierno y la Casa Real, lleva más de tres años trabajando. Se están fabricando en los astilleros de Cádiz. Con este contrato los trabajadores dan por hecho la garantía de la fabricación de los cinco buques en un futuro próximo. Finalmente la ministra del PSOE Margarita Robles ha dado el visto bueno para la exportación, aludiendo que no ha encontrado ninguna irregularidad en el estudio de que las armas de precisión digital fallen en contra de civiles.
Tras la presión de Navantia y los intereses del Estado, han salido las 400 bombas hacia Arabia Saudí e inmediatamente los trabajadores del astillero de Navantia en San Fernando han suspendido las movilizaciones previstas ante los tres ayuntamientos de la bahía de Cádiz que tienen plantas de los astilleros públicos en San Fernando, Cádiz y Puerto Real.
Ya tienen la certeza de un trabajo estable durante los próximos cinco años. Los trabajadores ya están alegres y felices, tienen ilusión por el futuro, argumentando que si no lo hacen ellos, lo harán otros en su lugar, y que antes que eso es mejor que lo hagan ellos.
Así pues, el trabajo estará garantizado hasta el año 2022. Con este contrato se crean cerca de 6.000 puestos de trabajo directos e indirectos en la Bahía de Cádiz. Además del pedido de 3.000 millones, Navantia tiene un acuerdo de negocio compartido con la empresa estatal saudí SAMI, por el que la española pretende introducir en Arabia y su área de influencia sus sistemas integrados y soluciones tecnológicas.
El suministro de armas a Arabia Saudí también afecta a otros sectores además de a Navantia -no solo en España-, como los créditos empresariales (AVE a La Meca y para Reino Unido la posibilidad de conseguir la salida a Bolsa de Aramco). Navantia no depende de la venta de armas a Arabia Saudí, porque es posible encontrar otros clientes o buscar la fabricación de alternativas al armamento, se podría dedicar por ejemplo a fabricar placas fotovoltaicas entre otras cosas.