Lenín Moreno insiste en el neoliberalismo pese al aumento de la pobreza durante su gobierno
Lenín Moreno llegó al poder con la promesa de mantener y profundizar los cambios socialistas llevados a cabo por el expresidente Rafael Correa. Sin embargo al tomar posesión del cargo comenzó una serie de encuentros con la oligarquía ecuatoriana, que hizo pasar como las primeras rondas de un diálogo con todos los sectores de Ecuador.
Sin embargo a día de hoy los sectores populares no han sido escuchados por Lenín Moreno, que comenzó a repartir el país entre las familias más poderosas de Ecuador. El neoliberalismo había regresado, y tras casi un año de aquello, ha traído de nuevo la pobreza, que había descendido de manera ininterrumpida durante los gobiernos de Rafael Correa, pero que con la llegada del actual presidente y su apuesta por el capitalismo, ha vuelto a hacer acto de presencia.
Los recortes en educación y en sanidad son otras de las consecuencias de la aplicación de la doctrina neoliberal, que se llevó por delante al ministro de educación Fander Falconí, al no poder asumir el impacto social de las consecuencias de los recortes en su cartera, ya que según él mismo decenas de miles de personas en situación vulnerable se verían impedidos del acceso al ese derecho fundamental.
Pese a los nefastos resultados para la mayoría de los ciudadanos de la nación suramericana, Lenín Moreno ha enviado a la Asamblea Nacional la Proforma 2019 en la que insiste en profundizar en el neoliberalismo que está empeorando las condiciones de vida de Ecuador. En la propuesta del presidente se recogen los recortes en salud y educación, la privatización de varias empresas públicas y el aumento de los combustibles.
Pese que Lenín Moreno garantizó anteriormente que no habría ningún paquetazo y que se mantendrían todos los subsidios, en la Proforma de 2019 enviada a la Asamblea Nacional, ha roto su promesa. No es la primera vez que el presidente desmiente con hechos sus palabras, uno de los principales motivos por los que en todas las encuestas se recoge que la mayoría de los ecuatorianos no confían en lo que el mandatario dice.