La cuestión del medio ambiente está cada vez más encima de la mesa. En cuanto a cifras sabemos que las ventas de coches completamente eléctricos en España han aumentado un 69% en enero, y las de vehículos híbridos un 28% el mismo mes. Dependiendo del lugar, hay ciertas ventajas fiscales en el impuesto de matriculación, que depende de las emisiones de CO2 del vehículo y puede llegar a salir gratis. También con el impuesto sobre vehículos de tracción mecánica o de circulación en el que se aplican bonificaciones de hasta el 75%. En el IRPF también hay una retribución pero solamente para empresas que compren vehículos de cesión para sus empleados.
Uno de los grandes inconvenientes que frena a los usuarios a la hora de decidirse por un vehículo eléctrico es el hecho que implica los pocos puntos de recarga públicos que existen hoy en día.
Un gran número de empresas ofrecen el servicio de instalarte un punto de recarga individual. Por un lado tenemos el hecho de que una instalación de este calibre cuesta entre 1000 y 2000 euros -aproximadamente-, y a este precio habrá que sumarle la factura mensual que tendremos que pagar por utilizar el servicio.
Por otro lado, a quién no tenga la suerte de vivir en una vivienda unifamiliar se le añade el inconveniente de tener que instalar un contador de energía eléctrica en el punto donde se encuentre el coche (en este caso sería el garaje). Si el aparcamiento se encuentra en el mismo edificio se puede hacer llegar un cable desde el contador de la vivienda pero en caso contrario -algo bastante usual-, se debería pedir permiso a la comunidad de ese edificio para poner un contador aparte, con los conflictos que eso podría conllevar.
El número de puntos de recarga de carácter público va incrementándose poco a poco, pero los expertos aseguran que aún quedan muchos años para que el país esté preparado al 100% para un cambio radical hacía los vehículos eléctricos. Un dato interesante es que actualmente en España hay unas 4118 estaciones de recarga públicas frente a la cantidad de 30 millones de automóviles. Si todos ellos fueran eléctricos, estaríamos muy lejos de poder satisfacer tal demanda solamente con puntos públicos (gasolineras, aparcamientos públicos o centros comerciales).
Aunque pudiera parecerlo, este no es el principal problema que se podría plantear en un futuro. Hay que tener en cuenta que la autonomía de un vehículo eléctrico o híbrido es de aproximadamente de unos 200/300km dependiendo del fabricante y el modelo. Todavía no están preparados para viajes muy largos y tienen otro problema, que en carretera consumen más que en ciudad, con lo cual la autonomía se ve reducida en ese tipo de trayectos.
Al funcionar con batería puede que en un futuro no muy lejano nos encontremos con que un coche nos comporte los mismos problemas que ahora mismo tenemos con nuestro teléfono móvil. Vida útil de la batería corta, malas cargas que influyen en el rendimiento, sin contar que una batería nueva cuesta de 5000 a 6000 euros.
Este año 2019 veremos la salida al mercado de un coche que funciona con energía solar. Se llama Sion y ha sido creada por una start-up alemana, Sono Motors. Para ofrecer una grado superior de autonomía cuenta también con una batería eléctrica. Su precio será de 16000 euros más 4000 que costará la batería (más el coste mensual eléctrico).
Parece que las empresas y los gobiernos se empiezan a poner las pilas en el tema de bajar las emisiones de CO2. El foco está encima de los vehículos eléctricos, pero, ¿es la energía eléctrica la mejor manera de dejar de contaminar? Según Ecoembes, la producción y utilización de la energía eléctrica son responsables del 80% de las emisiones procedentes de la Unión Europea. Asimismo, prosiguen, los gases de efecto invernadero se liberan a la atmósfera cuando quemamos carbón, petróleo o gas para producir electricidad.
Es de dominio público que las reservas de petróleo se acabarán en pocas décadas, pero no así el resto de fuentes de las que producimos la electricidad. Si interesara realmente dejar de contaminar hay opciones en el campo de las energías renovables. Tenemos como ejemplo a Noruega, que gracias a las fuertes inversiones del gobierno, utiliza casi en su totalidad fuentes renovables para producir electricidad (generación hidroeléctrica, energía eólica y biomasa).
No como España, que saca su luz mayormente de la energía nuclear y el carbón. La nuclear no emite CO2 pero genera residuos que tardan cientos de años en degradarse. Podríamos aprovechar mucho más la eólica, pero ésta abarata el precio de la luz.
Entonces, ¿es realmente una cuestión de medio ambiente? ¿O se trata de hacer negocio con lo que esté más a mano? Las grandes empresas de este país dominan el sector energético, y aunque encontraran una fuente de energía completamente limpia y gratuita, muy probablemente pasarían un recibo cada mes por utilizarla. De hecho, ya lo hacen con la energía solar. Y el negocio de los automóviles mueve millones al año, con los intereses que conlleva.