La oposición hondureña a punto de romper la unidad
A raíz de la decisión del candidato de La Alianza de Oposición contra la Dictadura (La Alianza) Salvador Nasralla, de participar en los diálogos propuestos por el dictador Juan Orlando Hernández (JOH), la coalición electoral parece vivir sus últimos momentos. La unidad de las fuerzas integrantes pende de un hilo.
Será el próximo quince de abril cuando los integrantes de La Alianza se reúnan en Tegucigalpa, capital del país, para decidir si mantienen la unidad o la rompen. Para el Coordinador General de la misma, Manuel Zelaya, no tiene sentido mantener la unidad electoral cuando uno de sus integrantes ha vulnerado los acuerdos firmados, y ha reconocido a JOH como presidente, dejando así de cuestionar las elecciones y, por lo tanto, pasando a considerar que no hubo fraude.
La Alianza de Oposición contra la Dictadura surgió a lo largo de 2017, como un intento de la izquierda hondureña de superar el fraude que impuso la dictadura hondureña desde su inicio en 2009, con el golpe de estado de Roberto Micheletti Bain. En torno al partido Libertad y Refundación (Libre) se unieron el Partido Innovación y Unidad (PINU) y una gran parte del Partido Anti Corrupción (PAC), incluído su líder Salvador Nasralla.
Libre, la organización más grande de las tres, permitió a Salvador Nasralla ser el candidato presidencial gracias a su carisma y a su buen resultado en las encuestas. Sin embargo, el independiente no ha sido capaz de sostener la lucha contra el fraude electoral, y ha preferido dialogar con el líder del ejecutivo de Honduras, en busca de lograr alguna política social.
Sin embargo, el resto de La Alianza piensa que sigue siendo posible vencer al fraude con movilizaciones pacíficas que obliguen a la Comunidad Internacional a intervenir para que se haga una auditoría electoral o nuevas elecciones. Su rechazo al diálogo viene dado por la negativa de Juan Orlando Hernández de tratar el fraude en ellos, por lo que participar lleva a reconocerlo tácitamente como presidente constitucional, y porque los acuerdos alcanzados no serán vinculantes, por lo que nada obligará a que se cumplan.
Las dos posiciones se enfrentarán el próximo quince de abril. De no llegar a ningún acuerdo, La Alianza de desintegrará con Libre y PINU por un lado y Salvador Nasralla, ya sin partido que lo apoye, por el otro. Pese a que cualquiera de las dos partes sea capaz de sobrevivir al choque –Nasralla será usado por JOH para atacar a Zelaya hasta que las movilizaciones contra el fraude terminen y este último tendrá que hacer frente a una campaña de desprestigio-, el movimiento ciudadano que ha surgido al calor de la unidad se desmovilizará, y perderá la fuerza que ha tenido desde el 26 de noviembre, consiguiendo hitos como obligar a la ONU a mantener la apuesta por el diálogo y forzar a la OEA a reconocer el fraude electoral.