Elecciones en Venezuela: la batalla por la abstención
El próximo 20 de mayo, cuando se hayan celebrado las elecciones presidenciales en Venezuela, todos van a mirar el dato de la abstención antes incluso de comprobar quién ha ganado. El chavismo necesita vencer con una participación mayor del 50%, y a la oposición no le importa que Nicolás Maduro gane si participa menos del 50%.
La batalla por el poder en Venezuela no se juega dentro de sus fronteras, sino fuera. Desde que la oposición sufrió una desmovilizadora derrota ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) – tres millones de votos en el plebiscito opositor efectuados en paz, frente a los ocho obtenidos en la ANC en medio de la violencia desatada por la derecha-, que luego encadenó con otros fracasos en las elecciones regionales y después en las municipales, ha preferido centrarse en el exterior.
La oposición tiene un plan para sacar al presidente Nicolás Maduro del poder sin pasar por las urnas: una intervención extranjera. La idea no es nueva, la derecha venezolana ya intentó aplicar la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA) hace un par de años, pero la diplomacia venezolana comandada entonces por Delcy Rodríguez lo evitó en varias ocasiones.
Ahora la Mesa de Unidad Democrática (MUD) convertida a medias en el Frente Amplio Venezuela Libre (FAVL) está llamando a la abstención en las próximas elecciones presidenciales que se celebrarán en el país el próximo 20 de mayo. Una postura que choca frontalmente con la posición de la derecha criolla hace tan solo unas semanas cuando sus líderes pedían un adelanto electoral. Algo que pactaron con el chavismo en República Dominicana según el presidente Danilo Medina.
Las razones argumentadas para la abstención están enfocadas al aparato mediático que dirige sus altavoces al exterior. Son dos: la fecha la impuso el gobierno de Maduro y la dictadura no garantiza las condiciones necesarias. Ambas desmentidas tanto por el mediador en los diálogos entre amas partes, José Luis Rodríguez Zapatero como por el presidente anfitrión de los mismos, Danilo Medina. Una prueba gráfica de que ambos argumentos escapan de la verdad es la postulación de Henri Falcón apoyado por varios partidos de la MUD. Otra prueba es que la fecha pactada era el 22 de abril y a propuesta de la oposición que sí se presenta se ha retrasado al 20 de mayo.
Estos dos argumentos que no tienen seguimiento en Venezuela, ya que no son apoyados ni por la mayoría de la población que quiere votar, ni por los mismos integrantes de la oposición que sí se van a presentar. Sin embargo cobran todo el sentido en el aparato mediático de la derecha internacional, que lleva haciéndose eco de las falsedades elaboradas en los despachos de la derecha venezolana desde hace lustros, especialmente tras la muerte de Hugo Chávez.
Han logrado que las poblaciones de los países del Primer Mundo, vean a Nicolás Maduro como un violento dictador que mata de hambre incluso a los niños y no le tiembla el pulso a la hora de matar a quienes se manifiesten contra él. Con ello tienen la justificación perfecta para perpetrar un golpe de estado y derrocarlo: no habría respuesta ciudadana en contra porque se asumiría como un mal menor que permitiría la vuelta de la democracia a Venezuela.
En eso siguen trabajando los líderes de la MUD y del FAVL. Han viajado y viajan por el mundo pidiendo sanciones que han provocado el desabastecimiento de alimentos y medicinas en el país, al menos según expertos de la ONU. Porque necesitaban un pueblo hambriento que pensase en Maduro como culpable de los truenos en sus estómagos, y porque necesitan fotos para hacer creíbles sus argumentos repetidos en los medios de comunicación de masas. A juzgar por las imágenes presentadas, tomadas en otros países como Colombia y Honduras y sus derrotas electorales, no han podido conseguir ni lo uno ni lo otro.
Las elecciones presidenciales que se celebrarán dentro de unas semanas podrían ser lo que la oposición lleva esperando mucho tiempo. No presentarse y llamar a la abstención tiene un objetivo claro: quitar toda credibilidad democrática a Nicolás Maduro y ejecutar el derrocamiento que llevan intentando desde 2014. Pero para eso su llamado a la abstención debe calar, la abstención debe ganar las elecciones. Un resultado que muestre una abstención superior al 50% del censo es una victoria de la oposición, que usaría el resultado para expresar que la mayoría de los venezolanos los han apoyado frente a la dictadura, y comenzar a llamar a la transición democrática a sus gobiernos aliados para que desencadenen los mecanismos diplomáticos necesarios en foros como la OEA.
De ahí que hayan amenazado a la familia de Henri Falcón y lo estén atacando incluso más que a Nicolás Maduro, porque uno de los suyos va a aportar votos a las elecciones, alejando la posibilidad de la victoria de la abstención. Henri Falcón no tiene ni el carisma, ni el proyecto, ni el apoyo para ganar a Nicolás Maduro, pero sí para aportar un par de millones de votos, que sumados a los del chavismo -si mantiene los conseguidos en la Asamblea Nacional Constituyente– lograrían llegar al 60% de la participación como mínimo, anulando el argumento principal de la oposición para intervenir en Venezuela.
Solo quedaría entonces volver a entonar la manida cantinela del fraude que siempre usa la oposición cuando pierde. Al menos lo gritará un par de días para montar su espectáculo que verá el mundo. Al apagarse las cámaras van a las auditorías y expresan que no ha habido fraude, pero de eso no se entera nadie porque los periodistas de los grandes medios de comunicación ya se han ido.
El gobierno de los Estados Unidos (EEUU) es el que está detrás de la estrategia abstencionista de una parte de la oposición venezolana. Donald Trump busca derrocar a Maduro para privatizar de nuevo la gestión de los recursos hidrocarburos y naturales del país caribeño. Tanto es así que valoró imponer sanciones a Henri Falcón para impedir que participase en las elecciones presidenciales con el fin de salvaguardar el boicot abstencionista.
El país del norte también apoya a la oposición en sus llamados a que la ONU no envíe acompañantes electorales solicitados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para vigilar las elecciones, en un intento por restar credibilidad a los resultados. Fue la MUD la que propuso contar con presencia de la ONU en las elecciones, una medida que también rechaza ahora. Voceros de la propia oposición venezolana llaman a votar para impedir que una alta abstención permita la intervención militar estadounidense en Venezuela.