Este contenido es parte de la sección Desarticulando la Información. En ella seleccionamos noticias de medios de comunicación en las que exista falsificación de los datos, ocultación de la verdad o cualquier otra circunstancia que no se ajuste a la ética periodística, y la desarticulamos para mostrar la manipulación a la que los medios de comunicación de masas someten a la información.
Los medios de comunicación de masas en poder de las grandes empresas que hacen negocio con la Tierra llevan décadas manipulando contra la izquierda que alcanza el poder. El Frente Popular en la II República española provocó la guerra civil por sumir en la pobreza a los españoles, Salvador Allende dejó entrar el hambre en Chile, los sandinistas balcanizaron Nicaragua y José Manuel Zelaya quiso perpetuarse en el poder.
Sin embargo son solo excusas para justificar golpes de estado a gobiernos que ponen límites a esas empresas. El Frente Popular aumentó el salario de los obreros y campesinos, lo que redujo los beneficios de empresarios y latifundistas; Salvador Allende nacionalizó el cobre, lo que provocó que los beneficios fueran al gasto social y no para empresas extranjeras; los sandinistas redujeron el analfabetismo y el hambre con nacionalizaciones, un ejemplo peligroso para otros pueblos; y Manuel Zelaya impidió a las empresas privadas hacerse con el agua de Honduras.
Hoy la izquierda que logra escapar de la manipulación mediática se reconoce en la Venezuela de Nicolás Maduro. Por eso en la actualidad los esfuerzos de propaganda neoliberal contra su gobierno se han multiplicado hasta el punto de justificar a un militar que roba un helicóptero y se dedica a bombardear instituciones del Estado con personas -incluidos niños- dentro. El foco de las informaciones es la supuesta crisis humanitaria que vive Venezuela.
Una crisis que ha sido negada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), ente que envió a un experto independiente quién pasó varios días en el país, reuniéndose con representantes civiles, del gobierno y de la oposición, paseándose por sus calles y visitando supermercados. Tras la experiencia aseveró que no existe una crisis humanitaria en el país caribeño. Confirmó sin embargo que sí había desabastecimiento de alimentos y medicinas provocado por las sanciones impuestas por Estados Unidos (EEUU) y la Unión Europea (UE) y el contrabando, no por la gestión gubernamental de Nicolás Maduro.
Aprovechando esta manipulación mediática que busca un derrocamiento de Maduro apoyado por los países aliados de EEUU, cargan contra otros candidatos presidenciales de izquierda que podrían llegar al poder si nadie los identifica como demonios, o lo que es lo mismo, como chavistas tan desalmados que apoyan al dictador venezolano, el mismo que se presentará a elecciones que vigilará la propia ONU a petición de la oposición.
Ahora le ha tocado el turno a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que más opciones tiene de ganar las próximas elecciones que se celebrarán el domingo 1 de julio en México. El candidato de la izquierda mexicana propuso hace unos días la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente que refundase la moral y la ética del país.
Sus enemigos no respiraron ni una vez antes de señalarlo con el dedo índice, con caras de miedo sobre actuadas, gritando que sus vínvulos con el chavismo habían sido por fin descubiertos a la luz pública. AMLO lleva sufriendo esas acusaciones de la primera vez que se presentó en 2006 y, conociendo la intensa agenda de manipulación que existe contra Venezuela, ha preferido mantenerse en silencio. Sí es público su apoyo a otros aliados del chavismo como Evo Morales, Rafael Correa -visitó Ecuador hace unos meses y se reunió con Lenín Moreno cuando éste aún era leal a la Revolución Ciudadana– y Lula.
El País se ha sumado a estas acusaciones. En un texto titulado López Obrador y la constitución moral se puede leer que: desde luego, como venezolano de este siglo XXI, ante la prédica moralizadora del caudillo de MORENA no puedo sino recordar que también Hugo Chávez comenzó hablando de moralizar la vida pública de mi país. Menos de veinte años después, aquella campaña de moralización que condujo a redactar una nueva constitución – bastante mostrenca ella, todo sea dicho —, ha desembocado en una catástrofe social de la que si te quejas vas preso, o al exilio o te matan.
Atención al lenguaje. Andrés Manuel López Obrador es un caudillo y la Constitución Bolivariana bastante mostrenca. En España el significado de caudillo es dictador. No en vano si escribimos esa palabra en el buscador de El País nos salen informaciones sobre todo de Francisco Franco. También de Hugo Chávez, el primer presidente que se presentó a un referéndum revocatorio organizado por la oposición.
Cuál de las acepciones de mostrenca habrá querido endosar el redactor de la nota a la Constitución de Venezuela no queda claro. Hay tres. La primera no será ya que hace referencia a una persona que no tiene casa ni hogar, ni señor ni amo conocido. La segunda expone a alguien ignorante o que tarda mucho en aprender, y la tercera se refiere a una persona muy gorda y pesada. Según la Real Academia Española. Lo seguro es que no es un adjetivo positivo para la ley suprema del ordenamiento jurídico venezolano que nacionalizó el petróleo y dispuso lo necesario para hacer descender la pobreza hasta tal punto que hoy Venezuela es un país con un Índice de Desarrollo Humano alto, por encima de vecinos como Colombia, Brasil y Ecuador e incluso países europeos como Ucrania.
La catástrofe social a la que se hace mención se debe referir a las sanciones impulsadas por la oposición que han provocado desabastecimiento de alimentos y medicinas. O a la corrupción que permitió la hoy opositora Luisa Ortega cuando fungía como Fiscal General del Estado. O quizás a las fuerzas paramilitares llamadas guarimbas que apoyaron Voluntad Popular y Primero Justicia y permitieron todas las organizaciones de la MUD, causando muertes sobre todo de afectos al chavismo y asesinando a sus propios compañeros en busca de mártires con los que continuar la desestabilización.
Lo que más extraño resulta es cómo pueden seguir vivos, en Venezuela y en libertad los políticos de oposición que llaman dictador a Nicolás Maduro. ¡Si incluso son gobernadores y alcaldes! Y eso que, supuestamente el Consejo Nacional Electoral, está en manos de Maduro. Aún así no solo reconoció la victoria de los conservadores, ¡es que además ha dicho que no a la propuesta del presidente de las megaelecciones! Pero bueno, la oposición se puede manifestar pacíficamente, hacer plebiscitos al margen de la legalidad y clamar contra la dictadura en sus medios de comunicación sin que les pase lo que sí les pasa a los hondureños por lo mismo.
El breve texto publicado en El País termina de la siguiente manera: En un tuit, el escritor mexicano Xavier Velasco, comentó la convocatoria de AMLO haciendo alusión a Venezuela: “Esa película ya la vimos: empiezan imponiendo una moral y terminan hablando con los pajaritos”.
La película ya la vieron, y es de terror para quienes quieren explotar los recursos hidrocarburos y naturales para quedarse con unos beneficios que deberían ser de los pueblos que hacen vida sobre el suelo que los contiene. Se horrorizaron cuando Hugo Chávez nacionalizó Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA), y les recorre la frente unos molestos sudores fríos solo con pensar en una secuela en la que AMLO actúe de la misma manera.