“Una de las causas fundamentales de las crisis de la clase no burguesa consiste en que las fuerzas productivas creadas por ella no pueden conciliarse ya con los límites del Estado Nacional“. León Trosky lo aseguraba en la Revolución Permanente.
Lo que nos enseña León Trosky no está muy lejos de la realidad, de hecho esta situación que nos ha traído la pandemia del coronavirus ha demostrado de qué lado se encuentra la solidaridad con los pueblos del mundo.
Pues entre la discusión de lo privado y lo publico se refleja una necesidad imperiosa porque el Estado vuelva a lo publico en pro del beneficio colectivo. Si se procede a ejercer el voto a favor de un representante es para que éste haga del Estado un bien común y no privado.
Pues esta situación nos demostró que el Estado como administrador de las riqueza burguesas no sirve ante las necesidades de un pueblo como el de Italia; en dicho país el COVID-19 ha dejado un saldo de 6.077 muertes, la situación aún siendo crítica les es indiferente a sus aliados de la Unión Europea.
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En una especie de “sálvese quién pueda” es que estos países han manejado la situación, pues al ser Italia el más afectado de la Eurozona, no se procedió hacer una Cumbre declarando un Estado de emergencia para tener la capacidad de enviar insumos médicos, pues bien estos procedieron a cerrar fronteras. Lo que más sorprende es que Alemania y Francia prohibieron la exportación de tal material médico para acapararlo y utilizarlo en un futuro cercano.
Los únicos pronunciamientos positivos en los países del “Primer Mundo” fueron para las empresas, pues para ellos sí existen planes de rescate masivo por parte del gobierno con miles de millones de euros, sumándole nuevos créditos.
Es válido preguntarse que, si estos Estados son aliados de grandes multinacionales farmacéuticas, como Johnson & Johnson, Pzifer, Procter & Gamble además de gigantes de logísticas como Amazon o Alibaba, ¿no pueden abastecer de recursos a los pueblos más necesitados del Mundo? ¿O es solo para los Europeos?
Estos lazos que ha tejido el Estado con la burguesía solo han servido para el beneficio de unos pocos, pues aún sabiendo lo contagioso del coronavirus en países europeos y americanos como Estados Unidos, Chile y Brasil, se prefiere que la población siga en las calles antes de parar la actividad económica.
Se escoge despedir a trabajadores bajo la promesa de volverlos a contratar una vez termine el confinamiento. Ahora bien, tras privatizar todos los servicios que deberían ser públicos, por su alto costo, estados como Italia se ven en la necesidad de pedir ayuda a países como Cuba, Venezuela y China.
El tener un presupuesto grande para guerras, deja en manos de lo privado lo público, haciendo de la salud y la educación un privilegio por las cuales solo unos cuantos pueden pagar.
El responsable sanitario de la Región de Lombardia, Giulio Gallera, solicitó personal médico proveniente de China, Venezuela y Cuba, y aunque no se le solicitó a Rusia, esta nación decidió ayudar. Cuba envió 53 médicos especializados para responder con más efectividad y atender a pacientes que padecen de esta enfermedad.
Así mismo China y Rusia enviaron respiradores, ventiladores pulmonares, electrocardiograma, decenas de miles de mascarillas. Italia solo es un ejemplo entre muchos, pues la solidaridad de esto países no tiene límites.
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China viendo mas allá de obtener la patente de la vacuna contra el coronavirus, publicó el genoma del mismo a disposición de investigaciones que nos permitan obtener una vacuna efectiva, además de hacer públicas las medidas adecuadas para la contención del virus.
Aleksander Vicio, presidente del estado Serbio, aseguró que “China es el único solidario“, ante la negativa de la Unión Europea de suministrarle equipamiento médico.
Igualmente la solidaridad de Cuba no tiene fronteras pues también dispuso de médicos para Jamaica, San Vicente y las Granadinas, y San Cristóbal y Nieves. En días pasados a la Mayor de las Antillas recibió al Crucero Braemar de Reino Unido, después de que diversos países se negaran a la petición. Sobre eso el Primer Ministro de Jamaica, Andrew Holness, prohibió el ingreso de personas provenientes de Reino Unido; otra prueba es poner a disposición del mundo el interferón Alfa 2B.
De hecho países hostiles a Cuba como el de Brasil ha recibido con aceptación las declaraciones del Ministro de Salud, en su plan para contener la pandemia está contemplado contratar decenas de médicos cubanos. Se les pide el apoyo porque es uno de los países con mejor sistema de salud.
La solidaridad no es solo entre entre estados, sino entre un mandatario y su pueblo. Y es así como Nicolás Maduro está tomando las medidas correctas para la protección del pueblo venezolano. Prefiere la vida a las empresas, prefiere trabajar duro para recuperar la economía sin exponer la vida de un pueblo entero.
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Mientras en Brasil se suspende el sueldo por cuatro meses, en Venezuela se suspenden los pagos de arriendos de casas y locales por seis meses, además de asumir la nómina de los trabajadores del sector privado y público.
Y es así, como el socialismo se viste de solidaridad y se muestra ante el mundo como la única salvación, es la solidaridad entra naciones, es la toma del Estado para servir a los más necesitados, a las preocupaciones comunes. Las costuras de indolencia del neoliberalismo muestran la formas más perversas, decadentes e inhumanas.
El sistema de salud del Primer Mundo no estaba preparado, el colapso en los mismos es evidente, la incompetencia de no tomar las medidas a tiempo para evitar muertes deja mucho que pensar. Pues sí, el sistema en el que muchos confiaban falló y las “tiranías” se preocupan por la vida y la salud de todas las personas.
El coronavirus ha dejado muchas lecciones. Una de ella es aprender y practicar la solidaridad, pero lo más importante es entender que el Estado tiene que proteger lo común, y que no somos un “gasto social”, entre lo privado y lo público se discute, y aún se duda de la efectividad de la segunda.
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Pues estos sistemas nos han enseñado que un Estado a favor de lo público garantiza la vida, y en esos países en los que la vida tiene un alto precio, donde se cometen injusticias, se podrían haber salvado muchas vidas arrebatadas por el COVID-19, solo si hubieran puesto la vida antes que la economía.
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