¿Transición modélica? Torturas, muertes y represión
Han pasado más de 40 años desde que España salió de la oscuridad fascista, que supuso una época de desigualdades y represiones. Para concretar más, de una dictadura que dirigió con puño de hierro el militar Francisco Franco, tras ejecutar un golpe de estado el 18 de julio de 1936, que derivó en guerra civil.
Pues bien, con la vuelta a la democracia, muchas cosas cambiaron y otras muchas no con respecto a la etapa franquista en España. Cuando oímos hablar de la Transición española, se nos llena el corazón de orgullo por nuestro país y de la forma en la que el gobierno actuó en favor de la democracia.
Eso conlleva a un enaltecimiento de la figura de Adolfo Suárez, y sobre todo del rey emérito Juan Carlos I.
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Pero, ¿es verdad que la transición española fue un éxito rotundo? Y si lo fue ¿Cómo es posible que en 2019 aún no se hayan condenado los actos de tortura y crímenes que sucedieron a lo largo del régimen por las fuerzas franquistas?
Fuerzas del Orden en la etapa dictatorial
Bajo el nombre de Dirección General de Seguridad (DGS), y su encubierta organización criminal BPS (Brigada Político-Social), el número de asesinatos y torturas son tantas y su registro tan oculto, que a día de hoy es incalculable.
Comenzando con la historia de la DGS, este organismo fue creado entre los años 1921 y 1923, siendo al principio de la dictadura el momento en el que iba a comenzar a incrementar tanto su papel de control del orden público, como su popularidad entre la población a lo largo del régimen, convirtiéndose en el temor entre la población defensora de la república que aún quedaba en el país finalizada la guerra civil, y las juventudes de izquierdas que iban surgiendo a lo largo de la dictadura en España.
Por otro lado nos topamos con la Brigada Político-Social o BPS, la policía secreta de Franco, encargada de perseguir y de reprimir los movimientos de oposición al franquismo. En concreto esta organización es la que se lleva el mayor número de torturas, muertes y de represiones a lo largo de la etapa dictatorial.
El camino del torturado
A lo largo de los casi 40 años de dictadura franquista, las víctimas de torturas tanto de la BPS como de la DGS, aseguran con firmeza que sus torturadores disfrutaban de su trabajo tanto como un futbolista de su fama.
Centrándonos en la BPS, las competencias del cuerpo iban desde seguimientos personales, intervenciones telefónicas ilegales, lectura de la correspondencia de la víctima, detenciones indefinidas, hostigamiento a la oposición política, e infiltración en partidos de izquierdas y sindicatos para poder vigilar completamente sus movimientos.
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La infiltración era la estrategia clave de la BPS para poder oprimir tanto a obreros, -que podían llevar a cabo reuniones para crear grupos opositores-, como periodistas, los cuales tenían muy vigilada su labor en el periódico. Pero, sobre todo, la especialidad de esta organización era la tortura.
Aquellas personas cuya actividad había hecho que les llevaran al calabozo, les quedaba un largo camino por recorrer. Comenzando con la toma de datos y filiación del sujeto para poder sentarse frente a un juez. Sin embargo, la mayoría de los casos no acababan de manera legal , sino que terminaban con palizas o, si el sujeto sabía algo de importancia vital para el proseguir del régimen, se utilizaba la tortura, como ya hemos dicho antes.
Dentro de la tortura nos encontramos con un amplio espectro de maniobras para que el sujeto dijera lo que sabía. Los métodos más famosos utilizados por la BPS eran los siguientes:
- El corro. Un grupo de policías rodeaban al detenido, y comenzaban a aporrear y agredir sin detenimiento hasta que el reprimido hablaba.
- El tambor. Colocaban sobre la cabeza del acusado un cubo de aluminio el cual era golpeado por las porras de los policías haciendo trizas los tímpanos, y provocando sordera.
- La bañera. Metían la cabeza del detenido en un cubo de agua donde anteriormente se había orinado o escupido, para humillar aún más y sobre todo provocar la asfixia.
Los famosos de la BPS
Dentro de la organización había policías, comisarios y detectives con una reputación terrorífica, al igual que entre la gente de a pie. Pero sobre todo llama la atención una de las declaraciones que hizo el investigador Pablo Alcántara Pérez, el cual aclara que ”estas víctimas no pueden recordar bien quién realizaba los interrogatorios, cuántos participaban en las palizas y solo personajes muy destacados -como el caso de Billy el Niño– han sido recordados por sus víctimas para sacar conclusiones de cómo actuaban”.
De todos los torturadores que hubo a lo largo de la dictadura, solo nueve han sido reconocidos, y todos ellos han recibido una querella. Entre estos nueve reconocidos nos encontramos con: Antonio González Pacheco (Billy el Niño), Jesús González Reglero, Atilano del Valle, Ricardo Algar Barrón, Pascual Honrado, Jesús Martínez, Benjamín Solsona, Félix Criado y Celso Galván Abascal.
La mitad de estos nombres tienen entre sus manos centenares de torturas por todo el país, sin embargo las zonas de mayor represión se concentraron en Asturias, País Vasco, Barcelona y Madrid.
Asturias contó con el famoso comisario Claudio Ramos Tejedor, y a su títere Pascual Honrado de la Fuente. El comisario era conocido como una persona inteligente, puesto que no se manchaba las manos de sangre, ya que a su disposición tenía a su mano derecha, es decir a Pascual Honrado y muchos más policías a su disposición en toda la región.
Por ende, de estos dos destaca la figura de Pascual Honrado de la Fuente, uno de los principales torturadores franquistas, que además le fue otorgada la Cruz de Mérito Policial, y en 1977 (dos años después de la muerte de Francisco Franco) es admitido en el Cuerpo General de Policía.
Tras su fallecimiento, se descubrió que fue el torturador de Gerardo Iglesias, exsecretario del PCE y excoordinador federal de IU. Pascual Honrado de la Fuente fue uno de tantos torturadores que quedaron libres de cualquier juicio en la Transición española.
En Valencia hay que recalcar el nombre de Benjamín Solsona, también conocido como ‘el Galleta‘. Fue denunciado por torturar a trabajadores y estudiantes detenidos. Destacando sobre todo las torturas que llevó a cabo sobre una veintena de universitarios pertenecientes al Partido Comunista de Valencia en 1971. Ya en plena democracia, en 1980, fue nombrado Jefe Superior de Policía de Bilbao.
Pero sobre todo el que más destaca de todos es Antonio González Pacheco, más conocido y temido en Madrid por su alias, ‘Billy el Niño‘.
‘Billy el Niño’, el terror de Madrid
En los años 70, Antonio González Pacheco era conocido como uno de los torturadores más implacables. Persona entregada plenamente a su cruel trabajo, y sin temor a nada, es de los pocos que se identificaba ante sus víctimas, como método intimidatorio, debido a que la fama que tenía acumulada hacía que los detenidos temieran solo con escuchar su nombre y sus apellidos.
Billy el Niño alardeaba ante los detenidos de conocer y tener controlados a militares de izquierdas y a líderes estudiantiles. Decía a los torturados que algún compañero le había delatado, para minar aún más su resistencia y pedía colaboración a cambio de beneficios penales o habría ”una muy larga temporada en la cárcel”.
En lo que se refiere a la manera de torturar, era una persona muy retorcida, vil y cruel. Entre sus torturas encontramos el conocido Radiador. La víctima quedaba esposada a un radiador, y el calor que desprendía acaba produciendo aturdimiento, mareo y fatiga sobre la víctima. Pero la que más utilizaba era la Ventana: el detenido era inmovilizado y sometido a golpes, y a su vez asomado al vacío, amenazándolo con ser arrojado.
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En el caso de Enrique Ruano, delegado del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Madrid, murió el 20 de enero de 1969 al caer desde el séptimo piso de un edificio al que había sido trasladado por la BPS. También Julián Grimau, lanzado al patio interior de la DGS el 8 de noviembre de 1962. La BPS hizo pasar el asesinato por un suicidio.
Billy el Niño nunca ha sido condenado por sus acciones, ni juzgado a pesar de las numerosas querellas. Todo lo contrario, Juan Antonio González Pacheco mantiene una medalla al mérito policial, además de un incremento del 15% en su pensión.
¿Transición ejemplar?
Como hemos podido ver la mayoría de los torturadores conocidos de la BPS y de la DGS, no han sido sentados frente a un juez después de la dictadura franquista, es más, siguen con condecoraciones y medallas por su lealtad al país. Aún con querellas, estos ejecutores de la brutal represión del régimen siguen campando a sus anchas, con las manos manchadas de sangre.
¿Es modélica la Transición española?