Tras las importantes victorias de la izquierda, más o menos moderada, en Bolivia y en Argentina, la atención mediática no está teniendo en cuenta a Uruguay, nación suramericana en la que antes de ayer se celebraron elecciones presidenciales y legislativas.
El representante del campo progresista, Daniel Martínez del Frente Amplio (FA), consiguió vencer, pero no en primera vuelta. Será el próximo 24 de noviembre cuando las dos opciones que más apoyos han recibido (FA y Partido Nacional, PN) se vuelvan a medir.
Los primeros análisis políticos, publicados en medios de información conservadores, dan por hecho la victoria de Luis Lacalle Pou, en base a la suma de los votos obtenidos por los otros dos partidos del centroderecha y ultraderecha, Partido Colorado y Cabildo Abierto respectivamente.
Sin embargo existen diversos factores que podrían evitar que la suma de los factores dé como resultado el número previamente calculado. Es decir, el contexto político uruguayo contiene suficientes matices, como para dejar fuera de juego a la calculadora que la oligarquía local usa para asentar un relato, en el que Luis Lacalle Pou aparece como vencedor.
En un primer momento habría que tener en cuenta la fidelidad de voto con la que cuenta cada candidato del campo conservador, porque el mero hecho de pedir el voto para otro político diferente, no implica que toda su masa electoral vaya en bloque a votar por el señalado.
Esto responde a que no solo las propuestas de cada uno difieren en temas importantes, -la unidad se ensayó antes de las elecciones y lo que les separaba era lo suficientemente importante como para impedirla-, sino que los liderazgos personales han jugado un papel importante, en una campaña más agresiva que normalmente por parte de la derecha, que ha querido aprovechar el desgaste de tres lustros seguidos de gobierno del FA.
Los candidatos de la derecha, Luis Lacalle Pou (PN), Ernesto Talvi (Partido Colorado, PC) y Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto, CA), no solo han atacado al progresista Daniel Martínez, sino que se han lanzado mensajes entre ellos (Talvi expresó en plena campaña electoral, de manera pública, que Lacalle no les representaba; Lacalle Pou cerró la puerta a una entrada de Guido en su gobierno), lo que hace difícilmente creíble una unidad política que tenga un proyecto de país, más bien la imagen actual supone una entente ensamblada a la carrera. Sin consensos programáticos, con el único objetivo de echar al FA del poder, sin proponer una agenda de gobierno alternativa, lo que indica una simple aspiración de cuota de poder.
Luchar contra esa imagen dada durante la campaña va a lastrar las opciones de Lacalle Pou, quién además debe conciliar una entente con posiciones de derecha moderada representadas por el PC, junto a las propuestas cercanas al fascismo de Cabildo Abierto, liderado por un exmilitar que echa de menos la dictadura de 1973. Sostener ambos apoyos sin perder los suyos propios, será un equilibrio difícil de mantener, sobre todo cuando Guido Manini se caracteriza por expresar palabras polémicas en el peor de los momentos.
Una gran parte de los votantes del campo conservador no tienen nostalgia por la dictadura cívico-militar que terminó en 1985, por lo que la suma de CA podría restar en las urnas muchos votos del PN, y, sobre todo, del PC.
Por su parte, el FA no ha perdido tanto apoyo como el que se dibujaba en las encuestas, a la vez que ha sido capaz de mantener una ventaja de 10 puntos sobre el PN, una situación que rompe la estrategia mediática de la derecha de presentar a Daniel Martínez como un “perdedor“. Mientras tanto, Luis Lacalle Pou se ha dejado por el camino un 10% del voto que el PN consiguió en 2014, por lo que no es posible fabricar un relato épico que le construya una imagen de “vencedor“.
El Frente Amplio y su candidato deberán desarrollar una campaña electoral en la que se asuman los errores de sus anteriores gobiernos (freno del crecimiento económico, aumento del desempleo y falta de diálogo social con los Movimientos Sociales y sindicatos), proponiendo soluciones creíbles, y que además ponga en alza los aciertos (reducción de la pobreza, alto poder adquisitivo, garantía de los derechos como la salud y educación, aumento de los derechos laborales).
>>El Frente Amplio de Uruguay frente al desafío de 15 años de gestión<<
La entrada con un altísimo apoyo popular del expresidente Pepe Mujica al senado, podría ser un vector de crecimiento electoral en la próxima campaña electoral que oficiosamente ya ha comenzado.