El 11 de septiembre de 1714, durante la Guerra de Sucesión, las tropas borbónicas de Felipe V ganaron la batalla definitiva cuando lograron derrotar a la resistencia catalana, partidaria del archiduque Carlos de Austria, en la ciudad de Barcelona. La toma de la ciudad otorgó a Felipe V de Borbón el poder absoluto sobre Catalunya y como escarmiento a una población que nunca lo llegó a aceptar, el ahora rey ordenó redactar el llamado Decreto de Nueva Planta, una ley dictaminada en tan solo dos años después, en 1716, que obligaba a supresión de todas las instituciones catalanas, que ahora pasaban a ser controladas por la monarquía.
Desde entonces, La Diada Nacional de Catalunya se celebra cada año el 11 de septiembre para rememorar la historia de un fracaso y, aunque no siempre tuvo el mismo significado ni fuerza, a lo largo de las últimas décadas se ha seguido un patrón más o menos claro: celebrar la Diada es una manera de protestar contra la imposición de valores nacionalistas españoles o leyes centralistas que tratan de oprimir a una población con una lengua, historia y cultura propias. Es por eso por lo que este día, además de contar con infinidad de simbolismos, actos oficiales y eventos culturales, una gran parte de la población se ha decidido a manifestarse cada año. La tendencia a unirse a la protesta multitudinaria no ha dejado de tener una tendencia creciente. Tanto es así que este 2018 hay más de 440 000 inscritos en la concentración de Barcelona y más de 150 autocares que traerán a personas a la ciudad desde otros puntos de la Comunidad Catalana.
La celebración de la Diada tiene este año un corte más nacionalista que nunca. Las protestas por la libertad de los presos políticos, la proclamación de la “independencia” el año pasado por parte del exiliado Puigdemont y la actual presidencia de un incisivo político nacionalista como Quim Torra hacen las delicias de todo líder independentista que busca la agitación de sus semejantes. Este 2018 promete ser una galaxia de banderas esteladas. Una gran movilización que se saldará con la venta de 270 000 camisetas independentistas, con el apoyo de 150 autobuses y con la concentración de más de 440 000 personas.
La Diada a lo largo del tiempo
Se considera que la primera celebración de la Diada fue aquella que tuvo lugar en el año 1886 cuando varios grupos cristianos y catalanistas convocaron una misa en honor a los fallecidos durante la derrota contra las tropas borbónicas en Barcelona aquel 11 de septiembre de 1714. En 1888 empezó a honrarse además a Rafael Casanova, el conseller en capitán de la ciudad, máximo mando militar y político durante la invasión. Casanova es considerado desde entonces un mártir que dio su vida por Catalunya. Por ese motivo, y como símbolo de la inauguración de la Exposición universal del año 1888 se construyó una estatua en honor del héroe catalán. Hasta día de hoy, se siguen realizando cada 11 de septiembre las ofrendas florales que conmemoran su figura. Una celebración católica muy importante fue con motivo del bicentenario de la fiesta catalana durante el año 1914.
Sin embargo, hubo momentos históricos en los que ni la ofrenda floral ni la celebración de la propia de la Diada se pudieron llevar a cabo. Fue el caso de las dictaduras militares de Primo de Rivera y Francisco Franco. La primera se extendió de 1923 a 1930. La segunda, tuvo lugar entre 1939 y 1975.
Después de la muerte de Franco, el significado católico de la Diada perdió el peso que tenía. En el año 1977 tuvo lugar una Diada con más tintes de protesta que de tradición. El lema ‘Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia’ arrasó dentro de la manifestación multitudinaria llevada a cabo en las calles de la capital catalana. No obstante, las misas a los caídos y las tradicionales ofrendas florales siguieron y siguen realizándose a día de hoy. Es costumbre seguir llevando flores a la tumba de Rafael Casanova, situada en Sant Boi de Llobregat y cada año miles de personas se reúnen en el Fossar de las Moreres, junto a la iglesia de Santa María del Mar de Barcelona, lugar donde están enterrados los soldados que dieron su vida por Catalunya durante aquella batalla de la Guerra de Sucesión.
La Diada en la actualidad
Desde el 2012, la fiesta ha adquirido un tinte independentista nunca antes visto. Donde antaño se trató de una celebración religiosa para posteriormente dar paso a reivindicaciones federalistas y antifranquistas, hoy las esteladas blancas y rojas (o lo que es lo mismo: de derechas o de izquierdas) inundan las calles y avenidas de la Ciudad Condal, colapsadas por miles de personas que reclaman la independencia de Catalunya. Las protestas, además, han ido evolucionando hasta convertirse en actos cada vez más creativos y simbólicos. Así en el año 2013, tuvo lugar una cadena humana con todos los participantes cogidos de la mano; en el año 2014 se realizó una votación a modo de referéndum en las urnas en vísperas del 9-N y en el año 2015 se convocaron diversas concentraciones multitudinarias que fueron llevadas a cabo en distintas localidades fuera de Barcelona.
Que el día de hoy sea un día de Independentismo y protestas no es una sorpresa. Los últimos acontecimientos políticos han favorecido un clima de odio y circo que hace que muchos de los que no somos favorables al movimiento nacionalista digamos: “Libertad para los presos políticos, referéndum para todos los catalanes y que en las calles brillen todas las estrellas que tengan que brillar.”
Porque una cosa está clara: no son esteladas fugaces.