Bueno, incógnita despejada, Manuela Carmena se presentará a la reelección. Alegría -al menos de manera pública- en Podemos y decepción en el resto de las fuerzas de izquierda que trabajaron por la victoria de la candidatura de Ahora Madrid (AM) que Carmena lideró en 2.014.
Una decepción que no responde a la figura personal de Carmena, sino a sus formas políticas, en las antípodas de la democracia participativa que diferentes sectores de la izquierda madrileña analizaron como necesaria para ganar en 2.014 y lo siguen haciendo a día de hoy para vencer en las municipales de 2.019.
La mayoría de los actores de Ahora Madrid consideran que la clave de la victoria en 2.014 fue lo que llaman “el desborde“. Se refieren a que la ciudadanía, de manera espontánea, desbordó los límites trazados por el equipo de la campaña electoral, tomando la iniciativa con nuevos lemas, imágenes, colocación de pancartas de apoyo en blancones y otros lugares junto con otras iniciativas similares.
Según el ala izquierda de Ahora Madrid, integrada por Izquierda Unida, Ganemos Madrid, sectores de Podemos como Anticapitalistas y Madrid 129, ese desborde sucedió gracias a la redacción participativa del programa, que sirvió como pegamento entre las diferentes bases para que desarrollaran una campaña electoral conjunta y bien coordinada. La realización de primarias abiertas conjuntas favoreció una participación que trascendió a la militancia de las organizaciones participantes para alcanzar no solo a los simpatizantes, sino también a grupos de personas que hasta entonces no habían participado en estos procesos.
Sin embargo Manuela Carmena no está dispuesta a repetir esa experiencia. Ella quiere liderar su propia candidatura y no tiene por qué ceder. Podemos, y de rebote todas las fuerzas de Ahora Madrid, paga ahora las consecuencias del culto a la figura de Carmena que desató durante las primarias. Una vez AM llegó al ayuntamiento, los de Pablo Iglesias mantuvieron esa estrategia, personificando en Manuela Carmena todos los logros del equipo de gobierno.
Lo hicieron sabiendo lo peligroso que era, ya que la alcaldesa desde el primer día mostró que tenía una agenda política propia, con hechos como despreciar el programa político redactado por las bases de las fuerzas que hicieron posible su victoria, y no acudir a la Mesa de Coordinación que instaló AM para debatir y consensuar entre todos los pasos a seguir en la política del Ayuntamiento. Ahora, Carmena sabe que ella es el principal símbolo del cambio en Madrid, más que la marca de Ahora Madrid.
Por eso catalogó su reciente reunión con Pablo Iglesias como una “deferencia” al político por sus servicios pasados, reafirmando que ella hará lo que se le antoje, porque sabe que no hay tiempo ni apenas posibilidades de hacer una nueva candidatura que respete el pacto entre Podemos e IU de Madrid y pueda disputarle el espacio de la izquierda.
Carmena no quiere arriesgarse a que las primarias inserten en la parte alta de su lista a díscolos como Carlos Sánchez Mato, ni desea que estos formen parte de su equipo de gobierno. El concejal de Izquierda Unida se opuso a aplicar los recortes impuestos por Montoro, lo que provocó que la alcaldesa lo fulminase. Por lo que una de sus condiciones es que no haya primarias y, en vez de ello se recupere algo muy de su época: los acuerdos en mesa camilla en la que ella señale con el dedo quién va en qué puesto y cuál será su responsabilidad. Precisamente algo a lo que se opuso Podemos en su fundación durante las conversaciones con la IU de Cayo Lara para lograr la unidad de cara a las elecciones europeas de 2.014.
La alcaldesa tampoco quiere un programa redactado de manera democrática entre las bases de las fuerzas políticas de Ahora Madrid, porque limitaría su acción política, ella no quiere que las militancias progresistas analicen y decidan qué hacer en el Ayuntamiento, prefiere decidirlo por sí misma. En ese sentido tampoco quiere aceptar la coalición electoral, forma jurídica recogida como la elegida en el acuerdo de Podemos e IU Madrid. La alcaldesa prefiere un partido instrumental porque tras las elecciones se deshace y no tendría que depender de ninguna organización política.
Por otra parte, Manuela Carmena también ha llamado al PSOE para que participe en su candidatura, una propuesta que no ha gustado en Ahora Madrid, que considera al Partido Socialista un aliado de la derecha atendiendo a muchas de las votaciones que han tenido lugar en el pleno, considerando que la entrada del PSOE en la candidatura terminará con muchas de las políticas izquierdistas del ayuntamiento.
La alcaldesa ha terminado creyéndose las alabanzas recibidas en los últimos cuatro años y no ha sido capaz de controlar su ego. No hace falta que las bases, simpatizantes y ciudadanos elijan la candidatura de manera democrática, ella sabe qué es lo mejor y escogerá a “los mejores” a dedo. No necesita que la democracia y el análisis colectivo inunden la propuesta programática, ella sabe qué medidas tomar.
Las encuestas por ahora no muestran que el apoyo a Ahora Madrid haya crecido en estos últimos meses. La candidatura de unidad popular está perdiendo votos por la izquierda, como le pasó a Unidos Podemos en las últimas elecciones generales. El apoyo de la alcaldesa y parte de su equipo de gobierno a las cuentas del neoliberal Montoro, la fulminación de Carlos Sánchez Mato, el apoyo al fascismo venezolano, al sionismo israelí y al imperialismo en Nicaragua, dejar abandonados a su suerte a los titiriteros que el propio Ayuntamiento había contratado, y el comportamiento de Carmena con Zapata y Mayer tras acusaciones infundadas de la derecha, han ido separado a los votantes más escorados a la izquierda de Ahora Madrid.
Si finalmente la candidatura se conforma como Carmena desea, sin democracia interna, será muy difícil recuperar a esos votantes. Y con la llegada al gobierno de Pedro Sánchez, la izquierda moderada que abandonó al PSOE en favor de AM en 2.014 tampoco parece dispuesta a renovar su voto. Si los sectores de izquierda de AM deciden no comulgar con ruedas de molino y son obligados por las condiciones de la alcaldesa a conformar una nueva candidatura apegada a la democracia interna, la derrota parece asegurada.
La izquierda tendrá que elegir. Abandonar la democracia interna que fue la seña de identidad de la unidad en Madrid, lo que podría condenarlos a la irrelevancia frente a Carmena, ya que la alcaldesa podría conformar un gobierno en el que quizá ni entren, o arriesgarse a conseguir unos modestos resultados manteniendo sus principios, lo que en el mejor de los casos podría darles la llave del Ayuntamiento, consiguiendo de esta manera una mayor capacidad de influencia en el gobierno de Carmena que la que hubieran tenido formando parte de su candidatura.