¿Se ha acomodado Podemos en el antiguo espacio de IU?
Hoy se cumplen cuatro años de la fundación de Podemos, un partido político que lidera el espacio a la izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Sin embargo, el tiempo corre de manera distinta para la organización liderada por Pablo Iglesias, va mucho más rápido y de manera más intensa. Lo que Izquierda Unida (IU) -organización a la que sustituyó Podemos– vivió a los largo de cuatro décadas, a la formación morada le han bastado cuatro años.
Me refiero a los bandazos políticos -unidad con IU no, y luego sí; república no, y luego sí; rechazo al eje izquierda-derecha para después recuperarlo; apuesta por primarias conjuntas para luego volver a las mesas camillas…-, a los errores estratégicos -rechazar la compra a tocateja de un chalet de medio millón de euros por parte de un político de otro partido, para luego comprar uno más caro y realizar una consulta que traspasó la culpabilidad a todo el partido; rechazar las principales reivindicaciones de la izquierda española en el programa con el que nació Unidos Podemos; imposibilidad de contener enormes disputas internas con Carolina Bescansa, Anticapitalistas e Íñigo Errejón…-, todos estos errores han reducido las expectativas con las que nació Podemos, cristalizadas entonces en la expresión “tomar el cielo por asalto“.
Sin embargo hay un error que ha postrado a Podemos a ser la comparsa del PSOE y conformarse con el 15% el voto, dos de las críticas más voraces de los morados a la IU de Cayo Lara, Coordinador Federal de IU en el momento del nacimiento de Podemos. Y ha sido el abandono de la Teoría de las Dos Orillas formulada por Julio Anguita, exCoordinador de IU.
Cuando Pablo Iglesias presentó su organización política, logró hacer una brecha en la matriz de opinión del neoliberalismo, no solo en España, en la que coló el argumento de que la socialdemocracia moderna era igual de culpable que la derecha de la crisis neoliberal, por lo que unió a ambas en un concepto sencillo que caló en millones de personas: casta.
Criticó a los sectores de IU, que como el andaluz Diego Valderas, pactaban con el PSOE, y expresó que dedicarse a ser el Pepito Grillo del Partido Socialista era un error, en cuanto a que nunca se le podría influir tanto como para hacer que virase su acción política hacia posiciones antineoliberales.
Por lo tanto, Pablo Iglesias compartía la Teoría de las Dos Orillas formulada por Julio Anguita, por la que los sectores del cambio estaban en una de las dos orillas, y enfrente están los enemigos del cambio, entre ellos el PP y el PSOE. Sin embargo, Podemos no ha sido capaz de dar el sorpasso al PSOE para ocupar su lugar y así disputar el poder a la derecha, aún hoy el campo progresista español no considera a Unidos Podemos -la alianza electoral comandada por los de Pablo Iglesias junto a IU y otros socios menores- la mejor opción para frenar a la derecha, por lo que la organización de izquierdas ha decidido hacer lo que siempre criticó de IU.
El PSOE ya no es casta según los hechos de Podemos. Su intensa búsqueda de entrar en el gobierno de Pedro Sánchez, su postura en Castilla-La Mancha, su disputa con Teresa Rodríguez para que facilitase un acuerdo de gobierno con Susana Díaz en las pasadas europeas, su propuesta de alianza antifascista, el regreso del discurso de “frenar a la derecha” usado por los sectores reformistas de IU precisamente para justificar acuerdos de gobierno con la organización hoy liderada por Pedro Sánchez… Suponen obvios actos de un cambio en su inicial discurso de la casta, hoy ya perdido.
Que para Podemos el PSOE no sea un enemigo político a abatir, sino un aliado con el que competir “virtuosamente“, deja meridianamente claro que el objetivo ya no es superarlo, sino condicionar lo que se pueda sus políticas, se busca repetir aquí el modelo portugués. Una situación que le está pasando factura a los de Pablo Iglesias, debido a que están traicionando su discurso durante la primera mitad de su existencia, en el que insistieron mucho, y por el que decenas de miles de personas llegaron hasta ellos.
Los resultados electorales no hacen más que confirmar las tendencias a la baja marcadas por las encuestas, en gran parte por este motivo, aunque a él habría que sumar otros como la falta de primarias conjuntas para decidir las listas electorales, el funcionamiento interno, que cambia en función de las alianzas de Pablo Iglesias, la falta de un programa político redactado por las bases, en el que a día de hoy no hay una apuesta por la república, por la nacionalización de los sectores estratégicos ni por la expulsión de las bases de la OTAN, las disputas internas que salen constantemente a la luz pública, la muerte política de los círculos por falta de democracia interna, los bandazos ideológicos y cambios estratégicos constantes…