En la primera parte de este artículo, se hablaba sobre los orígenes del Movimiento Regionalista Gallego. Una vez conocida la historia de esta corriente, es necesario definir las distintas vertientes que se derivaron de la misma. El regionalismo gallego ponía especial énfasis en la recuperación cultural y lingüística. Contaba con tres vertientes de gran popularidad.
La corriente liberal: Manuel Murguía y la defensa del capitalismo
El regionalismo liberal fue una vertiente ideológica progresista liderada por Manuel Murguía. Esta tendencia política surge directamente del provincialismo y comparte con esta su oposición a la centralización política, económica y cultural que consideraban que ejercía el Estado Español. Es por esto que la corriente liberal delregionalismo gallego reclamaba la creación de un poder legislativo específico para Galicia, con parlamento propio y rechaza el federalismo como opción descentralizadora. Su modelo es el autogobierno para Galicia al que llamarán Autonomía, basándose en aquel momento en el modelo de Autonomía Colonial de Cuba y Puerto Rico.
En lo económico querían atraer a la burguesía de pequeños industriales y comerciantes y basaban en el capitalismo su forma de entender la forma de producción, pero queriendo abolir tasas pretéritas que anclaban el progreso. Pretende abrir nuevas vías de industrialización y comunicaciones a través de ese autogobierno.
Murguía y otros tantos intelectuales, escribieron diversos manifiestos donde, además de la galleguización cultural y la defensa de identidad de “nación viva”, se promovía la democratización, modernización social y el progresismo que también reclamaban otros sectores ideológicos liberales.
Es precisamente en la exaltación de la cultura gallega, basada en la historia amplia y propia de Galicia, en la antropología, en la búsqueda del común ancestro, en donde radican las diferencias con otros movimientos de izquierda más afines a un cierto centralismo y en donde se encuentra el nexo existente entre este y los demás tipos deregionalismo.
La corriente tradicionalista: el liderazgo de Alfredo Brañas
El Regionalismo Tradicionalista fue una corriente plenamente conservadora, enfrentada a la liberal. Liderada por Alfredo Brañas, era la segunda corriente regionalista con más seguimiento. Trataba de rescatar la historia de Galicia para restablecer el antiguo orden político-social, por lo que era contraria al capitalismo y al liberalismo y, por supuesto, a antiparlamentarios y federalistas.
Sus ideas procedían en gran parte del catolicismo integrista y del carlismo (monárquicos tradicionales). Abogaba, así, por la recuperación de los fueros y privilegios de estamento dentro del marco de una autonomía regional.
En este momento para los tradicionalistas su política iba destinada a una pequeña nobleza, clero y algún que otro rentista que aún persistía enrocado en las formas tradicionales.
La corriente federalista: los republicanos federales
El Regionalismo Federalista fue fundado por militantes del Partido Republicano Federal y estuvo liderado por Aureliano Pereira. Esta corriente defendió el marco definido en el Proyecto de Constitución para el futuro estado político gallego. Sus principios se basaban en una integración galleguista que acogiese tanto al campesinado como a la burguesía emergente. Para los federalistas, el Parlamento Español en donde se turnaban dos partidos políticos era algo inadmisible. Pretendían dignificar de nuevo el Parlamento y que tuviesen cabida los pequeños partidos de los diferentes estados federales.
Resultó, sin embargo, una corriente minoritaria. La mayoría de sus apoyos procedían de intelectuales de las agrupaciones regionalistas de la diáspora gallega en Latinoamérica, siendo especialmente destacados los grupos de Buenos Aires, Montevideo y La Habana. Estos últimos eran los que redactaban y distribuían los periódicos a los emigrantes y los líderes indiscutibles de las asociaciones. Se podría decir que fue la corriente menos “descentralizadora”.
En economía también al igual que los liberales pretenden destruir los foros y modernizar el país con industria e infraestructuras. Sin embargo, será la problemática del mundo agrario, del campesino, con su política anticaciquil en general, pero que es más vivida en el mundo rural, la que tratará de defender y poner de relieve, pues en él radicará su base primaría de seguimiento y el semillero de futuros votos.
Esta corriente es un ejemplo del sentimiento de identidad que originó la emigración y el abandono de la patria de muchos gallegos.
No obstante, a pesar de las diferencias existentes entre estos tres grupos, fueron las ideas comunes las que en el año 1890 llevaron a la creación de La Asociación Regionalista Gallega (ARG) y a la creación del Comité Central Regionalista, con sede en Santiago de Compostela. Aunque presidido por Manuel Murguía, el Comité Central Regionalista contaba con una mayoría de miembros tradicionalistas, tales como el propio Alfredo Brañas, José Tarrío, Juan Barcia Caballero, Salvador Cabeza de León o Jesús Fernández Suárez entre otros. Lo que se pretendía en esta asociación era la presencia de Galicia en las Cortes y para ello intentaron llevar un programa común de urgencia en el que todos se viesen representados y representar los intereses de y la consecución de una nueva patria fuerte y moderna.
Para ellos, Galicia como idea de patria no merecía nada menos que la unidad de su pueblo, el salto político se haría gracias a esa unión política de todas las fuerzas. El programa político común radicaba en la necesidad de la desaparición del caciquismo (red de clientelismo que a modo de mafia copaba el poder local) y del cunerismo (diputados cuneros, que la mayoría de las veces no habían pisado el lugar que representaban) y por supuesto, de la salida del atraso ancestral para lo que reclamaban innovaciones ganaderas, agrícolas, de comunicaciones y supresión de foros de presión fiscal para los más desfavorecidos, entre otras.
Hacia el año 1891 se produjo la creación de diversos comités locales en A Coruña, Lugo, Ourense, Pontevedra y Tui. Estos comités se reunieron bajo el nombre de Asociación Regionalista Gallega, logrando, aunque no contase con muchos asociados, que José Tarrío saliese elegido concejal en el municipio de Santiago.
En el año 1891 aparece La Patria Gallega, órgano oficial dirigido también por Murguía con la colaboración de Brañas como intelectual y escritor de manifiestos que derivarían en la evolución del regionalismo. En este mismo año, durante la organización de los Juegos Florales de Tui, Brañas y Murguía emplearon la lengua gallega por primera vez en un acto público.
Declive del Regionalismo Gallego y posterior transcendencia
La Asociación Regionalista Gallega, no fue solamente la primera organización política regionalista gallega, sino que fue la máxima expresión del creciente sentimiento nacionalista de una parte importante del pueblo gallego.
Sin embargo, la Asociación Regionalista Gallega perduraría solamente hasta el año 1892 debido a la dificultad que suponían los acuerdos entre tradicionalistas y liberales.
No pudieron superar tampoco otras graves crisis internas. La mayoría de sus socios eran procedentes de la pequeña burguesía urbana que no lograron entonces incluir a la gran base campesina, todavía rea del caciquismo, ni tampoco a los hidalgos o los burgueses industriales y comerciales. Una vez que los tradicionalistas deciden escindirse y de esas crisis internas de ideales, de formas de ver la patria y de liderazgo, se perderá la posibilidad de presentarse a las elecciones, pues fracasan todos los intentos para llegar a un acuerdo de mínimos. Este fracaso se hace patente en las municipales de Santiago de 1891. Fue durante este hecho histórico, a finales del siglo XIX donde se considera que ocurrió el fin del regionalismo.
En 1893 surge en A Coruña una fuerte unión de lo que queda del antiguo movimiento regional en torno a la oposición de que se traslade la Capitanía General a León, por supuesto los partidos en alternancia en el gobierno central están de acuerdo en este traslado, por lo que la alternativa vuelve a ser la Unión. No podemos hablar de que el regionalismo se traslade de Santiago a Coruña y que sea esta ciudad, en la que residirá Murguía, la que tome el relevo puesto que este regionalismo no aboga por la idea de nación independiente o de autonomía con respecto a Madrid, si no que se sentirá parte de la nación española.
Eso sí, se apoyará en el atraso de Galicia, en los agravios ancestrales que sufre y en el centralismo que la margina para señalar el nuevo rumbo ideológico y el peso que como alternativa política quieren conseguir.
En 1987, se constituye La Liga Galega en A Coruña que ya no será Federación de Municipios, es un partido político con proclamas, programa y debate interno y lo suficientemente abierto y general para que la burguesía de las ciudades se sienta atraída por él.
Se crearán Ligas Gallegas en las principales ciudades, pero solamente Coruña logra alguna representatividad en las campañas que promueve, así en la de petición de Autonomía para Galicia (1898), solo es esta ciudad la que logra recoger firmas en número suficiente. Las Ligas están así heridas de muerte, no lograrán despertar el interés de la burguesía de las ciudades, que básicamente siempre se sentirán lejanos de las concepciones nacionalistas y por lo tanto también la necesaria financiación para el nacimiento de partidos políticos poderosos. La pasividad y desinterés de esta burguesía van de la mano con el estancamiento del regionalismo que no persistirá en la independencia como nación.
Esta idiosincrasia de regionalismo español se verá reforzada con el desastre del 98, en donde acrece más la idea de la defensa de España y del patriotismo, incluso desde intelectuales que antes habían defendido la idea de una Galicia independiente.
Sí será importante destacar que es en esta etapa coruñesa cuando surgen iniciativas de creación de una Academia Galega da Lingua, la creación del himno Galego (Os pinos), la propagación de los orígenes celtas de los gallegos, por un grupo de intelectuales reunidos en la Librería Regional de la ciudad.
En 1898 Brañas, ahora de ideas carlistas, abre una brecha entre las ligas y la liga coruñesa, que siempre ha sido liberal y descentralizadora y con la separación de la Liga de Santiago, de Brañas va desapareciendo los últimos vestigios testimoniales.
El nacionalismo gallego en el siglo siguiente deberá evolucionar. Deberá primero crear una revolución interna filosófica y burguesa para que no acabe en fracaso como lo hizo el regionalismo que nunca logró constituirse en una fuerte y válida estructura política.
Como conclusión siempre podremos remontarnos en los siglos hasta donde queramos para desde ahí iniciar la queja, si es cierto que Galicia y lo gallego han sido custodiadas por el pueblo (la lengua, las costumbres, la forma de vida), por lo tanto todo impulso por establecer una nacionalidad histórica carecía de los referentes existentes en otras partes del estado español, en este caso, de una burguesía fuerte, de una clase funcionarial propia y lo mismo de la nobleza propia que tuviese establecida en el noroeste español su residencia.
Todo ello llevó a que junto al atraso, a la falta de industrialización finalmente no fructificase en Galicia una alianza poderosa que protegiese los intereses comunes.