VOX como agente movilizador del voto de izquierdas a Unidos Podemos
En los 90 salió publicado un chiste en El Jueves en el que se decía que el grado de precisión de las encuestas electorales era tal, que ya ni se deberían plantear unas elecciones con todo lo que suponía, ya que con los resultados de las encuestas tendríamos suficiente.
Ahora, 20 años después, ante cada cita electoral, no hay dos encuestas iguales y casi ninguna acierta de pleno. Las que más se han acercado fueron incapaces de predecir el grado de la irrupción de VOX en Andalucía, por ejemplo, o el hecho de que Podemos sea tercera fuerza en el congreso.
¿Estaban los estudios de mercado de los 90 más desarrollados o el contexto electoral era mucho más estable y predecible?
Como en un thriller, ahora mismo nadie sabe lo que puede pasar en cualquier proceso electoral.
O quizás sí.
En Andalucía se habla de la enorme subida de VOX en particular y de la derecha en general. Sin embargo, los votantes al parlamento andaluz de PP, Cs, UPyD y VOX son los mismos en 2015 que en 2018. Simplemente se han distribuido de manera diferente, bajando PP y UPyD, subiendo VOX y Cs. Pero juntos suman mayoría absoluta porque los votantes de izquierda votaron menos a Adelante Andalucía, pero sobretodo al PSOE.
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Los movimientos de votantes no son especialmente radicales en cortos periodos de tiempo, como serían de legislatura en legislatura, a no ser que se vivan situaciones extraordinariamente complejas, como es el caso de Ciudadanos en Catalunya, que pasó de ser una de las últimas fuerzas en Catalunya en las elecciones generales para pasar a ser el ganador de las autonómicas. Analizando el voto por pueblos, ciudades y barrios, vemos como votantes de Podemos votaron a Cs en las autonómicas. De ahí que una posición claramente radical con Catalunya sea rentable electoralmente y que la ambigüedad penalice, como le ocurrió a los Comunes.
Las primeras elecciones autonómicas de Podemos les situó como tercera fuerza en casi todas las autonomías, excepto en Valencia, Navarra, Cantabria, País Vasco, Catalunya y Canarias. En algunos casos pudo ayudar a echar al PP del poder como en Valencia.
En las municipales vino la irrupción más espectacular, consiguiendo las alcaldías de Barcelona, Madrid, Cádiz, Zaragoza y A Coruña.
Ahora se avecina un superdomingo electoral en mayo con elecciones municipales, europeas y en algunas comunidades y (aparentemente) las posibilidades de Podemos, Izquierda Unida y sus confluencias son un enigma.
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Por si fuera poco, en este periodo los Comunes han visto bajas en Catalunya como la de Dante-Fachín, Domenech, Castells o Alamany. Además de romper con el PSC en los ayuntamientos que gobernaban en coalición a causa del 155. En Madrid, Errejón de manera sorprendente decidió ir con Carmena en las autonómicas madrileñas ocasionando una crisis interna. Además Izquierda Unida amagó con ir por libre. La izquierda al margen del PSOE se fragmenta de manera incomprensible y cainita, otra vez.
El gran enemigo de la caverna mediática y política durante estos últimos 4 años ha sido el independentismo catalán de manera incuestionable. Sin embargo, la rabia, el odio y la demagogia de la derecha española eran suficientes para repartir también con el PSOE y sobretodo con Podemos.
En estas segundas autonómicas, municipales y europeas la marca de Podemos debería crecer y consolidarse y más, teniendo en cuenta el enorme solar que hay en el espectro político a la izquierda del PSOE. Sin embargo las riñas internas, las polémicas innecesarias como el caso de la casa de Pablo Iglesias y la ambigüedad ante Catalunya dan la impresión de que Podemos y sus confluencias están en horas bajas. Las encuestas así lo señalan. Sin embargo, no sería la primera vez que se equivoquen con Podemos.
En las municipales, la disputa va a ser cruenta. La batalla por Barcelona con pesos pesados del independentismo y de la derecha como Valls, en una campaña que parece marcada por el debate territorial, las incógnitas son muchas y puede pasar literalmente de todo. Aunque la victoria de Valls no le garantizaría la alcaldía, ya que solo tendrían para pactar el PSC y los restos de un PP que dado el nivel bajísimo de su candidato y la tendencia de voto en Catalunya, podría desaparecer del ayuntamiento. Sin embargo, ¿Con quién pactaría Colau? ¿Con el PSC? ¿Con ERC? ¿Con la CUP? En Madrid, sede de uno de los episodios de cainismo reciente de Podemos, las incógnitas son si los votante revalidarán la confianza a un partido peleado y dividido. En este caso la irrupción de VOX podría llevar a la alcaldía a Villacís.
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La irrupción de VOX no debería afectar electoralmente a una izquierda cohesionada y en forma, con un discurso contundente y claro hacia la clase trabajadora. Sin embargo, el desprestigio y cierto desánimo podrían facilitar la abstención, como pasó en Andalucía. VOX serviría para apuntalar gobiernos de Cs o PP, no en vano, para eso fue creado. Por otra parte, que las elecciones andaluzas se hubieran adelantado y así haber evidenciado la aparición de VOX podría servir de aviso serio y movilizar a la izquierda. La mayoría de elecciones en España se mueven y se basan en un criterio, si la izquierda se moviliza, vence, la abstención beneficia a la derecha. PSOE y Podemos sobretodo deben luchar para reducir la abstención.
¿Qué mejor excusa que la resurrección de la extrema derecha española para movilizar a los votantes de izquierdas? ¿Acaso les da igual que VOX llegue a las instituciones y las pudra (todavía más)?