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La memoria del 11M ultrajada por PP y VOX

El 11M de 2004 era un día laborable, como otro cualquiera. Cuando llegaba al trabajo, al salir del metro, me encontré a un compañero, que me dio la primera noticia de lo que sería uno de los atentados más terribles que se recuerdan.

– “¿Cómo vas Carlos?”

– “Bien. Oye, ¿has oído las noticias? Parece que ha habido un atentado en Madrid”.

– “¿Algún petardo de la ETA?”

– “No, parece que esta vez ha sido algo serio, pero aún no se sabe nada concreto”.

Así comenzó un día largo, muy largo. Y sobre todo triste, muy triste. Desde que empezaron a llegar las primeras noticias concretas sobre lo que había pasado, todos comenzamos a pensar en amigos, compañeros de trabajo o familiares que teníamos en Madrid.

Mi compañera, Carme, tenía un hijo que usaba una de las líneas atacadas, aproximadamente a la misma hora en que tuvieron lugar los atentados. Recuerdo los nervios, el estrés, la ansiedad hasta que pudimos ponernos en contacto con él y supimos que estaba bien, que no iba en uno de aquellos trenes. Poco a poco fuimos recibiendo noticias de nuestros allegados en Madrid y, con alivio, vimos que no teníamos ningún afectado entre nuestros familiares y amigos.

Todo se truncó brutalmente. La mañana del 11 de marzo de 2004 explotaron diez bombas en diferentes puntos de la red ferroviaria madrileña: uno de los atentados terroristas más devastadores de la historia de España y de Europa. Las bombas mataron a 192 personas y dejaron casi 1.800 heridos. Un caos de gente vagando de un lado a otro, ambulancias, sirenas y gritos.

En la memoria, en la retina, las imágenes de los trenes reventados, de los cuerpos destrozados, de las personas que ayudaban a los heridos, de los bomberos trabajando entre los restos. A las pocas horas, las largas colas en los centros sanitarios de todo el país de personas esperando para donar sangre para los heridos.

Pero lo peor fue que abrió una profunda grieta en la que se han ido acumulando las teorías de la conspiración y los políticos que han utilizado de manera electoralista la devastación producida por las bombas.

Y a las pocas horas comenzó la vergüenza…

Durante todos estos años ha habido diferentes polémicas sobre quién estaba detrás de los autores de los atentados, sobre lo que pretendían, si en la investigación policial o la instrucción judicial hubo injerencias políticas, si la teoría de la conspiración es cierta.

A pesar de las pruebas que fueron surgiendo durante todo aquel día 11, la versión que mantuvo el gobierno durante aquellos días fue la de la autoría de la banda terrorista ETA. Es más, incluso después de perder las elecciones del 14 de marzo, algunos miembros del PP siguieron hablando de la “sombra de ETA”.

Tres días después del atentado, el 14 de marzo, se celebraban elecciones generales y ganó el PSOE, en un proceso en que los resultados estuvieron condicionados por los atentados. Pero no fueron solo los atentados, sino también la gestión que el gobierno del PP, con Aznar al frente, había llevado a cabo durante esos tres días.

El gobierno de Aznar no dudó, desde el principio, en asegurar que “todo apunta a ETA”, mientras el presidente del gobierno iniciaba una ronda de llamadas telefónicas a los medios de comunicación para informarles de eso. Con el tiempo, el entonces ministro Acebes señaló que él solo decía lo que le habían transmitido los mandos policiales: cuando el juez ya se conocía la existencia de diferentes pruebas que demostraban la autoría yihadista, el ministro aún seguía insinuando que no se podía descartar la pista de ETA.

En una rueda de prensa, el 13 de marzo, señalaba que ETA era “la prioridad de la investigación es la banda que lleva 30 años matando”. Pero no fue el único. El entonces candidato del PP a las elecciones generales, Mariano Rajoy, afirmaba tener la “convicción moral” de que la autoría del atentado había sido de ETA. Y también se mantuvo la teoría después de las elecciones. Y también se mantuvo durante los años siguientes. Y todo a pesar de las investigaciones policiales que demostraban que esa teoría no era cierta o de la sentencia judicial que así lo aseveraba.

Tanto la investigación policial como la instrucción del sumario estuvieron sometidas a una presión constante.

Durante años, el PP ha seguido alimentando la teoría de la conspiración que situó a ETA como ejecutora del atentado. Mediante esta mentira, el PP intentó ganar las elecciones que se tendrían que celebrar tres días después.

El 11 de marzo de este año, el PP, con Pablo Casado al frente, ha vuelto a resucitar su teoría de la conspiración en los actos de recuerdo de las víctimas, a pesar de que la teoría fue abandonada por el PP de Rajoy. Y eso a pesar de que han pasado doce años desde que los tribunales condenaron a la célula yihadista autora de los atentados: la sentencia de octubre de 2007 consideraba probado que los atentados fueron perpetrados por un grupo islamista y un exminero que proporcionó el material. Éste último fue utilizado por algunos medios de comunicación para sembrar dudas sobre temas conspirativos.

Tras la vuelta de los populares al gobierno, ya con Rajoy como presidente, las pruebas de la teoría de la conspiración siguieron sin aparecer… Sencillamente porque no existían. Pero ahora, cuando tenemos nuevamente elecciones generales a la vista, Pablo Casado, el nuevo líder del PP, ha vuelto a resucitar los viejos fantasmas de la conspiración, afirmando que las víctimas quieren saber si, además de los condenados, “hubo alguna ramificación más”.

Y, en este nuevo proceso de intoxicación, se han unido al discurso los líderes de VOX, que también han reclamado saber toda la verdad. Sorprende ese comentario, viniendo de una formación experta en provocar acusaciones falsas y fake news.

Las víctimas han sufrido años de dolor y falta de entendimiento, desprecio, amenazas e insultos por parte de muchos. La actuación de los diferentes gobiernos españoles (de Aznar, Zapatero y Rajoy) ante las víctimas y ante los atentados no han estado a la altura de las circunstancias en ningún momento. Todos ellos han abandonado a las víctimas, y las administraciones las siguen maltratado.