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Elecciones 28A: la configuración del nuevo parlamento

Dentro de poco más de un mes, los españoles tendrán que hacer uso de la pequeña parte de la soberanía nacional que les corresponde, y acercarse a los colegios electorales para introducir una papeleta en una ranura que determinará el espectáculo político de los próximos cuatro años, determinando la configuración del nuevo parlamento. Este artículo no va de comentar los resultados de Metroscopia, sino de averiguar cómo se ha llegado hasta aquí, y si se puede saber, qué hacer.

Cuando se celebraron las elecciones generales en 2016, viendo la composición del parlamento, todo el mundo decía “no va a haber acuerdos“. Y esto lo decían dos sujetos: los que añoraban al bipartidismo, y los izquierdistas que esperaban que una posible inestabilidad parlamentaria acercase la revolución. En el caso de los primeros, probablemente solo defendían (o creían defender) sus intereses. En el caso de los segundos, posiblemente se tratara de miopía en el análisis social.

Teóricamente se pueden defender dos posturas: por un lado, la de que una situación desfavorable puede hacer que las masas se agiten, o, por otro lado, la de que da igual la situación en la que nos encontremos. Esta cuestión la llevan desarrollando, en mayor o menor medida, los teóricos marxistas del siglo XXI, quienes se preguntaron por el alcance de la alienación capitalista, la llamada reificación y el fetichismo de la mercancía.

Lo cierto es que la población mundial no vive en un vacío y que la sociedad emerge sobre la lucha de clases, que se comporta como la matriz generadora de problemáticas en la sociedad actual. Así, es complicado pensar que da igual que uno se encuentre en X o Y situación, si todo dependerá de lo que uno haga y no del contexto. Es complicado pensar en una revolución de 1917 sin la Gran Guerra.

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¿Cómo se puede llevar esto a la sociedad posmoderna del siglo XXI? ¿Cómo se puede aplicar esto a una sociedad que parece que no se le puede aplicar ningún tipo de saber racional que funcione? Hoy en día es necesario pensar más que nunca, y sin embargo parece que ningún tipo de pensar funciona. Al menos debe uno preguntarse si la nueva configuración del panorama electoral cambia algo. Y, en caso de que cambie algo, preguntase si es favorable o no.

La configuración del panorama político

Fuente: Metroscopia

Supongamos que esta encuesta está cerca de la realidad (el lector crítico al menos habrá sentido que puede que no se aleje mucho de la realidad). No hay un ganador claro, y las posibilidades son estas:

  • Una coalición de PP-C’s-Vox no llegaría a mayoría absoluta y tendría que contar con otros apoyos de nacionalistas (sabemos que PNV y PdeCat no son reacios a pactar con quien les prometa ciertas ventajas autonómicas).
  • Una coalición de PSOE-Podemos-Nacionalistas parece quedarse lejos de la mayoría absoluta.
  • Una coalición de PSOE-C’s-Nacionalistas, que sin duda parece la más imposible de todas.

Estos resultados no permiten predecir sobre un futuro. Parece que todo quedará en el margen de error de la encuesta, y que los porcentajes se alterarán una vez llegado el momento. Pero supongamos que salen estos mismos porcentajes y que Metroscopia (por una vez) ha acertado al 100%; ¿qué resultado tendríamos? Incluso así es imposible saberlo: quedaría en manos de las contingencias políticas de las reuniones, las concesiones y los secretos del mundo político actual.

Qué ha ocurrido y qué ocurrirá

Del extinto bipartidismo poco se puede decir que no se haya dicho ya, tan solo son cenizas de la herencia del franquismo, la transición reformista y las llamas del capitalismo neoliberal globalizado. De la fragmentación actual, se puede decir mucho (y se ha dicho poco que no venga de la boca de la socialdemocracia).

Para entender el nuevo mapa político tenemos que remontarnos al 15M, que años más tarde degeneró en un Podemos que repetía los discursos de La Tuerka y que citaba a Antonio Gramsci en intereconomía, mientras personalidades como Juan Carlos Monedero se declaraban anticomunistas. La respuesta de la burguesía conservadora española fue emponzoñar la imagen pública de Podemos usando todos los medios a su disposición (incluso el propio ministerio de interior). En consecuencia de esa política de masas, Ciudadanos apareció en el panorama nacional, como una especie de Partido Popular renovado.

Esto nos lleva a la acabada legislatura, que ha sido la más agitada de la historia del capitalismo postfranquista. Desde Pedro Sánchez recuperando el trono del PSOE, a Mariano Rajoy emborrachándose mientras se ausentaba de la moción de censura que lo echaba.

>>El bipartidismo da paso a los bloques ordenados en el eje izquierda-derecha<<

Sin duda uno de los acontecimientos más llamativos fue el de VOX irrumpiendo, tras muchos años de mofas en las redes, en el panorama nacional. El terrorismo islámico, la reacción contra el feminismo liberal de masas, la alt-right de los mass media encabezada por tipos como Jordan Peterson en el mundo global, junto a la decadente situación económica andaluza han llevado a VOX a convertirse en el partido llave del parlamento andaluz. Y quién sabe si serán el partido llave en los próximos cuatro años dentro del Congreso y el Senado.

En resumen, solo se puede entender la política española contextualizándola en la geopolítica internacional. Por esto se puede comparar el auge de Marine Le Pen, Matteo Salvini y Jair Bolsonaro con el de Santiago Abascal. Y es que es fácil pensar que VOX ha surgido gracias a reuniones con la élite de la burguesía española y a sobres en B, pero la realidad que tenemos que aceptar es que VOX es la punta del iceberg de un fenómeno mucho más profundo que se cuece a escala internacional.

Por último, hay que dejar una cuestión en el aire: ¿y si el problema a resolver es mucho más grande que la cuestión de votar o no votar? Se dice que el miedo paraliza, aunque es probable que exista un miedo mayor a que se produzca una coalición derechista y es que esa misma coalición, cuando acabe, no haya sido un completo fracaso.