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San Baudelio. El románico friki

Creo que siempre hubo frikis, no solo en la época actual o el día 25 de mayo de cada año, que a todos nos dé entonces por hacer el ganso para festejarlo.

Incluso algo tan venerado como el románico puede tener algo de friki.

Veréis.

Ya, si lo pensáis, resulta friki que poco después del año 1000, cuando la principal preocupación de la gente en lo que hoy son tierras de Soria era comer para llegar vivos al día siguiente, evitar la rapiña, los saqueos y las violaciones de las mesnadas del señor feudal de la zona, esperar que no volviesen los moros (que iban y venían), a recuperar lo que hasta hace bien poco era suyo, pues se dejasen embaucar por la Iglesia para construir un casoplón para rezar a un supuesto Dios verdadero.

Sospecho que la ignorancia y la incultura tienen mucho que ver en esto, y si me apuráis, la necesidad que puede impeler a cualquiera en periodos de desesperación a agarrase a un clavo ardiendo.

Pues había un seguidor de un tal Baudelio (mártir de la Galia), que en un montículo, creo que más cercano a Caltojar o a Casillas que a Berlanga (aunque les duela a los de Berlanga), encontró, o se fabricó, junto a un manantial que todavía existe, un angosto orificio en la roca en la que apenas cabía una persona y como buen eremita, se metió dentro. Supongo que al eco de su santidad la gente le llevaba viandas y así. Y cuando la palmó, hicieron un pequeño monasterio, que solo duró unos pocos años, hasta que la diócesis de Sigüenza decidió construir mas en serio una especie de ermita bajo la advocación de este santo.

¿Y qué creéis que ocurrió?. Pues que el que había por allí más parecido al protagonista deLos Pilares de la Tierra” era más moro que el moro Muza, y cuando le hicieron el encargo, alegando que no sabía trabajar de otra manera debió pensar para sus adentros: “os vais a enterar”.

Y al estilo de las casas árabes, feísima por fuera y bellísima en su decoración por dentro, levantó esta ermita que, como consecuencia de los indudables orígenes del constructor, alberga una flora y una fauna desconocida en la época en estas tierras: una gigantesca y majestuosa palmera sustenta todo el edificio, y entre las pinturas que todavía perviven podemos ver un elefante, un dromedario, un simio, un ibis, y alguna que otra especie más africana que soriana.

Y digo eso de las pinturas porque un marchante americano, allá por 1922, expolió una parte importante de las mismas; el Tribunal Supremo de la época, en 1923, encima le dio la razón, y solo gracias a gestiones diplomáticas (y creo que a la entrega de un claustro segoviano que se puede ver en el MOMA), podemos ver parte de las mismas y una tosca recreación del edificio en el Museo del Prado.

La ignorancia de la gente del pueblo no había mejorado mucho en mil años, ya que según me cuenta mi buena amiga María Jesús, precisamente natural de Caltojar, le constaba la construcción se utilizaba cuando llegó el americano para… ¡guardar ovejas! (tanto es así que espero se aprecie en una de las fotos que obtuve, el orificio practicado en la parte superior de una de las paredes (pasando por supuesto de las pinturas que tuvieron que destrozar para ello),  al objeto de poder tirar paja al ganado desde arriba con más comodidad).

Vamos ya a ver qué tal las fotos, y ya me podéis disculpar, os aseguro que pongo en ello mi mejor intención pero sé que no soy muy buen fotógrafo. Perdonadme.

Para algunos, San Baudelio es la Capilla Sixtina del románico.

La extraña palmera que sustenta la construcción:

Las huellas de lo que esquilmó el americano (el original de esta escena de caza se puede contemplar como os decía en el Museo del Prado).

Es la primera vez que veo al Espíritu Santo en una iglesia boca abajo. Pudiera ser otra burla del genial constructor, seguramente convertido a la fe verdadera la fuerza.

Y la parte inferior son los restos que se pueden contemplar de la pintura que representaba aun ibis, este si en posición más preferente o más digna que la paloma invertida.

Estas pinturas sí son Románico puro

Los arcos son de puro estilo mozárabe

Construyeron sobre la gruta del eremita, para que os hagáis una idea. No se ve un pijo, pero es que no dejan usar flash.

Típico del románico, las paredes adornadas con las pinturas simulando formar cortinones.

Un dromedario

Junto al simio

Un elefante y parece un oso (y el blasfemo agujero oradando la pared con las maravillosas pinturas para arrojar la paja al ganado sin tener que utilizar la escalera).

La escalera que les costaba tanto bajar

El fantástico aspecto original que nos muestra la simpática guía debía de tener el edificio en su conjunto.

Un guerrero

Agrada ver que siempre hay grupos escuchando muy interesados las explicaciones de la guía.

La ultima panorámica, antes de abandonar este lugar único, con la sensación de que el viaje ha merecido la pena.

Y resulta que esta solución de la palmera, no se encuentra que yo sepa en ningún otro templo románico……excepto en el cercano pueblo de Caltojar. Vean la bonita iglesia de San Miguel y la influencia “botánica”, y el pulpito de alabastro de una sola pieza y en el que aún permanecen restos de su colorido. Me hubiese gustado mostrar también el magnífico coro con su gran valor en riquísimas maderas talladas, pero un cura anterior, que al parecer era también un poco borde, cuando se dieron cuenta en el pueblo, ya lo había vendido. La triste condición humana, que como se ve también afecta a los clérigos.

Por cierto, Caltojar tiene casi todas sus vallas, paredes medianeras, etc., dedicadas a Picasso, y decoradas con copias, algunas versionadas, de sus pinturas. En 1981 hicieron un homenaje a Picasso, y ahora han cuidado de repintarlas. Merece la pena la visita. Para comer, Berlanga.

Otra cosita; la catedral de Berlanga tiene también su punto friki: un Cristo con una especie de sombrilla y el famoso “lagarto de Berlanga”, un caimán colgado nada más se accede al templo, probablemente regalo y exigencia e algún indiano.

Imposible no recordar (y vaya desde aquí nuestro homenaje), al homónimo cachondísimo y gran maestro, el genial director Luis Garcia Berlanga, cuyas películas (inolvidable aquel Patrimonio Nacional, y Bienvenido Mister Marshall), estaban además literalmente plagadas de frikis.

Delenda est Moscardó.