En el año 2008 acaece un suceso económico que los ricos llamaron crisis y los pobres estafa. En el año 2019 en esas seguimos, y el futuro parece que augura tiempos peores.
A principios de 2014 el movimiento 15M toma cuerpo político, al menos así se presentan sus fundadores, en Podemos. Esta nueva formación impide la resurrección de Izquierda Unida, que superaba al PSOE en la intención directa de voto en las encuestas a las elecciones europeas. En estas elecciones, su primera contienda electoral, consigue un resultado positivo no esperado, que no es sino el principio de un meteórico ascenso de votos.
El IBEX35 debió asustarse y encargaría encuestas que les haría ver que la formación política que auparon para la enésima travesía del desierto de IU no era un azucarillo que se diluiría en el océano del PSOE. Parecía que la gente tomaba conciencia de su proletarización por culpa de los mangoneos de los ricos, y que el espacio de la pseudoizquierda que siempre había ocupado el PSOE podría hacer aguas. No estaba mucho mejor el Partido Popular, que empezaba a flaquear, pero sus votantes se quedaban en casa antes que pasarse a los rojos del puño y la rosa.
La crisis-estafa no remitía, y si los perroflautas se hicieran con una hipotética mayoría no absoluta, que los votos los carga el diablo, el engaño del bipartidismo desde 1977 saldría a la luz descaradamente ante los ojos de los españoles si se vieran forzados a un consenso PP-PSOE en el Congreso, que posibilitara un gobierno de concentración ante el desastre que supondría la alianza de los podemitas con los nacionalistas, cuyo resultado diera la posibilidad de formar gobierno.
Los empresarios necesitaban un partido político que pudiera servir de apoyo a cualquiera de los dos grandes mantenedores del sistema borbónico instaurado por el dictador Franco para evitar el pacto a la desesperada ante el pueblo español de los partidos que siempre se han presentado a la sociedad española como antagónicos, siendo ambos defensores del neoliberalismo, que es lo que a ellos les interesa, que lo de la Memoria Histórica o el matrimonio homosexual les trae al fresco.
Descartaron a UPyD, formación que no conseguía despegar. Mirarían por todos los parlamentos autonómicos y he aquí que encontraron en Cataluña a su Podemos de derechas. El origen pepero de su líder era innegable, su adhesión al régimen del 78 era inquebrantable, y el nombre en catalán era exportable al resto de España con solo cambiar o añadir alguna letra sin que levantara recelos.
De Ciutadans a Ciudadanos. La pega de que ese líder fuera catalán se diluiría con su presencia en cuantas tertulias políticas se difundieran por las televisiones generalistas, todas en manos empresariales interesadas, por cuanto su anticatalanismo se exhibiría como uno de sus mejores activos.
Las elecciones primaverales de 2019 han dejado un panorama desolador. Los pactos han tenido que funcionar para que ayuntamientos y comunidades se hayan podido formalizar. La hecatombe del PP habría sido más evidente si en Madrid no hubieran conseguido la alcaldía, y parece ser que también la presidencia de la comunidad. Ciudadanos tenía muy fácil no haber hecho los pactos a la andaluza y dejar caer al PP, su enemigo electoral. Pero al IBEX35 todavía no le conviene amortizar a los del pájaro carroñero, no ven a Ciudadanos aún como un partido tan estructurado y cohesionado como al partido fundado por el ministro franquista.
La suma PSOE-Cs da mayoría absoluta. Es el momento de asumir el papel que los empresarios le asignaron al joven Rivera cuando le ofrecieron sacarlo de su ostracismo catalán. Por el bien de España, entendiendo a España como el sentimiento de una bandera, una corona y un crucifijo, no como el conjunto de sus ciudadanos, esta vez en minúscula.
Pedro Sánchez habría entendido el mensaje del pueblo español, que sobrepondría a los deseos de su militancia partidista. Albert Rivera albergará la esperanza de que demuestra así a sus protectores que el PP ya es agua pasada, y la coalición bipartidista del borbonismo ya habría tomado su cuerpo definitivo, que los españoles se hubieran tragado sin saberlo, no en vano sería la farsa política mejor urdida de la España moderna.
Quizá esto salvara al PP de su desaparición y no veríamos a las ratas abandonar el barco, le habría tocado el papel de gancho en la partida de los trileros del Poder. El atado y bien atado definitivo.