En España, según el avance informativo que hizo público el pasado 7 de julio la Dirección General de Desarrollo Rural, Innovación y Política Forestal, en lo que va de año ha habido un total de 6.879 siniestros – incendios forestales -. De ellos, 4.248 han sido conatos – menores a una hectárea – y los 2.631 restantes incendios – superiores a una hectárea -. Estos datos superan la media de los últimos diez años – 6.117 siniestros -. Respecto al total de hectáreas quemadas, en lo que va de año, los datos llegan a las 48.459,59 hectáreas – según datos provisionales – lo que supera en un 21,8% los datos de la última década – 39.793,81 hectáreas.
El tercer dato más alto del último decenio, por detrás de 2012 y de 2017. Las regiones más castigadas han sido Asturias, Cantabria, Galicia, Euskadi, León y Zamora las cuales reunen el 47,49% de los conatos e incendios en lo que va de año. En este mismo instante una gran cantidad de personas trabajan para controlar los incendios en Ávila y Almería. España es el segundo país Europeo por superficie quemada anual – según el informe presentado por WWF -.
Los incendios forestales son un grave problema ecológico, social y económico
Más de mil millones de euros al año son destinados para poner en marcha medidas de extinción y solamente un 20% del total, 300 millones de euros, para prevenirlos. Algo que debería preocuparnos si tenemos en cuenta la alta inflamabilidad de los bosques y el contexto del cambio climático, algo que traerá como consecuencia incendios cada vez más peligrosos.
La solución no sería únicamente aumentar la inversión en prevención,eso sería insuficiente. Para prevenir algo tenemos que conocer el origen o dicho de otro modo, las razones por las que ocurre. Esto nos lleva a nuestra primera pregunta, ¿Qué es necesario para que se dé un gran incendio forestal? El combustible – en este caso la vegetación -, la humedad, la ignición y la meteorología. Para que se den todas estas condiciones, el corto plazo no nos vale. Si se analizan los cuatro elementos aquí nombrados se ve que lo menos importante es la fuente de ignición. No importa que lo que empiece el fuego sea un rayo o una colilla, no por lo menos a la hora de prevenirlos. Lo que importa es el estado de los tres elementos restantes, que se den o no las condiciones apropiadas, será lo que acabe en un gran incendio o no. Un gran ejemplo lo tenemos en Gran Canarias, donde el fuego está devorando la isla.
Elementos necesarios:
El combustible, marcará la intensidad que vaya a tener el incendio y esto, a su vez, la dificultad a la que se enfrentarán las personas que en su extinción participen. Un bosque que posea árboles de más de tres metros, estará condenado a ser un gran incendio forestal. Y si a eso le sumamos la falta de recursos materiales, empeora la situación.
La humedad, es otro factor importante. Si el clima es únicamente lluvioso será imposible que los árboles prendan fuego. Pero cuando llegan las temporadas en las que apenas llueva, esos árboles se van secando hasta convertirse en combustible adecuado para la ignición. La propagación del incendio dependerá de la humedad que posean esos árboles.
Cuando estos dos factores son adecuados los otros dos factores vienen seguidos. Si se diera la ignición habiendo suficiente cantidad de hojarasca – combustible – y un porcentaje propicio de humedad, dependería de la meteorología que se propague y se convierta en un gran incendio forestal o no. Cualquier vendaval veraniego u ola de calor nos valdría para obtener la mezcla perfecta.
¿Qué ‘soluciones‘ proponen los políticos?
Entonces, ¿se podrían considerar suficientes las leyes basadas únicamente en castigar al infractor? Eso cuando hay infractor, claro. En Gran Canaria se podía haber evitado la destrucción de tantas hectáreas. Esperemos que la catástrofe que esta padeciendo la isla sirva para darnos cuenta que los responsables son nuestros dirigentes, los cuales, todos a la vez, dicen que ahora no hay que criticar, que cuando ‘salvemos la isla‘ ya hablaremos.
Nos dicen que lo único que podemos controlar es la gestión de los bosques y por ende, las leyes se centran, al igual que las ayudas en eso. Pero ¿qué pasa con el clima? ¿Acaso ha cambio de manera tan drástica de forma natural? Está claro que no.
Pero la solución que nos dan es que no comamos carne, que eso frenará el cambio climático. Nos muestran como ejemplo la vida ‘ecologista‘ de personas que comenzaron sus costumbres sanas para ‘salvar al planeta‘, para que tomemos ejemplo.
Ellos en cambio, se dedican a crear leyes que permiten que las grandes empresas, esas que controlan el mundo, sigan destruyendo todo a su paso con el único fin de seguir consiguiendo beneficios. Sin que tengan ninguna responsabilidad, ni tengan que reparar lo dañado. Son los mismos que nos dicen a los pobres que no comamos carne y que reciclemos, que no nos unamos, que como todo conseguiremos ‘salvar el planeta‘ de manera individual.