“Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política para que sea cosa de dos. No podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras”. Clara Campoamor.
Así lo manifestaba Clara Campoamor en el año 1931, la mujer estaba fuera de todas las decisiones políticas. No hace ni un siglo desde que las mujeres pudimos votar. El logro de estos derechos nos permitió a las mujeres dejar de estar solamente pendientes de las tareas domésticas para empezar a participar y formar parte de las transformaciones sociales.
No les fue fácil ya que son el resultado de muchos años de luchas que llevaron adelante muchas mujeres que se organizaron colectivamente, fueron ellas las que pusieron no solo sus cuerpos para dar voz a todas.
El logro de poder ejercer nuestra participación ciudadana como un pleno derecho es un reconocimiento porque somos parte de la sociedad, por lo que era injusto que no tuviéramos los mismos derechos.
Todas ellas dieron las discusiones que había que dar para que tengamos las explicaciones sobre por qué éramos ciudadanas de segunda, llevaron a todos los espacios políticos nuestras demandas para que hoy tengamos un lugar que nos correspondió siempre.
Este reconocimiento de las mujeres en la esfera política significó ceder privilegios naturalmente adquiridos por el sexo masculino, la exigencia iniciada por los colectivos feministas en diferentes países solo tenían un deseo muy firme que era transformar la sociedad patriarcal en una sociedad más igualitaria en términos de derechos, como es el derecho a votar y a ser votadas.
Se han dado pasos firmes en las conquistas de derechos para las mujeres la participación en la política es uno de ellos, aunque somos conscientes que aún persisten obstáculos estructurales, socio-económicos, culturales e institucionales que ponen límites a la participación femenina en todos los espacios de toma de decisiones.
Siendo esto realmente muy difícil de visibilizar ya que las prácticas políticas están íntimamente ligadas con los patrones culturales impuestos por una sociedad patriarcal que está continuamente midiendo y hostigando a las mujeres, tomándolas doble examen para poder ocupar un lugar dentro del ámbito político.
Siempre tenemos un techo y no un piso como punto de partida, simbólicamente nos marcan las condiciones y limitaciones desde el comienzo, haciendo que nos sintamos evaluadas todo el tiempo, es un acto discriminatorio e intimidante que nos empuja en algunos momentos a tomar actitudes masculinas para poder lograr la aceptación en la escena política.
El empoderamiento femenino se mira de una manera confortativa, disruptiva que llegó para para poner en agenda los temas que nos afectan y preocupan a las mujeres. El poder discutir, cuestionar todo y cuando decimos todo es “todo”.
Para cerrar quiero compartir esta frase: “la libertad se aprende ejerciéndola“, de Clara Campoamor, que hace referencia al poder participar siempre teniendo un rol socialmente aceptado, y poniendo en valor nuestros lugares o roles como mujeres dentro de la sociedad. Esto nos posibilitó ejercer la libertad de ser parte de las actividades públicas con mayor visibilidad.
Las mujeres vinimos a ocupar lugares políticos para mejorar, humanizar las prácticas como así también las decisiones políticas, la mujer cumple otro rol en la política, un rol fundamental con acciones concretas, somos más organizadas, sabemos de dónde partir para poder llegar a los objetivos propuestos.
Es muy importante que se tome conciencia de la importancia de la participación de las mujeres en la política porque el amor es un hecho político y el amor tiene cara de mujer.