Cuando leemos Mariana Pineda, de Federico García Lorca, conocemos a varios personajes históricos de importancia. Uno de ellos es Fernando Álvarez de Sotomayor y Ramírez, militar y liberal, y la pareja de Mariana en la obra.
La descendencia del liberal consta de numerosos ejemplos reseñables. Desde la poeta y escritora del siglo XIX María Francisca Álvarez de Sotomayor Flores, hasta Pedro Álvarez de Sotomayor Flores general y gobernador de Ceuta y Melilla, hasta Fernando Álvarez de Sotomayor Flores el director del Museo del Prado y la Academia de San Fernando, inmortalizado por Camilo José Cela en “Mazurca para dos muertos”.
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José Martínez Álvarez de Sotomayor, más conocido como Pepe Soto, nace en Cuevas del Almanzora (Almería) a poco más de 20 kilómetros de Murcia. En aquél entonces, por la riqueza minera de los alrededores, se trataba del segundo municipio en importancia dentro de la provincia. La industria minera había atraído a gran cantidad de clase obrera y a burguesía de otras zonas más favorecidas, como Catalunya, Euskal Herria o Madrid. La población está en su punto álgido cultural. Numerosos periódicos se imprimen en ella y se publican numerosos libros de autores locales o atraídos a la ciudad.
José nace segundo hijo de Teresa Álvarez de Sotomayor Flores, natural del municipio y con amplias capacidades musicales, y Pedro Martínez Soler. La fecha es el 28 de septiembre de 2019.
Aunque podríamos hablar largo y tendido sobre este peculiar personaje, lo que nos trae al caso es el uso de la lengua andaluza, sobre todo escrita. Y he aquí el motivo por el que justamente el 28 de septiembre está considerado por los sectores soberanistas del andalucismo como El Día del Habla Andaluza. Hasta donde sabemos, Pepe Soto fue la primera persona en escribir en un andaluz más o menos estructurado.
“¡No te vayas, Andrés, al trebajo; no te vayas, q’el pan que comemos con los cuartos que traes de la Sierra me sabe a veneno! Conque ya lo sabes, déjate esas minas, y en contao q’al lugar abajemos, tú verás cómo yo encuentro tierra pa tomarla a rento”. Pan de Sierra, Pepe Soto.
Después de él literatos de todas las épocas han continuado en esta labor de transcribir el habla del pueblo andaluz, quizás el más conocido sea el premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez.
“(…)— «Mare, me jeché arena zobre la quemaúra. Te yamé, te yamé dejde er camino… ¡Nunca ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían, mare, y yo te yamaba, y tú nunca benía!». Juan Ramón Jiménez, la Carbonerilla Quemada.
No es de extrañar (si revisamos casos como el del “voseo” del habla de estados como Argentina y Uruguay) que la RAE ha atacado continuamente este tipo de iniciativas. Más allá de eso, este mismo texto que transcribimos ha llegado a ser objeto de ejercicios de corrección en libros de texto para niños.
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Juan Porras Blanco (“Huan Porrah”) es Licenciado en filosofía, especializado en antropología social y fue concejal del ayuntamiento de Mijas (Málaga). Presentó un método de transcripción al andaluz, con el que llegó a publicar en 2017 una versión del clásico de Antoine de Saint-Exupéry llamada “Er Prinzipito”. Inmediatamente, Arturo Pérez-Reverte y medios como El Español cargaron con insultos contra esta iniciativa y contra el SAT, que la apoyaba.
¿Qué contexto separa, fundamentalmente, la escritura andaluza de Juan Ramón Jiménez de métodos posteriores?
Principalmente una situación de andaluzofobia. El habla andaluza se ha ido convirtiendo, merced a una presión desde la meseta, en un arma arrojadiza usada por la andaluzofobia. Se ha equiparado el hablar de manera diferente con incultura.
En las televisiones lo vemos: durante muchos años en las películas y series, la mayoría de figurantes de origen andaluz dan vida a limpiadoras, albañiles, etc. en la televisión estatal, mientras que en programas como Polònia de TV3 se usa principalmente en toreros o guardias civiles.
Al gremio de actores se les promueve asistir a cursos para “neutralizar el acento”. Al mismo tiempo, los papeles de personas andaluzas los hacen con frecuencia figurantes de otros lugares forzando un falso acento (recordemos, por ejemplo, a “la Juani” de la serie Médico de Familia).
Este tipo de actitudes ha sido promovido también desde dentro. La Junta de Andalucía nunca ha abogado por respetar su propio estatuto de autonomía, que en su artículo 10, punto 3º, define que “la Comunidad Autónoma, en defensa del interés general, ejercerá sus poderes con los siguientes objetivos básicos (…) La defensa, promoción, estudio y prestigio de la modalidad lingüística andaluza en todas sus variedades”. Prueba de ello es que en Canal Sur apenas se escucha hablar en andaluz en la mayoría de programas, aunque quienes lo presenten lo sean.
Esto ha llevado a una contrarrespuesta social de una generación de andaluzas y andaluces que han oído a sus profesores decirles en su infancia que “hablaran bien”. Un sector de Andalucía ha decidido plantarse y decir que hablar diferente no es incultura. Que esto sólo oculta una aporofobia o xenofobia importante, que esto no se hace en ningún otro lugar del estado con otras maneras de expresarse.
José María Pérez Orozco (1945-2016), profesor, escritor y sindicalista fue buen otro fiel defensor del andaluz al que merece darle una mirada en más profundidad.
Además de todo esto, existe numeroso material en andaluz a lo largo de las décadas, desde poemas hasta almanaques.
Quizás el punto débil de la escritura propuesta por Huan Porrah, a tenor de parte de quienes le han leído, sea una polarización del habla andaluza. Si por algo se caracteriza “el andalú” es por su variedad. Leyendo “Er Prinzipito”, mucha gente tiene la impresión de estar leyendo una variante más de Sevilla, Cádiz o Huelva, lo que hace que, en Granada, Jaén o Almería, por ejemplo, no sienten que se les haya tenido tanto en cuenta. Una nueva iniciativa en la escritura del habla andaluza nace de la mano de Er Prinzipito Andalú, que tiene una propuesta que intenta aglutinar las diferentes variantes del habla andaluza bajo un único sistema de escritura.
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