Quizás no tanto en Argentina, e incluso en América Latina, pero los progresistas de España se quedaron perplejos cuando supieron que Cristina Fernández de Kirchner, la expresidenta de izquierda más admirada por estos lares, no aprovechó su posición de fuerza política, y su correlación favorable en términos sociales, para imponer en el campo progresista de su país su candidatura a la presidencia.
Tardamos un poco en entender que se trataba de una estrategia para la que hace falta no solo inteligencia política como ha demostrado ella, sino también una generosidad y una ausencia de ego, que no se suele encontrar en las altas esferas políticas en las que se mueve la anterior mandataria argentina.
Porque para entender que su propio liderazgo es tan odiado como amado, por lo que impone un techo electoral -y un suelo- imposible de romper, hace falta inteligencia política, pero para actuar en consecuencia es necesario una falta de ego que no distorsione la realidad haciendo pensar a la dirigente que ella podrá superarlo, y para llevarlo a cabo hasta las últimas consecuencias, la generosidad es imprescindible.
Cristina Fernández de Kirchner ha maniobrado para aportar el alto suelo electoral que garantiza su figura política, acudiendo a las urnas como candidata a vicepresidenta, en primer línea pero de manera secundaria, dejando que Alberto Fernández, sea el candidato a la presidencia de Argentina.
La elección de Alberto Fernández, además, ha sido valiente por parte de Cristina porque las relaciones políticas y, de rebote las personales, entre ambos se habían congelado. Alberto Fernández cargó duramente en varias ocasiones contra la dirigente peronista, aseverando que había echado por la borda todo lo que Néstor Kirchner había lorado durante su mandato.
Sin embargo, la política neoliberal de Mauricio Macri ha hecho a la izquierda argentina retomar el pulso de la realidad, centrando la atención, no en lo poco que les separa, sino en lo mucho que les une. A causa de ello, y también gracias a la generosidad y altura política de Alberto Fernández, la estrategia de Cristina se ha podido cumplir.
Las encuestas no dejan mucho margen a la imaginación, al igual que las primarias internas celebradas hace meses: la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner vencerá, con toda probabilidad, en las próximas elecciones del domingo. Lo que supondría, en lo interno, una salida del neoliberalismo de la economía argentina, y en lo externo tendría un fuerte impacto que ElEstado.Net analizó en un texto disponible aquí.