Son muchos los que han considerado al presidente de Ecuador, Lenín Moreno, como un “loco” o un “imbécil” tras anunciar que la Venezuela de Nicolás Maduro estaría detrás, organizativa y económicamente hablando de las protestas que se dieron durante las dos primeras semanas de octubre en su contra.
Si la realidad no estuviera contaminada por la manipulación mediática difuminada por los medios de comunicación masivos en manos de grandes empresas, fondos buitres, la banca privada, las oligarquías de las naciones más importantes del Mundo y las dictaduras de Oriente Medio, sí se podría calificar de esa manera al mandatario ecuatoriano.
Pero la lógica ha sido sustituida por información. Falsa. Información falsa. Y Lenín Moreno lo sabe. Por lo tanto al conocer que la realidad es la que los medios de comunicación de alcance masivo dicen que es, aprovecha la coyuntura para expresar ciertos argumentos que le permiten posicionarse en el imaginario colectivo con una correlación de fuerzas favorables. Estos argumentos refuerzan las posiciones que su gobierno sostiene, que no son otras que en las que Estados Unidos lleva trabajando desde hace décadas.
Al implicar al gobierno de Venezuela, sin aportar pruebas ya que la imagen de “dictadura cruel y sanguinaria” conseguida tras lustros de manipulación contra el proceso bolivariano es más que suficiente, Lenín Moreno consigue liderar la batalla de las ideas en Ecuador en varias cuestiones muy importantes.
- Criminaliza a los ciudadanos venezolanos que están en Ecuador. Su gobierno ha sostenido un relato racista que señala a todos los venezolanos como delincuentes, lo que ha provocado que muchos ecuatorianos los maltraten incluso físicamente, además de humillarlos. Esta estrategia responde a un intento de que, si no vuelven a Venezuela a malvivir a causa del intenso bloqueo estadounidense apoyado por el sector privado, vuelquen su rabia contra el gobierno bolivariano por la situación en el país, consiguiendo hacer hegemónico el discurso de que el contexto venezolano responde no al bloqueo, sino al mal desempeño de Maduro y su gabinete.
- Profundiza la mala imagen de Nicolás Maduro y su gobierno. Al implicar a Venezuela en las protestas, Nicolás Maduro aparece tal y como lo hace en el relato de los medios conservadores: “un dictador que no respeta la democracia“.
- Anula su responsabilidad en la gestión de la represión. Al crear un enemigo externo que es violento, Lenín Moreno no solo consigue una justificación para la represión que causó ocho muertos (“había que responder proporcionalmente a la violencia extranjera de los insurgentes venezolanos“), sino que reduce la importancia de lo que realmente importa: las medidas neoliberales tomadas por su gobierno que provocaron las manifestaciones masivas.
- Roba el contexto de las actuaciones de los que protestaban. Las acciones contra la propiedad privada de algunos manifestantes se comprenden tras un bombardeo de Lenín Moreno a población civil refugiada y a la represión con fuego real a manifestantes desarmados y pacíficos, una situación que los medios de comunicación privados silenciaron, lo que provocó la ira de la ciudadanía que, en una pequeña parte, decidió actuar con violencia contra el canal privado Teleamazonas. Al calificarlos como insurgentes venezolanos, Lenín Moreno evita tener que explicar las razones de esa situación, que no son otras que su represión (8 muertos, cientos de detenidos ilegalmente y miles de heridos de diversa consideración.
Si embargo, esto no es todo. Lenín Moreno también ha implicado, igualmente sin pruebas, a Rafael Correa en esta estrategia conspiranoica, por lo que consigue, al haber concentrado en sus manos el poder judicial en la mejor tradición de las dictaduras del Siglo XX y algunas actuales como la de Honduras, iniciar una persecución contra la izquierda ecuatoriana.
Nada más terminar las protestas, el gobierno de Ecuador allanó ilegalmente la casa de la Prefecta de Pichincha Paola Pabón, a la que detuvo, y la del secretario ejecutivo de la Revolución Ciuadana Virgilio Hernández. Sus amenazas contra diferentes cargos electos de la izquierda han llevado a asambleístas como Gabriela Rivadeneira a refugiarse en la embajada de México.
Con el precedente del vicepresidente Jorge Glas, en la cárcel desde hace más de dos años habiéndose publicado por ElEstado.Net que el proceso judicial fue un montaje, la agresiva retórica de Lenín Moreno y su Ministra del Interior María Paula Romo contra diversos dirigentes de la Revolución Ciudadana, está pensada para provocar una desmovilización que termine de anular la organización de una candidatura de izquierdas de cara al 2021.