El 25 de marzo de 1936 los campesinos extremeños se levantaron a tomar las tierras que trabajaban. Hasta entonces, los latifundios habían sido el sistema impuesto por los “señoritos” (desde el siglo XIII con la Reconquista), los cuales eran dueños y señores de las tierras donde los campesinos se dejaban alma y cuerpo.
Ese día sobre las cinco de la mañana entre 60 000 y 80 000 campesinos se concentraron en muchos pueblos de Extremadura. Tomaron en total más de 3000 fincas en 280 pueblos distintos.
La reforma agraria había sido negada durante siglos. La Segunda República trajo una Ley de reforma agraria muy prometedora que no llegó a implementarse al 100%. Entre sus puntos se encontraba la expropiación de los grandes latifundios para repartir entre sus jornaleros, subida de salario, jornadas de ocho horas y seguros de accidentes entre otros.
En el año 1934 se llevó a cabo una gran huelga campesina que terminó con 10 000 detenidos. Ese fracaso sin duda fue utilizado como lección para aprender para el que sería el siguiente intento.
El año 1936 empezó con un crecimiento del desempleo agrario, algo que se sumaba a una gran crisis económica y una larga temporada de lluvias. Estas provocaban que las tierras no pudieran ser trabajadas y en consecuencia los campesinos no tuvieran un jornal. Una suma de condiciones propiciaron la revuelta de los trabajadores de la tierra.
El Instituto de la Reforma Agraria no tuvo otra opción que legalizar las ocupaciones al ser tan grande el número de jornaleros que tomaron las fincas.
Pero con el golpe de julio de ese mismo año llegaría también la venganza de los terratenientes. Los días 14 y 15 de agosto se produjo “la matanza de Badajoz”, se asesinaron miles de personas en la plaza de toros de Badajoz. Muchos de los campesinos que habían participado en la revuelta fueron fusilados por la Columna de la Muerte del teniente coronel Yagüe. Los antiguos propietarios recuperaron sus fincas.
Una multitud de reporteros extranjeros cubrieron la matanza. En publicaciones como Le Populaire, Le Temps, Le Figaro, Paris-Soir, Diário de Lisboa y Chicago Tribune se hacían eco de las ejecuciones en masa en distintos lugares de Badajoz y de como los cadáveres cubrían el suelo de la ciudad. En la página web de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEX) se recogen distintos fragmentos de dichos artículos:
…Alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (…) Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…) Los arrestos y las ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos cuerpos (…)”. Jacques Berthet, de Le Temps.
«Elvas, 17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda la mañana de hoy continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de personas ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas excepcionales figuran varios oficiales que defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes: el coronel Cantero, el comandante Alonso, el capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales y soldados. Al mismo tiempo, y por decenas, han sido fusilados los civiles cerca de las arenas». Le Populaire.
Los campesinos de Extremadura protagonizaron un capítulo histórico en lo que a conseguir derechos se refiere. En parte gracias al gobierno de la Segunda República, en mayor parte gracias a la determinación de un grupo de hombres y mujeres que lucharon por un futuro mejor. Otro capítulo olvidado por quiénes escriben los libros de historia y otro avance roto por el golpe de estado del 36.