Muchos son los episodios que en Ecuador han hecho visible el despotismo criminal de la minoría pudiente contra la mayoría explotada en Guayaquil.
Uno de los más relevantes sucedió el 15 de noviembre de 1922 bajo la presidencia de José Luis Tamayo, cuyos terribles hechos relata Joaquín Gallegos Lara en su obra “Las cruces sobre el agua”. Otro más ocurrió también en Guayaquil entre el 2 y 3 de junio de 1959, cuando Camilo Ponce ordena disparar contra la población que se rebeló en medio de una huelga general. También entre el 18 y 19 de octubre de 1977 los trabajadores del Ingenio Aztra que reclamaban sus legítimos derechos plasmados en un contrato colectivo de trabajo, fueron masacrados por orden de la “dictadura militar” de la época.
Siempre el “oficialismo” trató de minimizar estas masacres que causaron un número indeterminado de muertes, pero la memoria y el corazón del pueblo jamás las han olvidado.
Hoy en día a propósito del Octubre Glorioso, en el levantamiento del pueblo Ecuatoriano que duró 11 días en contra de las medidas económicas impuestas por Boltaire Moreno, títere de la mafia neoliberal y sumiso a las recetas dictadas por el FMI.
Específicamente la liberalización de los precios de los combustibles, y otras no menos oprobiosas “reformas” que comprometen la educación y la salud pública, las relaciones laborales y muchas otras camufladas en medio de un “proyecto económico urgente”.
Han caído 10 ecuatorianos a manos de la policía y/o los militares con disparos de escopetas, bombas lacrimógenas, “balas de goma” dicen. No han tenido reparo alguno, más de 1500 detenidos ilegalmente según el defensor del pueblo, más de 700 heridos por acciones represivas y exageradas de la policía y la fuerza armada.
Aún cuando todo ha sido público, los lacayos del gobierno, la “prensa corrupta”, “los sicarios de tinta” en franco apoyo a un gobierno caído y totalmente deslegitimado, aprueban las declaraciones “oficiales” de los ministros Jarrín (de defensa) y Romo (de Gobierno) que tratan de posicionar a toda costa que las muertes han sido accidentales y que las detenciones son “falsos positivos”. Hasta se han atrevido a decir que nunca antes se ha vivido un levantamiento como el de ahora, insistiendo en ocultar la historia de los permanentes derramamientos de sangre del pueblo que descontento se rebela contra los tiranos.
Lo que no habíamos visto desde la época en que Leonidas Plaza Gutiérrez traicionó al Gral. Eloy Alfaro, ha sido una traición tan perversa como la que Boltaire Moreno Garcés ha realizado no solo a quien lo posicionó como candidato a la presidencia, sino al pueblo del Ecuador que votó por un proyecto político, y que se ha visto burlado por el traidor que entrega el país a las grandes élites de la bancocracia, del inhumano capital representado por los empresaurios criollos y a las organizaciones imperiales como el FMI, en desmedro de los derechos de los ecuatorianos y de los grandes ideales nacionales.
Esta es la indolencia del político innoble, sobre cuya ambición ya había sentenciado Alfaro y que aún hoy le alcanza a este indigno de llevar sobre sí la Banda Presidencial “Ambición, ¡hada misteriosa!, corona resplandeciente de las nobles acciones y cráter donde se hunden las bastardas aspiraciones”.
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