¿Podemos tener ya un debate serio sobre Venezuela? Me refiero a reconocer a las partes políticas que toman disputa en el escenario político del país sudamericano, sin caer en las manipulaciones que señalan que Venezuela es un lugar peor que la concepción cristiana del infierno y que todo es culpa de Nicolás Maduro. Hace menos de un mes que estuve allí varios días, pero no comentaré nada de lo que vi porque al final la experiencia personal no se puede comprobar de ninguna manera, por lo que carece de validez en un debate que pretenda ser medianamente serio.
Atengámonos a los hechos. El primero es que Nicolás Maduro sigue en el poder. ¿Cómo es posible? Los medios de comunicación en poder de los grandes empresarios y banqueros, que concentran tanta riqueza en sus manos que a la mayoría de la población mundial no le queda más remedio que vivir en la pobreza o en la precariedad, dicen que allí se pasa hambre, que todo el mundo huye más que de ningún otro país (y a España siguen llegando más colombianos que venezolanos, y los que llegan son gente de dinero, no son los pobres los que huyen en la mayor parte, cuestión que merece otro análisis).
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Esas mismas fuentes de información expresan que tampoco hay medicinas, que existe una inseguridad insoportable, que la represión está presente de manera permanente, que los venezolanos han perdido la capacidad de consumo por la devaluación del bolívar. Algunas de esas acusaciones son ciertas, como la escasez de ciertas medicinas. Pero ¿por qué sucede? La causa siempre es la misma: Nicolás Maduro.
El presidente venezolano debe ser el peor de la historia si no es capaz de ofrecer a sus conciudadanos los recursos mínimos para que puedan tener una vida digna. Sobre todo liderando un país tan rico en recursos naturales e hidrocarburos. Por ejemplo, la empresa Citgo, que aporta cientos de millones de dólares a las arcas públicas, ¿qué se hace con ese dinero? Nada. ¿Por qué? Por que EEUU se hizo con su control el año pasado y le pasó la gestión a los elegidos por Guaidó que han provocado pérdidas millonarias, bajo gestión del gobierno de Maduro en 3 meses aportaba 600 millones de dólares, desde que Juan Guaidó se hizo su responsable, las ganancias han pasado a 270 millones, que tampoco han recaído en los ciudadanos del país.
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Han muerto cientos de pacientes diabéticos por falta de insulina. La medicina estaba retenida, a causa de las medidas coercitivas. Cada vez menos empresas navieras quieren cerrar acuerdos con el gobierno de Venezuela porque se exponen a revisiones aleatorias y a restricciones en diferentes puertos de países aliados de EEUU. Los bancos retienen los fondos con los que el gobierno de Maduro quiere comprar medicamentos debido al bloqueo económico.
Por no hablar de la especulación con el dólar paralelo para permitir a los empresarios afectos al golpismo continuado de los sectores radicales de la oposición liderados a Juan Guaidó, puedan subir los precios artificialmente, devaluando así el bolívar. Los ataques a las infraestructuras, como las que proveen electricidad, provocaron muertes en los hospitales, una agresión permanente que afecta al normal desarrollo político e institucional de la nación.
Pese a ello Nicolás Maduro sigue en el poder de manera cómoda, al no tener que enfrentar una masiva movilización popular que Juan Guaidó consiguió el 23 de enero durante su intento de golpe, pero que no supo mantener a causa de incumplir las promesas que iba haciendo a su base social. Las razones son varias, no existe la represión a la oposición, sino el reconocimiento a ella, mediante ejemplos tan gráficos como las invitaciones al diálogo para hallar juntos una solución a la crisis, no existe el hambre gracias a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), y la Gran Misión Vivienda de Venezuela impide que las familias de menores recursos estén en las calles.
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En el terreno político, Nicolás Maduro se ha destapado como un líder con una gran capacidad estratégica, supo vencer el terrorismo de las guarimbas con la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), quebró en un primer momento a la oposición con las elecciones presidenciales, y a día de hoy ha conseguido dividir al sector más radical de la derecha que no participó en ellas gracias a su larga apuesta por el diálogo y el regreso a los cauces constitucionales, tras haber logrado permanecer en el poder pese a todo.
Partiendo de un escenario en el que la oposición estaba unida, y el chavismo dividido tras la muerte de Chávez, en el que la derecha en su conjunto apostaba por el golpe de estado, desatando para ello la violencia en las calles, el desabastecimiento, el desconocimiento de las instituciones, el contrabando y el ataque a la infraestructura y a la economía del país, Nicolás Maduro ha hecho regresar a la mayor parte de la oposición al reconocimiento constitucional obligando a que desistan del golpismo, ha firmado un acuerdo en el que la oposición reconoce como válidas la mayoría de las propuestas bolivarianas, ha mantenido el Estado Social legado por Chávez, y ha puesto al país en la recuperación económica gracias a iniciativas como la del Petro.
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