A pesar de lo que pudiera parecer a nivel internacional y a nivel mediático, la gira de Juan Guaidó por países del extranjero no rindió los resultados que esperaban algunos voceros que presagiaban la caída de la Revolución Bolivariana.
Muy a pesar de los esfuerzos diplomáticos que han realizado algunos políticos que se han exiliado fuera de Venezuela, la gira no contó con la anuencia ni la presencia de líderes fundamentales en el ataque a Venezuela. La debilidad en el discurso de Guaidó, la carencia de argumentos sólidos, las denuncias por corrupción, los enunciados que recuerdan las intervenciones habituales en los países de América Latina, que contraponen las líneas de Washington dentro de su campaña para tratar seguir bloqueando a Venezuela, no parecen tener efecto dentro de los países “aliados” a la doctrina imperial, (sobre todo los de la Unión Europea) que lo acompañan en los esfuerzos para desestabilizar a Venezuela.
De cara a unas elecciones parlamentarias en donde varios políticos opositores y de extrema derecha han desertado de las filas de Guaidó, no parece tener el músculo suficiente para lograr la mayoría de los votos con los diputados existentes, y sobretodo ganar la legitimidad necesaria para encabezar un movimiento de oposición formal al chavismo.
La lamentable actuación en su gira por Estados Unidos, la visita a Miami en donde no congregó más de 400 personas, la fallida “reunión” con Donald Trump o con los sectores más recalcitrantes y guerreristas de las filas republicanas, ha hecho que Juan Guaidó enarbole una posición tibia, que no satisface al exilio cubano-venezolano que se encuentra en Miami (hambriento de una intervención militar).
No satisface las expectativas de los medios de comunicación internacionales ni las agencias mercenarias de la web (financiadas con dólares de la USAID), y no satisface a sus seguidores a lo interno del país caribeño, puesto que el discurso guabinoso y sin posiciones firmes, es básicamente un ejercicio retórico que se reduce a la búsqueda de financiamiento a su “causa libertaria“.
Severamente cuestionado por acusaciones de corrupción que probablemente tenga que enfrentar al regreso a su país, el primer hándicap que sufre el “luchador de la democracia” no es su manera de vestir, una mezcla entre Obama y Carlos Baute.
Se han evaporado millones de dólares, enviados por el Pentágono para el financiamiento de la campaña política en Venezuela (es bien conocido que el gobierno norteamericano está signado por la doctrina de la Guerra de IV Generación, y compra periodistas, medios de comunicación, articulistas, partidos políticos, intelectuales, sindicatos, etc.), y Guaidó no distribuye el sueldo ni paga sus deudas.
Acosado por múltiples denuncias que provienen de ex-militantes de su causa, afronta el desprecio de partidos que lo acompañaban y la negativa rotunda de otros a una posible intervención militar estadounidense para situarlo en el poder.
El otro hándicap que está afectando a Juan Guaidó en este momento es el inicio de la carrera electoral en Estados Unidos en la que Donald Trump enfrenta un impeachment por parte de los demócratas que están revisando todo lo que tiene guardado en el clóset, y quizás no sea el momento para declarar una intervención militar de esa escala en un continente que parece cada día más inestable, con mayores manifestaciones de represión contra los movimientos populares que buscan soluciones inmediatas a las necesidades de los pueblos subyugados por gobiernos neoliberales.
Al parecer no basta el apoyo de la Colombia de Iván Duque, la cual enfrenta procesos de insurgencia popular en manifestaciones que están demandando mayor transparencia, mayor democracia y un mínimo de respeto a los derechos humanos de los líderes políticos y líderes populares que están siendo asesinados selectivamente pero también masivamente.
En la Colombia de hoy la popularidad y el mandato de Duque pende de un hilo, y pareciera que no va a poder conseguir ni la reelección, ni posicionar ni siquiera un candidato de su partido. Tan grave está el panorama para los candidatos de extrema derecha que es probable que no puedan enfrentar el ascenso de líderes populares, líderes de centro e incluso líderes progresistas que luchan por un cambio radical de la sociedad colombiana.
En el caso de su otro “aliado hipotético“, el cavernario Jair Bolsonaro, observamos a un presidente silenciado, preocupado por sus problemas domésticos con una insurgencia que se cocina a fuego lento con el ascenso del PT. A pesar de la liberación de Lula Da Silva y su protagonismo, el líder sindical brasileño debe enfrentar la apatía política de las nuevas generaciones y la aversión a su figura acusada de corrupción y para algunos, símbolo de la “vieja política“.
Esta coyuntura le permite a Bolsonaro un poco de oxígeno, y debe concentrar sus esfuerzos en no dilapidar su capital político que se encuentra en el sector religioso y conservador, y quizás una agresión conjunta contra Venezuela no sea precisamente un factor positivo para este sector.
La pretendida “coalición” de países contra Venezuela hace aguas por todos lados. En el caso de Argentina, con el ascenso de Fernández existe una posición muy precavida y muy cauta, aunque ha declarado públicamente su oposición al gobierno de Nicolás Maduro y a la Revolución Bolivariana, ha estado buscando otras alternativas para expresar su descontento y su posición antagónica. La conformación del Grupo de Puebla, los intentos de establecer un Tratado de Libre Comercio con Europa y sus pretensiones de convertirse en un líder continental han perdido fuelle y potencia.
>>Venezuela: la importancia capital de las elecciones legislativas<<
Con todo esto, las próximas elecciones parlamentarias en Venezuela parecen destinadas a ser un reto más para el chavismo, un desafío de movilización popular con el fabuloso tejido orgánico que crece cada día con una fuerza moral y política de bases sólidas, inspiradas en valores como la solidaridad, la unión continental, la soberanía y la no injerencia en asuntos internos de otros países, que no decae y que se acrecienta cada día que pasa.
Pareciera que el pueblo venezolano ha encontrado en la austeridad y la guerra económica la valentía para re-hacerse, re-formularse en cada aspecto de su vida. Y así vamos.
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