Las de 2020 serán las quintas elecciones catalanas desde 2010.
El independentismo podría formar gobierno, pero necesitaría un acuerdo a tres bandas.
Se puede decir con bastante certeza que Cataluña es el territorio con la mayor complejidad política dentro del Estado. Para comprobarlo basta con echar un vistazo al calendario de elecciones anteriores: las que se celebren este año van a ser las quintas desde 2010.
Sea de izquierdas o de derechas, esta región desempeña un papel importantísimo en los programas de todos los partidos políticos. No hay más que ver el ejemplo de Ciudadanos, orgaización que ahora pelea por salir de la irrelevancia, pero que llegó a amenazar con un sorpasso al PP, que nació como reacción al auge independentista y tomó como insignia el nacionalismo español hasta la aparición de la ultraderecha.
Es precisamente esta extrema derecha la que más beneficiada se ha visto (de 24 a 52 parlamentarios) con el reflujo que experimentó el independentismo tras la sentencia del procés. Se trataba de un momento complicado para el secesionismo, que se mostraba estancado y falto de ideas, y encontró un oxígeno fundamental en las protestas por la condena de 100 años de cárcel a los líderes independentistas.
El saldo de las protestas
421 cortes de carreteras, centenares de heridos y otros tantos detenidos, tanto dentro como fuera de Cataluña. Hay que destacar a Dani, un joven madrileño en prisión desde octubre por solidarizarse con el pueblo catalán, por quien se realizará una concentración el próximo 15 de febrero. Son el saldo de las protestas que reactivaron el que está siendo el movimiento político más relevante en lo que llevamos de democracia moderna.
La gestión de estos sucesos fue algo muy criticado, especialmente desde sectores de la izquierda. Comenzó Tsunami Democrátic, plataforma impulsada por el Govern, pidiendo concentraciones pacíficas y desobediencia civil. Pero el relevo lo tomarían la CUP y Arrán, con manifestaciones que sumieron a las principales ciudades catalanas en la vorágine conformada por el humo que rezumaban los contenedores y las estruendosas sirenas de la Unidad de Intervención Policial. Éstas anunciaban que estaban al caer las cargas policiales, indiscriminadas e injustificadas en muchas ocasiones y dirigidas por el propio Govern, que horas antes llamaba a la protesta (“protestad, pero no demasiado alto”).
Posible escenario de cara a las autonómicas
Tanta movilización también se reflejaría en las urnas: los comicios del 10N otorgaron la mayor representación independentista de la historia (23 diputados). Teniendo en cuenta que estaba en su mejor momento de forma, sorprende que el independentismo fuera incapaz de llevarse el gato al agua. El apoyo a ERC, JxCAT y CUP se quedó en menos del 43% de los votos.
De cara a las autonómicas se abre un nuevo y complicado escenario. Todo parece indicar que estos tres partidos están condenados a entenderse (la suma de ERC y JxCAT no llega a la mayoría absoluta), a pesar de sus diferencias si quieren avanzar en su procés. Habrá nuevos actores: VOX irrumpiría con un potente 6% de los votos en el territorio que constituye su mayor preocupación.
Ciudadanos, por su parte, continúa confirmando su declive (perdería un 60% de los votos y de los representantes). Esto beneficiaría al PP que podría triplicar su representación, aunque toca esperar a ver qué pasará realmente. No habría que descartar una unión entre estas dos formaciones (opción que ya se está barajando para Euskadi, con Rosa Díez a la cabeza).
La izquierda no independentista, ECP y PSC, avanzaría, especialmente el partido socialista. En cuanto a los partidos soberanistas, solo la CUP, que conseguiría doblar sus apoyos (de 4 a 8 asientos en el Parlament), tendría algo que celebrar ante el patente estancamiento de ERC y JxCAT.
>Cataluña: pocas e irrelevantes diferencias programáticas entre ERC y JxCat<<
Además, han aparecido nuevos e interesantes datos sobre qué opina la calle catalana con respecto al procés. Casi el 48% cree que Cataluña se constituirá como estado independiente. Si observamos el desglose en profundidad, en JxCAT son los más optimistas (93,8% confía en el sí), seguidos de los votantes de la CUP (91,1%) y sorprende que uno de cada tres afines a ERC no visualice una Cataluña independiente.
En otro aspecto también coinciden espectros tan lejanos como son la derecha independentista que lidera Puigdemont y la izquierda a veces llamada “antisistema” de la CUP. Según indica electomania, los votantes de estos partidos son los únicos que confían más en Puigdemont que en Junqueras.
Según se quiera mirar, estas estadísticas pueden decir mucho o muy poco. Lo que parece seguro es que el independentismo está condenado a entenderse si no está dispuesto a renunciar a su desafío nacionalista. Está por ver si este sentimiento predominará frente a las diferencias que presentan las tres formaciones en lo que a sociedad y economía se refiere y cuánto podrán aguantar en un hipotético Govern. Será en mayo, como muy pronto, cuando se escriba este nuevo capítulo del best-seller que está siendo el procés. Hasta entonces, toda la política española se mantiene muy abierta, impredecible y a expensas de cómo actuar.