Tras el golpe de estado, la represión avanza a pasos de gigante en Bolivia. La dictadura persigue a los “narcotraficantes”, “vándalos” y “terroristas”, es decir: los movimientos sociales, antiguos miembros del gobierno, campesinos e indígenas que se manifiestan y son asesinados por el ejército (35 muertos y más de 800 heridos).
El golpismo criminaliza a las misiones internacionales de observación de derechos humanos, a la defensoría del pueblo e incluso a los periodistas, tildándolos de “guerreros digitales” o “terroristas informáticos”. De ese modo pretende enterrar la verdad bajo una montaña de falsas acusaciones.
>>Así se fraguó el golpe de estado en Bolivia (I)<<
Desde las elecciones del 20 de octubre, Bolivia atraviesa una crisis política que dista mucho de haber terminado. En el marco de un proceso electoral que recibió especial atención por parte de los medios de comunicación internacionales, el vicepresidente del Tribunal Electoral renunció por oscuras razones, lo que arrojó una sombra de sospecha sobre la victoria de Evo Morales por un 47,08% de los votos emitidos. Una diferencia del 10% (648.180 votos) sobre el expresidente derechista y candidato Carlos Mesa fue suficiente para ganar las elecciones en la primera vuelta.
De hecho, Mesa no esperó a los resultados para denunciar lo que para él era un fraude anunciado: lo había estado prediciendo durante meses. ¿Profecía autocumplida o huida hacia adelante? En agosto, las acusaciones de malversación de fondos que datan de cuando era vicepresidente de Bolivia en 2002 habían sido perjudiciales para su imagen…
Mientras tanto, el multimillonario Fernando Camacho, cuyo nombre aparece en los “Papeles panameños” y quien había perdido una lucrativa participación en el mercado en sus contratos de distribución de gas cuando Evo Morales llegó al gobierno en 2006 y decidió nacionalizar los hidrocarburos para renegociar los contratos, anunció un plazo de 48 horas para que Evo renunciara.
>>Así se fraguó el golpe de estado en Bolivia (II)<<
Fue en aquel contexto cuando la violencia de la oposición se desató con una furia desconocida: ardieron los tribunales electorales departamentales y sedes del MAS, sus representantes como la alcaldesa de Vinto en Cochabamba Patricia Arce, el exviceministro de interculturalidades Feliciano Vegamonte fueron linchados y agredidos…pero también los directores de medios como Bolivia TV y de la Radio de la CSUTCB (Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos), José Aramayo, siendo este último amarrado a un árbol, dando lugar a una escena más propia de la Inquisición medieval.
El presidente de la cámara de diputados Víctor Borda dimitió tras denunciar el incendio de su casa y el secuestro y agresión en su domicilio de su hermano, el abogado Marco Antonio Borda, por miembros del “Comité Cívico de Potosí”.
Días después su hermano hizo público un vídeo dirigido a los organismos internacionales, mientras se encontraba en recuperación en una cama de hospital. En él, denunciaba que “aparentemente había órdenes de atentar contra mi vida para pedir la renuncia de mi hermano (…) Si el Presidente no hubiera renunciado, mi vida habría estado en peligro”.
>>El golpismo recrudece la represión para evitar el regreso de Evo Morales<<
El ministro de minería César Navarro también renunció al cargo tras el incendio de su domicilio en Potosí y el intento de ahorcar a su sobrino. Un mismo guión meticulosamente aplicado por delincuentes actuando bajo la cobertura de supuestos “comités cívicos”, financiados por Fernando Camacho. Todo encaja: el mismo Camacho amenazó sin escrúpulos a quienes resistiesen al golpe, diciendo que tenía preparada una lista negra de “traidores” a lo Pablo Escobar.
Interludio tocado con maestría por la OEA, partitura escrita por Washington
Con vistas a las elecciones del día 19 de octubre, Bolivia había implementado todas las recomendaciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) respecto a la mejora del proceso electoral. Se habían dado varias reuniones entre el gobierno de Evo Morales y el secretario Almagro.
Era necesario asegurar la “transparencia” y la “credibilidad” tan deseadas, frente a las sospechas habituales dirigidas hacia los gobiernos considerados “populistas”. El sistema de conteo rápido llamado TREP formaba parte de ese mecanismo tranquilizador.
>>La OEA abre la puerta en Bolivia a la desestabilización y el golpismo<<
Pero ese supuesto chaleco salvavidas resultó ser un arma arrojadiza. El engranaje de la manipulación mediática se engrasó a la perfección, al pretender borrar el recuento tradicional en un país donde el voto rural e indígena ha sido históricamente favorable al MAS.
El exvicepresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE) Antonio Costas, quien dimitió de su cargo, no lo hizo por cuestionar el funcionamiento del conteo rápido TREP, al que consideraba positivo ya que “genera mucha confianza y desalienta el fraude”.
Sin embargo creyó que “el proceso pudo interrumpirse por un hackeo” de una empresa concurrente de la auditoria”. Después de verificación por Costas y el TSE, los datos del TREP después del paro detectado como un hackeo eran iguales. Porque, cuando dieron el primer reporte “el avance estaba muy fuerte, con alrededor del 10%”.
Según Costas, “la data no fue modificada”: “Los ingenieros de la OEA estuvieron todo el rato con el TSE en el momento de la transmisión del TREP, tomando fotografías del avance muy seguidas y el TSE tenía un avance hasta las 22h de casi el 94 %, pero habíamos suspendido la información al 83 %. Era del conocimiento de la OEA que el desarrollo del 83 al 94 % en un periodo razonable con 380 operadores transmitiendo la información”. Tampoco hubo violencia en el transcurso de la jornada electoral: “más de 200 observadores han certificado la tranquilidad de la jornada”.
La presidenta del Tribunal Supremo Electoral (TSE), María Eugenia Choque, aclaró que la TREP “fue suspendida para evitar confusiones con el resultado del sistema de cómputo de las departamentales”. La funcionaria aseguró que decidieron suspender este sistema porque los tribunales Departamentales arrancaron con el cómputo oficial y el TES no podía “tener funcionando dos resultados a la vez”.
>>Bolivia: la trampa de las elecciones<<
Según el Canciller Diego Pary, “no hubo interrupción en el TREP”, sino que el conteo oficial lo reemplazó. Pero “a solicitud de las misiones de observación se reinició el conteo TREP 24 horas después. Se dio a conocer una nueva tendencia, incorporando votos de regiones más alejadas del país”.
El golpe de estado en Bolivia ha sacado a la luz el doble juego de la OEA. De inmediato anunció, incluso antes de que fueran conocidos los resultados finales, que el proceso electoral no era creíble. El departamento de Estado de EEUU se apresuró a afirmar que “los Estados Unidos apoyan fuertemente el informe de observación de la OEA del 23 de octubre, que revelan un número de irregularidades que requieren ser enmendados”. Así dejaba claro al “mundo libre” cuál era la posición del gendarme mundial hacia el proceso electoral boliviano.
El gobierno de Evo Morales aceptó entonces su propuesta de enviar una misión de auditoría. Pero el candidato Mesa rechazó la misión de la OEA, reavivando las llamas. El coordinador de la auditoría electoral de la OEA hasta tuvo que dimitir para darle credibilidad al informe, ¡al ser el autor de una serie de artículos contra el gobierno de Morales!
Aun así Evo aceptó a su sustituto y se comprometió a que el resultado fuera vinculante. Finalmente, el comunicado preliminar de la auditoria de la OEA sobre el proceso electoral llegó una semana después, adelantándose dos días a la fecha prevista. No era de extrañar que denunciase irregularidades.
El Presidente Evo aceptó pues nuevas elecciones. Pero Mesa y Camacho los rechazaron. A pesar del anuncio del presidente Evo de respetar las conclusiones del informe OEA y permitir nuevas elecciones, la oposición siguió su estrategia golpista. Su objetivo era preciso: echar por la fuerza a Evo, perseguir al masismo y de ese modo acabar con un sujeto histórico colectivo.
Poco antes de su discurso de renuncia, Evo Morales reconoció que la OEA había hecho “un informe político y no técnico”. Por haber superado otro intento de golpe poco después de llegar a ser presidente en 2006, el gobierno de Evo pudo haberse preparado ante esa eventualidad.
Los cables confidenciales de Wikileaks podrían haber ayudado incluso a anticipar el modus operandi. El 21 agosto 2009, Hillary Clinton preguntaba a su embajada en La Paz: ¿qué tan preparada esta la oposición para usar la violencia en caso necesario? ¿Tiene algún plan para contrarrestar las fuerzas de seguridad con fines defensivos u ofensivos?
En otro cable el 10 septiembre 2009 Hillary insistía: “¿los lideres o grupos de la oposición planean protestar o manifestarse si sospechan de un fraude en las elecciones? ¿Tienen un plan para abstenerse de votar o intentar cometer fraude?”.
En contraste con la celeridad con que la OEA hizo público su primer comunicado incendiario, el informe final llegó con gran demora casi un mes después, el 4 de diciembre. En respuesta, un centenar de expertos internacionales ha exigido que “retire sus declaraciones engañosas sobre las elecciones, las que han contribuido al conflicto político y han servido como una de las ‘justificaciones’ más utilizadas para consumar el golpe militar”.