Lo que menos tiene el Ecuador en éstos aciagos momentos, es un líder que salga al frente y defina las políticas públicas de manejo de la pandemia en las áreas de salud, atención social, económica y política.
Pues aquel que tiene el cargo de presidente, no lo ejerce y está escondido en algún lugar, seguramente lloriqueando su ineptitud y sometido a sus grandes miedos.
Los que han quedado: el vicepresidente ilegítimo, (se ha dedicado a hacer campaña política mediática a fin de posicionar su imagen); como la ministra de gobierno y el ministro de salud, el director del IESS, y la Presidenta del COE nacional, que no atinan una.
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Se encargó la función de frentear la emergencia a una “fuerza de tarea” integrada por nada menos que el presidente de la banca estatal BANECUADOR, al jefe de gabinete, un novillero de pacotilla, al gobernador de la provincia del Guayas -un recadero del PSC-. No han hecho nada, todo son promesas y construcciones de frases bonitas a futuro, mientras tanto salen a la luz sobreprecios en la contratación de mascarillas por parte del IESS.
Y no solo eso, sino que destinan nada menos que 1.5 MM de dólares a una campaña para limpiar la imagen del IESS, y como si eso fuera poco, se dedican a buscar en Guayaquil un área donde establecer una “fosa común” para los apenas 70 muertos por COVID-19.
Porque los cuatro o más cementerios de Guayaquil no se dan abasto y los crematorios están colapsados cremando 50 cuerpos por día, amén de los cuerpos que están abandonados en las calles de la ciudad y otros permanecen en casas durante 3 y hasta 5 días antes que alguien vaya a realizar el levantamiento para poder darle sepultura. Algunos ciudadanos, en su desesperación han optado por cremar los cadáveres de sus familiares en plena calle.
¿Cómo creer entonces en las cifras oficiales? La policía reporta haber recogido 308 cadáveres el día lunes 30 de marzo y 111 el martes 31, eso suma 419 en apenas dos días. ¡Las cifras oficiales no cuadran!
En Guayaquil hasta el día de hoy han muerto 22 médicos y también enfermeros/as por falta de asignación de implementos de bio-seguridad (otra obligación estatal incumplida). Así es de terrorífica la situación real que vivimos los ecuatorianos, y más grave la que vivimos en mi ciudad Guayaquil.
La BBC de Londres, la CNN, elestado.net, cientos de periodistas y analistas alrededor del mundo dan cuenta de la terrorífica situación que se vive en Ecuador en Guayaquil.
Mientras tanto, el Gobierno de la mediocridad, gastando recursos económicos en tratar de posicionar la noticia de que todas son noticias falsas generadas por un “ejército” de troles, que actuaría desde México, pagados por Rafael Correa.
Los empresaurios tratando como siempre de ahorrar gastos innecesarios para no afectar sus utilidades, han empezado a despedir a sus trabajadores, aún cuando la emergencia nacional se los prohíbe. Es más, los despiden sin derecho a indemnización, es decir los echan a la calle sin un centavo aduciendo la terminación de la relación laboral por “fuerza mayor”.
Esto no solo es ilícito e ilegal, es una verdadera infamia, hasta ahora las autoridades laborales no se pronuncian, o han dado apenas una tibia respuesta: “no estamos seguros que la emergencia por esta pandemia califique como fuerza mayor”, así de ridículas nuestras “autoridades”.
¡Qué miserables e infames! Tratando de ocultar su propia ineficiencia, como aquellos que barren la sala y ocultan el polvo bajo la alfombra, hoy mismo hay un consenso entre la ciudadanía ecuatoriana:
- El vicepresidente debe renunciar o ser destituido por ineptitud manifiesta.
- Jorge Glas, el legítimo vicepresidente elegido por el pueblo debe ser restituido en su cargo.
- El presidente debe renunciar por incapacidad para gobernar y hacer frente a la crisis COVID-19, asumiendo la presidencia Jorge Glas, dispone las políticas públicas de sanidad, económicas y sociales para hacer frente a la pandemia, decreta la “muerte cruzada”, convoca una Asamblea Constituyente y continúa con el calendario definido para las elecciones 2021.
Así podremos empezar a recoger los despojos de un país y un Estado que ha sido diezmado no tanto por el coronavirus que ya ha sido bastante hijueputa, sino sobre todo por la miserable actitud de un gobierno traidor, inepto y vendido a las mieles neoliberales de la derecha que lo sostienen con apenas un 4% de aceptación popular.
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