La gestión de la crisis ha generado discusiones entre las principales formaciones políticas que conforman la coalición de Gobierno, Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP). Las discrepancias surgidas por el confinamiento y la economía han sido utilizadas para asegurar que el Gobierno de coalición se tambaleara. Pero, ¿alcanzan las fricciones al mantenimiento del Gobierno de coalición?
Discrepancias políticas entre PSOE y Unidas Podemos
La crisis sanitaria actual y las medidas a tomar han sido un punto de discusión entre Unidas Podemos y PSOE. Las discrepancias fundamentales se centraron en el plan de choque económico. La formación liderada por Pablo Iglesias, no se conformaba con el real decreto, también quería modificar los límites de déficit impulsando un plan de políticas públicas.
Otra de las primeras discrepancias ha sido referente a la economía. Mientras el PSOE se mostraba más cauto, intentando no disparar el gasto, Unidas Podemos ha defendido un plan más fuerte que se centra en la sociedad, en los trabajadores (aunque exija una inversión económica superior).
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Las diferentes propuestas de las dos formaciones generaron intensos debates, lo que dejó algunas medidas previstas sin ser adoptadas. La base de las fricciones surgidas se limita a lo económico.
Al no saber la duración aproximada de la crisis sanitaria, la formación socialista mostraba cautela, resistiéndose a tomar medidas más contundentes. La formación morada y roja por otro lado, ha seguido la línea de su programa, proponiendo medidas centradas en necesidades sociales. Aunque esto suponga un aumento del gasto.
Las presiones externas han llegado a dificultar -no impedir- el entendimiento, pero obviando la campaña mediática de ciertos medios afines a la oposición, no parece que las fricciones surgidas del debate político pongan en riesgo la coalición de Gobierno.
La presión de la derecha consolida el entendimiento
Las discrepancias políticas entre las diferentes formaciones que forman una coalición resultan decisivas a la hora de desatascar proyectos. Siempre y cuando la relación esté basada en la confianza y el respeto mutuo.
La situación actual obliga a tomar decisiones en tiempo reducido, lo que acrecienta las diferencias existentes entre ambas organizaciones. Aún así, han sido capaces de llegar a acuerdos que -eficaces o no- han creado medidas que intentaban responder a la situación actual.
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Las presiones y rumores compartidos por la derecha política y mediática, encaminadas a quebrar la coalición PSOE-UP, han empujado a los a las dos fracciones a reforzar la confianza y el respeto, que ya habían creado antes de la crisis sanitaria.
Los integrantes del ejecutivo progresista afirman que las presiones externas recibidas día tras día desde que comenzara la crisis, han ayudado a suavizar las aristas entre ambas. Las dos han aludido a su fuerte compromiso con la coalición de Gobierno, haciendo hincapié en que la implicación personal de cada líder es completa.
Mirando los futuros pactos de reconstrucción, son conscientes que pueden ser una prueba de fuego que servirá para medir la capacidad ambos a la hora de superar las discrepancias.
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Si la derecha decide finalmente formar parte de los pactos, supondrá que el Gobierno tendrá que hacer concesiones con el fin de aumentar el apoyo parlamentario para aprobar nuevas medidas.
Parece ser que a la derecha no le ha funcionado alimentar las diferencias entre ambas formaciones, algo que no ha hecho más que profundizar la complicidad entre ellas.