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La justicia social exige justicia cognitiva

Simón Bolívar dijo que no nos dominarían por la fuerza sino por la ignorancia, hoy en día sus palabras tienen más vigencia que nunca. Es necesario comprender que el conocimiento es un recurso aunque muchas veces se use como un arma de dominio.

En las escuelas aún le enseñan a los niños que América fue descubierta por Cristóbal Colón, cuando en realidad América siempre estuvo donde está. Colón llegó por accidente a nuestras tierras, y con el llegó el saqueo y la explotación por parte del Imperio Español a nuestras tierras.

Ese “conocimiento” se imparte para que cada vez seamos más con menos memoria. De esta manera es como los “ilustrados” de Europa nos dieron su ciencia como algo universal, como si se pudiera ver el mundo y sus realidades desde el punto de vista eurocentrista.

Todas estas ideas “In-corporadas” y las no adquiridas o de las que nos han privado no han sido accidentes, sino conveniencia de quienes han tenido en sus manos el poder de contar la historia y así intentar que nos olvidásemos de toda la injusticia que nuestra gente ha vivido desde la colonia. En América latina la justicia social se ha embarcado en el péndulo que la política tiene incorporada en su dinámica de gobiernos que van y vienen, con políticas públicas que afectan positiva o negativamente al ciudadano, es decir, hemos tenido gobiernos de justicia y otros de injusticia.

Si se preguntan qué relación tiene la educación o el conocimiento que nos imparten o nos privan con los derechos históricamente vulnerados, la respuesta es simple, y es que gracias a nuestro retraso y servilismo intelectual como sociedad hemos tenido que aguantar los retrasos sociales y por ende la injusticia social, la frase con la que se titula este texto se le atribuye al Doctor Boaventura de Sousa quien menciona que el conocimiento de los no blancos no es considerado como tal, sino como una especie de folklore o como mucho cultura, pero nunca conocimiento.

Pasa en los centros de educación superior. Más del 50% de los casos el conocimiento que se imparte es importado y corresponde a la realidad de sus autores. Aunque funciona muy bien para mantener la calidad, nos despoja de una visión real de nuestras sociedades, sociedades con mayor desigualdad, con menor acceso a tecnología.

Para ejemplificar el hecho de que la justicia social exige justicia cognitiva, utilizaremos el caso de la biopiratería que ha sufrido Ecuador. Las farmacéuticas llegaban con el fin de realizar proyectos de investigación en centros de educación superior para una actividad muy puntual; sin embargo, terminaban buscando plantas para elaborar medicinas para la cura de x enfermedad. Se llevaban la planta y luego la patentaban.

El Ecuador no recibía ni un centavo y mucho menos sus indígenas con el conocimiento de ese saber ancestral que también es considerado como cultura o mitología y no como conocimiento.

Si explotáramos los recursos cognitivos (que tenemos en abundancia) para hacer dichos descubrimientos, ese conocimiento se traduciría en más y mejores oportunidades de desarrollo social e innovación de la producción del país.

Otro ejemplo del por qué la justicia social exige justicia cognitiva es que existen “focos de verdad” que se presentan como instituciones de asistencia técnica mundial y que propician una verdad conveniente, y no una verdad real a través del uso de la bibliometría y la cienciometría. Por eso tenemos todos los días a los mismos analistas económicos y políticos que nos repiten que las políticas del Fondo Monetario Internacional, que el sistema económico en el que prepondera el capital, es lo que mejor nos favorece a todos cuando los resultados históricos demuestran que no.

En resumen, académicos e intelectuales en Ecuador hay muchos, pero justicia cognitiva es que los hombres y mujeres de conocimiento pongan ese recurso al servicio de la sociedad de una manera accesible y entendible para que incluso los que menos educación tengan, puedan comprender los embates de los “focos de verdad”. Para que puedan encontrar nuevos focos de conocimiento en excelentes académicos que abundan en los institutos y Universidades del país, y así a través de una educación popular, identificar a los políticos con banderita de Ecuador pero con corazón de colonia, para evitarlos y con ello desterrar a la injusticia social.

Para cerrar, es necesario parafrasear a uno de los más valientes cubanos: nuestra tierra necesita mucho de los hombres y mujeres de pensamiento, sobre todo los de pensamiento claro, no solo hombres y mujeres que hayan acumulado conocimientos; sino que pongan sus conocimientos del lado del bien, del lado de la justicia, del lado de la Patria… necesitamos gente de pensamiento que lo empleen en el bien de los demás.

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