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Estados Unidos: la masacre perpetua. Capítulo Minneapolis

Cada tanto el mundo parece sorprenderse de los rasgos evidentes de la explosión volcánica de la indignación en los Estados Unidos. En estos días, más de 40 ciudades de ese país son la evidencia de un sistema montado sobre el miedo como enfermedad. Es tan grande la máquina de hacer parecer como sueños las pesadillas que causa sorpresa en el resto del planeta ver ciudades encendidas, saqueos, turbulencias. En el país que nos vende la libertad como su principal mercancía.

Esta vez fue Minneapolis, en 2014 fue Ferguson una pequeña ciudad sostenida por el racismo, la filosofía cuasi religiosa del mito estadounidense de superioridad. También en 2014 Nueva York fue escenario de un caso similar al de Minneapolis, cuando la policía de Staten Island estranguló a Eric Garner.

Más atrás, en 1992 la sacudida había correspondido a Los Ángeles. Más de 50 muertos sirvieron para aplacar la rabia. Denominadores comunes: el asesinato de jóvenes afrodescendientes, la impunidad, el desparpajo de la clase dominante y sus medios de comunicación.

Podríamos relatar interminables episodios de la masacre perpetua que ejerce el poder estadounidense contra sus ciudadanos. Se trata de la misma violencia ejercida para acallar movimientos de protesta, con plomo de balas y también con alucinógenos.

Una sociedad dopada para no pensar, para imaginar no sufrir. Una sociedad que dobla en casos de sobredosis por estupefacientes a cualquier otra del llamado mundo desarrollado: 35 muertes por cada 100.000 habitantes en hombres y 20 muertes por cada 100.000 habitantes en mujeres, según números de 2018.

Cada 19 minutos muere por sobredosis de heroína una persona en Estados Unidos. 27 millones de adictos a psicotrópicos y 66 millones alcohólicos. Es una masacre permanente, una esclavitud permanente. No hace falta mirar alguna película de supuesta ficción de Hollywood para conocer a una sociedad de legiones de esclavizados cual zombies vivientes.

Los estadounidenses también sufren la masacre permanente de sus ideas y sus derechos a la comunicación y la información. Cinco grupos económicos son los dueños del 60% de los medios de comunicación en el país. No se crean que la situación haya cambiado con las redes sociales, los monopolios de la comunicación tienen un dominio aún más celoso allí, son los centros amigables de espionaje y difusión de noticias falsas más efectivos del mundo.

No hablemos de la masacre permanente a la democracia, dos partidos se reparten las circunstancias y ya sabemos en qué contexto, sin voto directo, en abierta competencia de quien recauda más dinero de los multimillonarios.

Con cavernarios sistemas de votación, con el mismo cartel de los medios recordando a la sociedad que solo tienen que escoger entre dos marcas del mismo producto. De todos modos recordemos algunos datos concretos. En 2016 Estados Unidos tuvo la abstención electoral más alta en los últimos 20 años, alrededor del 55% y por supuesto esta cifra sólo contempla a aquellos que están registrados para sufragar, porque en algunos casos hasta suprimen el derecho de millones a votar.

De acuerdo con el Brennan Center, 12 millones de votantes en todo el país fueron eliminados de las listas estatales entre 2006 y 2008. Entre 2012 y 2014, el número ascendió a 16 millones. Ah, en Estados Unidos se masacra el derecho a la identidad, una nación atípica, donde cualquiera supondría dada las características policiales del Estado profundo gringo, todos están debidamente identificados con un documento estandarizado. Pero no es así, no hay tal documento, para muchos es una penuria el derecho a la identidad. No les parece conocida la escena dónde la policía pide “licencia de conducir” a cualquiera en las calles, pues es que ese es el documento común ¿y los que viven en las calles, que son millones?

No existe un organismo electoral que tenga potestad para arbitrar los límites de una circunscripción para la elección de parlamentarios. Eso lo hacen los mismos electos por las minorías, ponen su descripción los límites que le convienen. Bueno, en media Europa son mucho más sutiles y eso que también carecen de garantías democráticas reales.

Vamos a ver cómo se defienden y se organizan para la masacre: en Estados Unidos, registrarse en el servicio militar es obligatorio para los varones nacionales e inmigrantes. Hay que recordar que si te preparas para matar personas en otros países, pueden otorgarte la ciudadanía estadounidense, es una oferta tipo Amazon perfecta. Es una lotería, muy apegados al azar de la muerte, la que determina si efectivamente vas a prestar al servicio o no.

Pero no crean que es tan aleatorio, según War Resister International, el número de jóvenes negros que prestan el servicio militar en Estados Unidos es porcentualmente mucho mayor al de los jóvenes blancos, así que en esa lotería seguro que hay alguna trampa. No está demás advertir que el que solicita la baja militar para no ir a una guerra seguramente termina en prisión.

Hay también una masacre permanente del hábitat y la vivienda. Usted seguro es uno de los que idealiza las casitas espaciosas, con ático y sótano que nos muestra el cine estadounidense, es un recuerdo permanente que nos hacen en películas de terror, de amor, de suspenso, de nerds, sí, de todas.

Oficialmente mas de medio millón de personas sin hogar, entre ellas la amplia comunidad de Skid Row en Los Ángeles. Hay otras organizaciones que señalan que la cifra alcanza casi 5 millones de personas. Usted dirá, pero es un país muy grande en población, por supuesto, sólo que el promedio de personas que viven en las calles de Estados Unidos, 0,17% de la población, es mayor al de México, el vecino pobre, cuyo índice es 0,04%.

Además de ello, podemos citar cosas tan graves como la contaminación con plomo en habitantes de los suburbios de Nueva York. Se trata de personas que se contaminan por el precario y anticuado sistema de suministro de agua potable, que arrastra las partículas de plomo y causa la muertes de niños y daños irreparables en adultos. ¿Quiénes son las víctimas fundamentales? Otra vez afrodescendientes y latinoamericanos.

Y con el hacinamiento llegamos al COVID-19, cuando las cifras revelan que los afrodescendientes y latinoamericanos residentes son los más afectados por la enfermedad. El propio diario conservador Los Ángeles Times señala en una nota del 23 de abril, que precisamente es el hacinamiento en ciertos sectores residenciales de Los Ángeles uno de los peligros fundamentales para la propagación de COVID-19.

Lorenzo Salinas no sabe cómo pagará el alquiler del próximo mes, y mucho menos cómo evitar que toda su familia se contagie si uno de ellos enfermara con el coronavirus”, es el encabezado de la nota de LAT. Más adelante aseveran: “Salinas y su familia viven en uno de los códigos postales más concurridos de Estados Unidos, según un ranking ajustado por la población del Times. Casi el 24% de las viviendas allí se consideran “llenas de gente”.

Volvemos a Minneapolis y la situación actual. Estados Unidos sufre de continuas erupciones sociales volcánicas. Generalmente todo queda como lava al enfriarse y hasta con menos huellas. Los alcances y consecuencias de este nuevo deslave estarán por verse. Por ahora, es sorprendente ver, desde policías uniéndose a las protestas, hasta al presidente de esa nación generando enemigos terroristas imaginarios -¿o sí son reales?- Ya instaló un nuevo capítulo con los Panteras Negras.

El mundo va al abismo de la polarización acelerada, de la guerra fría fomentada muy rápido desde Washington. Adentro, la sociedad de las heridas del pueblo estadounidense, estamos seguros, que lamentablemente no saldrá ilesa. El resto, está en desarrollo.

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