La imagen que ha dado la vuelta al mundo, que muestra a un tal Chauvin, oficial de policía de la ciudad de Minneapolis, Estado de Minnesota en el racista Imperio del Norte, asfixiando a un detenido “de color” por supuestamente haber pagado con un billete falso de 20.00 dólares, (que después se comprobó que era auténtico).
La manumisión ocurrida después de la guerra de secesión, al parecer hasta el día de hoy no ha alcanzado a ver la luz, pues hasta el día de hoy, el racismo y los delitos de odio racial, son como el pan de cada día, donde todo lo blanco es bueno, y todo lo malo es negro.
Nosotros acá en el ecuador, tenemos nuestro propio oficial Chauvin, en la persona del actual ministro de trabajo Luis Poveda, quien con su rodilla en el cuello de los trabajadores ecuatorianos privados y públicos, los está asfixiando hasta la muerte, permitiendo que los derechos laborales sean vulnerados cada día por los empleadores privados y por el propio estado.
Desde que comenzó la pandemia del COVID-19, hay más de 500.000 personas despedidas de sus trabajos, sin pago de indemnización y sin reconocimiento de sus derechos laborales, violentando no solo la constitución que consagra el trabajo como un derecho, sino también la ley laboral, que ha quedado relegada a la voluntad del ministro quién a través de “acuerdos ministeriales”, desconoce los derechos constitucionales y laborales de los trabajadores ecuatorianos.
El capital una vez más se ubica por encima del ser humano, condición que se erradicó durante la década ganada del gobierno de la Revolución Ciudadana.
Los pocos que conservan sus plazas de trabajo, han tenido que aceptar las condiciones esclavistas de rebaja de salarios, jornadas de trabajo, no pago de sobretiempos y otras condiciones más que se les han impuesto en una infame condición, que el Chauvin criollo ha denominado “acuerdos entre empleador y trabajador”.
Jamás puede haber un acuerdo de esta naturaleza, pues la parte débil de la relación laboral estará obligado a aceptar la imposición violenta de la desmejora de sus condiciones laborales, únicamente para mantener su fuente de trabajo.
El trabajador ecuatoriano está siendo asfixiado por los empresaurios avalados por la autoridad laboral que está llamada a defender los derechos de los trabajadores, el Ecuador no da más, los muertos de octubre de 2019 y los de febrero, marzo, abril y mayo de 2020, en todos esos casos, son responsabilidad del traidor de Carondelet y los que gobiernan ejerciendo el poder a través de la banca, la prensa y las empresas comerciales e industriales, que están como buitres a la espera de las privatizaciones de la empresas públicas y de la seguridad social.
Se dice en estos días en Ecuador, que aquellos que han salvado la vida frente al COVID-19, la están perdiendo a manos de funcionarios mediocres como Poveda, que son manejados a voluntad de las miserables ambiciones de quienes quieren seguir explotando a la clase trabajadora, y defraudando las arcas fiscales.
Pero ya el pueblo está despertando del letargo del confinamiento, del toque de queda, de la restricción de circulación. En este despertar, al abrir los ojos, está dándose cuenta también del engaño, la traición y la premeditación cínica con la que se están ejecutando las pretensiones de la banca chulquera, la prensa corrupta y el empresauriado explotador, que tienen sus empleados no solo en la sillas ministeriales, sino en el sillón de Carondelet.
El pueblo saldrá a la calle nuevamente, y enfrentará las tiránicas decisiones que van llevando a la pauperización de los ciudadanos, que cada día van perdiendo una a una sus libertades y derechos.
Es tu hora Correa, regresa a poner orden y termina con el caos instaurado por el traidor y sus lacayos.
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