Segunda y última parte de un contenido reflexivo sobre los alcances comunicacionales de Internet como un factor de poder. Durante la primera entrega se sentaron las bases argumentales que deben ser leídas para entender el texto que se reproduce a continuación. Para ello haga click aquí.
Para profundizar en el tema de la censura, es pertinente hablar de su concepto. En un sentido netamente jurídico, la censura vendría siendo aquella medida de tipo gubernativo encaminada a impedir la publicación de elementos de culto, información o de expresión que no hayan sido previamente examinados y permitidos por las autoridades que ejercen dichas medidas.
Si bien la censura es algo que cualquier gobierno del mundo es capaz de emplear, las formas de operarla resultan sumamente difíciles, eso sin hablar de las consecuencias que traería a nivel de opinión pública en los países considerados “pilares de la democracia”.
Aún más difícil es la censura a través de Internet, relacionado a este ámbito, existen muchos tipos de censura, las mismas van desde la negación del acceso a la red hasta la intimidación y la violencia física. Censurar Internet es lo mismo que monitorear una vasta red de información que va en múltiples direcciones, y cuyos millones nodos son igualmente objeto de seguimiento por parte de los censores.
Según la opinión de Manuel Castells, “la única censura directa posible de Internet es no estar en la red” (2003: 3). Otra forma de censurar en definitiva Internet, es cerrándolo, pero resulta algo casi imposible dado el grado de dependencia que suele tener un Estado con la Red.
En este sentido, el mundo ha alcanzado una dependencia hacia tecnología nunca antes vista, si bien hay gobiernos que pretenden tener un control sobre Internet, hay otros que incluso estimulan a la población a utilizarlo en el ámbito económico y educativo.
Dentro de lo referente a lo económico, muchas compañías y empresas dependen de la agilidad que provee Internet en sus operaciones comerciales, esto siempre con miras a mejorar su nivel de producción.
Otro elemento detrás de la censura que es igualmente parte de nuestro análisis, es la idea de represión, es decir, aquel acto posterior a los hechos considerado transgresores según las leyes y reglamentos vigentes en el ordenamiento jurídico del Estado en donde sucedieron los acontecimientos.
En pocas palabras, en la represión el mensaje transgresor de los intereses del Estado o las instituciones se comunica, las consecuencias llegan a posteriori. Para Castells los censores “más que bloquear Internet, lo que se pueden hacer y se hace es reprimir a quienes hacen un uso indebido según los criterios de los poderes al uso” (2003: 4).
Pero para reprimir hace falta a su vez ubicar a los transgresores, he aquí otro obstáculo para los censores que desean hacer uso de la represión. En este sentido Manuel Castells afirma que “la definición de la transgresión depende, naturalmente, de los sistemas legales y políticos de cada jurisdicción” (2003: 4).
Es decir, que ante la ausencia de una legislación que vigile y regule las actividades en la red, el ordenamiento jurídico de cada país debe establecer quién o cuál es el elemento que se considerará transgresor de las leyes de censura. Es motivo de intenso debate la cuestión sobre dónde termina en Internet la jurisdicción de un Estado y donde comienza la del otro.
Manuel Castells nos explica de manera clara la cuestión jurisdiccional antes mencionada al afirmar que “como no hay una legislación global, pero sí hay una red global de comunicación, la capacidad de control sistemática y preventiva se diluye en la práctica” (2003: 4), de modo que resulta una ardua tarea, por no decir imposible, el monitoreo y el control total de internet.
En la actualidad muchos Estados poseen mecanismo de control y vigilancia, estos les sirve para hacerle frente a diversas problemáticas, entre las cuales tenemos el asunto de la seguridad nacional. Haciendo a un lado los intereses de los Estados, salen a discusión los intereses de las empresas cuyo recurso humano está al servicio de los grandes capitales, aquí los mecanismos de control y vigilancia se empelan para otros fines, los comerciales.
La venta de bases de datos en la red es una realidad así como una constante diaria. No es por casualidad que incluso gobiernos se hayan valido de los mismos mecanismos con los que las empresas recopilan información en la red.
Esto último nos lleva a una reflexión, y es que la libertad de la mano con la igualdad entre los hombres y las mujeres llegará en la medida en que todos y cada uno tengamos igual acceso a los recursos de nuestro entorno, no debemos convertirnos en herramienta de nuestra propia destrucción.
Que el acercamiento a los recurso digitales no signifique el alejamiento de nuestra condición humana, cualquier adelanto tanto legal o tecnológico, será bien recibido siempre y cuando vaya en detrimento de la desigualdad y a favor de la emancipación del la humanidad.
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