Para entender el Estado de Guerrero (México) en su momento actual es necesario comprender la alianza entre el Estado Nacional, el narcotráfico y el sector privado. Sin esta triada es imposible entender quienes marcan la pauta en cuestiones de mercado para generar un enriquecimiento que, por obvias razones, nunca va a ser igualitario hacía el campesinado.
Ahora bien, hay que tomar en cuentas dos facetas de México, el de la modernidad y el del sector tradicional, donde los campesinos son atravesados todo el tiempo por está triada. Partimos del eje en el cual la amapola se ha visto en decremento por parte de la demanda del mercado actual y por tanto los posicionamientos son a favor de la legalización de la marihuana.
Sierras de Guerrero
Ahora volviendo a esta delimitación dual en suelo mexicano, generalmente tenemos un núcleo y una periferia, entre más se aleja esta del centro, más pobreza se encuentra y el ejemplo más contundente lo tenemos en las Sierras de Guerrero.
Entre los principales personajes se encuentra el alcalde de Guerrero Ismael Cástulo Guzmán quien declaró: “Es lamentable lo que está pasando en la sierra, porque se pensaba que la amapola (de la que se extrae goma de opio) dejaba dinero, pero ahora trajo pobreza y desgracia, llamo a los gobiernos federal y estatal a ver cómo ayudamos a la sierra. Si (los amapoleros) bajan a Chilpancingo (capital del Estado de Guerrero, México), por hambre o por necesidad van a tomar la ciudad porque ahí está la comida”.
Y por el otro lado tenemos a Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña (CDHM) Tlachinollan, que afirma que “legalizar esta droga, podría ayudar a paliar los problemas en la región de la Montaña, entre ellos la violencia intercomunitaria, que las autoridades han dejado de lado”.
¿Por qué hacer énfasis en dichas demandas? Pues ambas ponen en evidencia que en ninguna realmente está el campesinado reflejado, Abel Barrera es un intermediario que se mueve entre ambos espacios y actúa bajo diferentes condiciones.
Barrera está en un constante ir y venir, es decir, funge como un puente en la comunicación con las comunidades de las sierras y con el propio Estado, pero la realidad es que nadie asume su lado corrupto.
El narcotráfico obedece a una economía global
El tema del narcotráfico obedece a una economía global que todo el tiempo atraviesa a Guerrero, ambas partes tanto el campesinado como del narcotráfico se han forzado a mantener relaciones de poder a nivel de intercambio.
Muchos de los habitantes en las sierras que hoy se dedican a la siembra de amapola, es porque no hay otra manera de subsistencia, la oferta de demanda que ejerce principalmente Estados Unidos hasta hace unos años hacía que el cultivo de está generase ganancias, pero ¿realmente se trata de un cambio positivo a la vida dentro del sector campesino?
Por otro lado, debemos reconocer que lo que cambian son las formas de corrupción que generan los mercados y ante ello como bien lo apunta Ángel Palerm “los campesinos también son capaces de entender la transformación de la producción y de cómo es que ellos también pueden auto regularse, rompiendo de alguna manera con el Estado, al contrario de lo que pasa con el indigenismo”.
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Marcel Mauss ya lo apuntaba en su libro “Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades primitivas, un sujeto social ejerce cierto poder respecto de otro sujeto social con que cual interactúa”.
El narcotráfico opera con cierta similitud pues compromete a campesinos poniéndolos en una situación de desigualdad; obligándolos a aceptar este tipo de intercambio articulado.
El sistema capitalista omite o deja en último término al sector campesino, pues las estructuras económicas no los consideran y la especialización del trabajo en una producción grande así como la inmersión del sector privado con tecnología que se apropia de las tierras, hace que el problema se vaya orillando hacía el cultivo de plantas ilegales.
Al final el campesino termina siendo el más afectado, haciendo que la migración se vuelva un común dentro de los pueblos más alejados.
El sector campesino de los menos pasivos
Por otro lado, en palabras de Ernest Gellner en su libro titulado “Cultura, Identidad y Política”, señala que “el hecho de que los campesinos aún sobrevivan es porque tienen la capacidad de adaptarse a situaciones difíciles, complejas y cambiantes, el sistema capitalista no planea desaparecer estrictamente al campesino sino usarlo de la manera más conveniente para el propio mercado.”
Cada que existe un pronunciamiento hay una carga política y debemos ser capaces de mostrar como el sector campesino ha sido de los menos pasivos y de los que mayores intervenciones hacía el gobierno tiene. Los campesinos han incomodado al Estado evidenciándolos y cuestionando al régimen político operante.
El orden político y económico del gobierno, pero sobre todo del discurso de “nación” todo el tiempo busca que los pueblos sean homogéneos. Pero si recordamos al autor Ernest Gellner, quien marca “el perfil de la sociedad moderna bajo ciertas características como la alfabetización, es decir, se requiere de una sociedad más especializada para desarrollar ciertas tareas que requieren de un lenguaje en común, que haga más fácil la comunicación y sea una parte de una estandarización o universalidad para el momento en el que se dé la movilidad social.”
La especialización del trabajo y del lenguaje ha sido una estrategia que los Estado- Nación usan para establecer un mercado económico con mano de obra barata. No podemos perder de vista que las comunidades están dentro de una lógica geográfica que delimita, pero no determina.
Todo ello al margen de lo que Taussing apunta en su obra “El diablo y el Fetichismo de la mercancía en Sudamérica”, donde afirma que “es necesario entender como esta máquina del Capitalismo y la idea de modernidad operan, pues al mismo tiempo invisibilizan las condiciones de explotación”.
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