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Bolivia 2019 (II): desmantelando la versión del fraude

Segunda y última parte de un contenido reflexivo sobre el golpe de Estado llevado a cabo en Bolivia en el año 2019. Durante la primera entrega se sentaron las bases argumentales que deben ser leídas para entender el texto que se reproduce a continuación. Para ello haga click aquí.

Los hechos de violencia y traiciones que se desarrollaron en Bolivia desembocaron con la salida de Evo Morales de la máxima magistratura de ese país durante los meses de octubre a noviembre de 2019, pero la historia dio un giro inesperado.

El día 17 de junio de 2020 el actual Secretario General de la OEA, Luis Almagro después de presión de varias organizaciones y medios de comunicación expresó que el análisis estadístico que presentaron es apenas un “elemento indicativo de la supuesta existencia de irregularidades”.

Asimismo, señaló que “un análisis estadístico por sí solo no valida ni comprueba un fraude, sino que da indicios de donde observar con mayor atención”. Esto quiere decir que ellos no encontraron ningún indicio evidente de que hubo fraude electoral en Bolivia.

De igual forma, el prestigioso periódico estadounidense The Washington Post el día 27 de febrero de 2020 cuatro meses antes de las declaraciones de Almagro realizó una publicación de una investigación realizada por ellos denominada “Bolivia rechaza sus elecciones de octubre por fraudulentas”.

Dicho diario afirma que la “investigación no encontró motivos para sospechar fraude” esta investigación dio como resultado que no existió fraude alguno en los comicios electorales en Bolivia “No parece haber una diferencia estadísticamente significativa en el margen de votos antes y después de la interrupción del conteo preliminar. Al contrario, es altamente probable que Morales haya pasado el margen de diez puntos porcentuales en la primera vuelta”.

Otra institución que también investigó exhaustiva el informe de la OEA fue el Centro Estratégico Latino-Americano de Geopolítica (CELAG), el cual llegó a la conclusión que la “OEA no presentó evidencias contundentes capaces de comprobar la existencia de un fraude electoral”.

Luego de examinar todos los sucesos y con los antecedentes ya evidenciados podemos probar que efectivamente Bolivia sufrió un golpe de Estado porque, cumpliendo con las condiciones principales que caracterizan a esta clase de eventos.

Como ejemplo de ello, hubo un gobierno democráticamente elegido, el cual fue interrumpido repentinamente con la ayuda de grupos de poder adversos al oficialismo. Asimismo, hubo actores que tuvieron que ver con la órbita estatal que ayudaron a la inestabilidad, entre estos participó la policía y las fuerzas armadas.

Para entender mejor este último concepto, no entran en la definición de golpe de Estado las protestas y manifestaciones civiles, para ser catalogadas como golpe de Estado deben de estar acompañadas por instituciones del Estado.

Este es uno de los puntos más importantes. En tales circunstancias hay una sustitución de la autoridad, en este caso fue la autoproclamación de la actual presidenta interina Áñez quien no fue elegida por voto popular y tampoco tuvo aprobación de la Asamblea Nacional para tomar ese cargo.

Adicionalmente, existió un clima de malestar preparatorio para el golpe de Estado. La zozobra e incertidumbre que se empezó a sentir en Bolivia proveniente de los medios de comunicación y de los grupos de poder.

Fue evidente que la prensa opositora al régimen de Morales manipuló la información con una campaña de desprestigio hacia el gobierno de Evo Morales y otra campaña evidente para que el pueblo boliviano sospechara de la veracidad de las instituciones de control electoral como el Tribunal Supremo Electoral y el Órgano Electoral Plurinacional.

Todo ello después de que le Tribunal Supremo Electoral habilitara la candidatura de Evo Morales y su vicepresidente Alvaro García Linera seguidamente de que perdiera el referendo para su reelección en el 2016.

Por otro lado, está claro que la Asamblea Nacional hasta el momento de la escritura de este articulo no ha aceptado la renuncia de Evo Morales a la presidencia, por lo tanto, a la luz de la Constitución boliviana el sigue siendo el presidente de Bolivia.

Adicionalmente, Añez se ha tomado atribuciones que no serían las de un gobierno interino como, por ejemplo, crear una nueva política exterior expulsando cancilleres de Venezuela, México y España.

Sin embargo, podemos determinar que en el caso de Bolivia la variable que determinó el golpe de Estado fue la intervención extranjera y esto se evidenció con la rapidez que la derecha boliviana, la cual, casi extinta se rearmó y organizó un ataque bien estructurado con la ayuda principalmente de organizaciones sociales que buscaban su propio beneficio y que recibían fondos internacionales.

Adicionalmente, no hay duda que la posición de la OEA fue polarizada y no cumplió con el cometido de sus funciones en los comicios electorales de Bolivia, la cual consistía en velar que las elecciones se lleven a cabo democráticamente realizando una veeduría del proceso.

Su función de no era de intervenir directamente como un actor político y causar la desestimación de un proceso electoral democrático sin dar oportunidad a que las instituciones electorales de Bolivia como el Tribunal Supremo Electoral y el Órgano Electoral Plurinacional hayan hecho una investigación propia.

Los Estados Unidos y la Unión Europea son los principales contribuyentes para que este “coup d’État” se haya llevado a cabo por su gran influencia en la Organización de Estados Americanos y en los altos mandos de las fuerzas armadas. En este sentido, Kaliman, jefe de las fuerzas armadas fue cómplice del golpe de Estado y es visible que fue una pieza clave que utilizó los Estados Unidos para lograr su cometido.

La situación actual de Bolivia no ha mejorado y la pandemia ha creado un ambiente de impunidad, no existe un estado de derecho. Las elecciones han sido postergadas ya por tres ocasiones con la excusa del contagio del virus Covid-19 y la importancia de mantener el distanciamiento social. Diariamente hay cientos de protestas que exigen elecciones a la brevedad posible alrededor de todos los departamentos bolivianos.

Los golpes de Estado en el siglo 21 están disfrazados de procesos legales y constitucionales y tienen muchos matices que son importantes de reconocer para que no pasen en otros países de nuestra región porque lo más importante en una democracia es mantener un resguardo absoluto de las decisiones que en conjunto se toman como pueblo para que nadie pueda utilizar el poder estatal a su antojo.

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