En medio de un sol apabullante y edificios por doquier dispuestos para el turista, este verano Dénia despedirá un bar de comida típicamente de la terreta: el “Bar Vareta”.
Fuimos mi pareja y yo después de una visita al increíble proyecto de preservación de espacios naturales y agrícolas de la “Fundació Enrique Montoliu” y su insignia: el “Jardí de l’Albarda” (Pedreguer, Alacant).
Sólo llegar al Vareta, sin apenas conocer la zona, tuvimos un momento de duda si entrar o no entrar por un motivo muy de esta era; su estética nos pareció sencilla como si se tratara de un bar sencillo. Por suerte, mi intuición me dijo que entrar era “La” opción.
El bar, que era también restaurante, era muy limpio, con una buena atención y sin duda la comida, dónde también podíamos degustar los platillos amenazados de extinción de “pilota de putxero”, “caragols en salsa”, “callos”, etc., así como una carta no muy extensa pero sí llena de tradición y frescura.
¡No hace falta decir que el arroz a banda que comimos resultó buenísimo, la elección excelente! La imagen que nos dio de buen inicio casi nos induce a hacer una gran cagada. Hasta aquí todo bien, pero justo en medio de la degustación del arroz, escuchamos al propietario del local anunciar a un cliente que este mes de septiembre el Bar Vareta cerraba.
Y el propietario, con un cierto regusto amargo le comunicó a su cliente que la tradición culinaria de este bar (que por lo que pudimos comprobar formaba parte de la tradición culinaria local de los deniers) no tendrá continuidad porque nadie quiere seguir la herencia de este sitio. Hasta ahí todo puede parecer normal pero lo que he descrito hasta ahora es todo menos normal.
Y nada es normal porque ejemplos como el del Bar Vareta pueden parecer simplemente como el final de una época o de una generación que ha mantenido vivo un negocio y que ahora se jubilan, pero la tradición y la sencillez de sitios como el Bar Vareta se están perdiendo, y con ellos una idea de la comida y de la convivencia local que nos caracteriza a todos los que formamos parte de la cultura mediterránea.
Lo he descrito anteriormente de manera gráfica, la tradición y la cultura local que representa simbólicamente el Bar Vareta ha resistido en medio de oleadas de turismo y edificios inmensos llenos de extranjeros. Lo que representa este bar-restaurante es hoy ya una anormalidad en medio de un sin fin de ofertas puramente consumistas sin signo algún de identidad.
Tradición y cultural local, algo que parece tan bonito y lógico de apoyar, en muchos casos. Con el del bar Vareta se ha visto reducido al mero simbolismo y el falso culto por lo antiguo, como si lo tradicional fuera a abandonar este mundo y le damos una palmadita de apoyo para que no sufra.
¿Y cuál es la solución? Sin duda, primero hay que entender que las tradiciones no son escaparates que se compra y te vas, ni discotecas dónde bailas, bebes y te vas. La cultura por lo local, por lo tradicional.
va más allá: es una manera de entender las relaciones sociales, de sostener tu vida limitándola a aquello que es de tu entorno y es una posibilidad por conocer tu identidad y la de los que te rodean.
Entonces, viene lo que yo llamo “solucionismo”. Es decir, que la solución que hoy en día se da por parte de las administraciones a tal problema de la desaparición de centros tradicionales local como el de este bar de Dénia, es la que por ejemplo el Ayuntamiento de Barcelona lleva a cabo para proteger centros tradicionales similares al Bar Vareta: declarar patrimonio de interés local a estos centros.
Así pues, creamos templos de culto de lo antiguo, imponiendo más reglas y sin tener en cuenta nada de lo significan culturalmente sitios como éste, y eso sí, subimos la cotización del local para que el propietario privado del local se llene bien llenitos los bolsillos. ¡Ole tú!
La otra manera de encarar estos espacios que conforman el patrimonio cultural de nuestros pueblos y ciudades es subiendo la apuesta: si antes se hacía comida tradicional, por poner un ejemplo, ahora hacemos comida km0 con toques de contemporaneidad.
Es entendible, pero la tradición no se basa sólo en el producto y en el arte de modernizar los platos como casi por aquello de que los tiempos han cambiado. Se basa en propagar la cultura del comer, de la sencillez, de la mejora de la cocina con lo que tenemos en nuestro entorno.
En resumen, para mi apoyar espacios que como desgraciadamente el Bar Vareta ya no representará, es una acción de resistencia, es una acción política contra la homogeneización de nuestras sociedades. Me siento a gusto sabiendo lo que como y siendo consciente que lo que como está hecho en la zona y no en Kuala Lumpur.
Os invito a pensar en ello y por poco que hagáis será suficiente porque la globalización también nos ofrece una esperanza: ahora todos, gracias a esta era de la información, podemos decidir qué, cómo y dónde comemos con un sólo tweet.