Antrophos y cruor: La tradición jamás debe justificar la crueldad
Crueldad contra los animales no humanos. Tauromaquia
Pareciera que después de varias y diferentes respuestas a la vagabunda pregunta de qué es lo que condiciona al humano como ser humano y qué es lo propio de este. Más allá de ser político y cultural hay un marco que puede encapsular cierta esencia de lo humana. Entre lo político y lo cultural, está la crueldad.
Con esto no se pretende limitar al humano como un ser que no tiene oportunidad de la compasión o de la empatía o que exclusivamente es un ser meramente sangriento y caduco de márgenes de valores éticos propicios para un desarrollo de la humanidad sin sufrimiento. Sin embargo, la crueldad ha formado parte (repetidas y asquerosas veces) de su historia; de lo simbólico y de lo social.
Por mucho tiempo se ha dado la espalda a estos temas no sólo en para estudios históricos o antropológicos sino para la misma ética y hablo de la crueldad hacia los animales no humanos. No culpo a los antecesores. Al contrario, les compadezco pues no hasta hace poco se seguía creyendo que los animales no humanos no tenían la capacidad de sentir mínimamente y por lo tanto de sentir dolor o peor aún de sufrir.
Los humanos como seres finitos están sujetos al tiempo y con ellos parte de él, como aquello que conocemos como moral, es decir la moral van cambiando según y en función de los nuevos conocimientos, reflexiones, vivencias y sentimientos de los humanos. Pero no es tan fácil como creer que conforme el tiempo vaya pasando los humanos irán a la par caminando hacia una utopía compasiva; está atado a retrocesos y marañas.
La crueldad que es necesariamente política y la política utiliza la crueldad como programa de control estatal no es raro sorprenderse que los conocimientos o los sentimientos estén en cierta parte sujetos o bien condicionados por manos de y brazos de carácter político y económico.
Para poder ejemplificar mejor este eco de dolo se retoma la Tauromaquia que es en día unos de los espectáculos más legítimos y no por ello menos cruel de la actualidad. Pone sobre la mesa falsas especulaciones y puntos de vista donde la moral se tambalea frente al paradigma de la cultura.
La lucha contra la crueldad es una larga y difícil carrera; no solo es la tauromaquia, pues hay otras muchas crueldades, pero conforme se vayan eliminando una a una será posible quizá un progreso moral.
Se pretende a través de diferentes, repetidas e intensas reflexiones en contra de la crueldad hacia los animales humanos y no humanos sea posible el cambio en leyes y sobre todo en prácticas y pensamiento para que se enfoquen una compasión de aquello vivo.
Economía política de la crueldad
La tauromaquia en cierto sentido representa un rasgo cultural e histórico (un rasgo vergonzante) pero que sea mantenido gracias a la defensa de la política y del actual modelo capitalista. Estos surten a las masas una crueldad que se disfraza de espectáculo y en este caso (el de la tauromaquia) de tradición y acervo cultural nacional.
En más de un caso el estado más que negarla o prohibirla se ha servido de ella para el embrutecimiento, control y manipulación de las masas negando un pensamiento libre, racional y sobre todo compasivo.
En el carácter económico pareciera que el animal humano y no humano han sido negados de cierta sacralidad y se han -los han- sumergido a una condición de objetos, desechables, serviles y mercantiles.
Lejos de existir grandes avances en contra la crueldad pareciera que solo esta va cambiando de forma y en una visión meramente negativa se podría visualizar los espectáculos crueles de animales legítimos en el medievo.
Por ejemplo, luego un fetichismo mercantil a los animales en este capitalismo y luego pese a las reflexiones a favor de la compasión pareciera que es un peligro, pues es delgada la línea entre compasión y una proyección antropomórfica hacia los animales no humanos, negando también su propia naturaleza ¿cuándo habrá justicia real para los animales no humanos?
En el caso de la tauromaquia es expuesta a todo mundo sin un poco de sensibilidad lo que hace que miles de infantes observen estos actos crueles de manera tan temprana y descuidada que los lleva a una naturalización de la sangre y la crueldad.
Se dice que en un tiempo las radios, así como los demás medios de comunicación, transmitían las corridas de toros, siendo abruptamente gráficos (o al menos para nosotros podría haber parecido así) y contrariamente se hablaban sobre temas políticos, ecológicos, jurídicos o sociales. Es decir, los desarrollos de la ciencia y/o el pensamiento racional eran arrumbados en la basura para de comer un entretenimiento cruel.
Para hacer perdurar este tipo de actos (tauromaquia- sin una carga moral la clase y política- y no exclusivamente ellos) tratan de justificar su acto bajo la premisa “respeto hacia las tradiciones culturales” o “hay otras crueldades” o incluso afirmar que “los toros no sienten”.
La corrida de toros hace dos siglos quizá para la mayoría, en la actualidad para unos cuantos se centra en el sentido del entretenimiento que por supuesto empata con la cultura contemporánea de producción y consumismo.
Simplificando, Ovejero la llama un tipo de crueldad conformista que consiste en la absorción de los impulsos destructivos de un grupo para transfórmalos en sublimación sin operación alguna en la sociedad.
Es decir, la crueldad es convertida en espectáculo. Esta crueldad está al servicio de la ideología hegemónica que es impuesta por el mercado. El beneficio aquí es el consumo masivo. Lo que se venda es el que importa pues en el mercado lo que importa es la eficacia no la moral. Las cifras parece importa más que cualquier otro argumento. Importa la paz social más no la justicia.
La tauromaquia justifica en mayor parte su acto cruel por saberse como una tradición cultural. Como un negocio que sostiene a familias enteras y se ha pedido reconocerla como patrimonio cultural, es decir, que utilizan este concepto como justificación política para crueldad.
La tradición jamás debe justificar la crueldad. En contraparte muchas personas compasivas han hecho manifestaciones para parar este tipo de atrocidades en algunos casos saliendo victoriosos pues se han proclamado nuevas leyes en defensa de los animales no humanos, no es gran cosa lo que se pide simplemente “no sufrimiento”.
Sim embargo, que tan efectivos pusiesen ser los reglamentos. Hay una gran diferencia entre lo legal y lo ideal, las prácticas son desplazadas a campos de lo ilícito y de lo prohibido, incluso a veces se pueden hasta engrandecer este tipo de prácticas, por lo que también queda una tarea ardua para concientización.
Por último, la lucha contra los actos crueles pretende hacer capaz a la humanidad de comprender, compadecer y contraponerse al sufrimiento de los animales, protestar en contra de estos actos nos hace entender que la moral no es una roca y podemos moverla en función de un justo y buen fin común.
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