Cualquier diccionario, manual de semiótica o teoría del lenguaje, puede ilustrar a quien convenga que la encajadura –espacial o temporal- del epicentro de la conspiración contra la Venezuela naciente con Hugo Chávez y presidida en el presente por Nicolás Maduro, no es más que un modo, un procedimiento de naturaleza expansiva y a veces simultánea propio de la guerra asimétrica o no convencional. Por eso se comporta como el COVID, o el Terminator de Schwarzenegger, en mitades o invisiblemente.
Por estos días, tras la fuga a España, luciendo el porte de su blindada y gracias a ello sana catadura nutricional, el prontuario del prófugo fascista Leopoldo López, Alias, El Huésped, pasea por las calles y sedes del PSOE, como un turista de otoño.
Sánchez, el anfitrión
Su anfitrión es Pedro Sánchez, asumiéndose él mismo como jerarca del PSOE, llenando el vacío del emérito y macilento Felipe González y no como Presidente del Gobierno español, quizás para guardar las formas que no supieron guardar Alejandro Sanz o Miguel Bosé en Cúcuta. Sánchez y López se dieron las manos en la sede del partido, no en la Moncloa, donde seguramente iban a toparse con dirigentes de la izquierda española.
En Venezuela, gracias a todos los dioses, sabemos del amplio prontuario de Leopoldo López y su cofradía y lo ofrecemos a otros lectores. Cabría decir que él ha sido uno de los alumnos más destacados de Tradición, Familia y Propiedad, un tentáculo del Opus Dei en América Latina, convirtiéndose en uno de los artífices en las últimas dos décadas del ala extremista de la oposición a la Revolución Bolivariana.
La salida y el fascismo
Fueron condonadas muchas de sus atrocidades por el Comandante Chávez en 2007: por su actuación en el golpe de estado abril de 2002 y por los hechos del Paro Petrolero en 2002-2003. Pero sus ansias golpistas, cual enfermedad crónica, no mitigaron.
En 2014 lideró una serie de protestas, con el nombre “La Salida“, la cuales causaron la muerte de 43 personas y dejaron cientos de heridos en todo el país. Por esto, por incitar al odio y al terrorismo, fue juzgado a 13 años y 9 meses de prisión. Cumplió sólo 3 años tras las rejas y casi 2 de arresto domiciliario, hasta fugarse y aparecer en abril del año pasado en un fallido intento de golpe de estado, lo cual lo hizo huir, nuevamente, y refugiarse en la embajada de España en Venezuela.
Leopoldo peninsular
Ahora Leopoldo López se fuga y aparece en España, habla y deja ver su ego inflado y resentido hasta con sus propios correligionarios, se cree el último salvador de Venezuela (la última Pepsi cola del desierto, dirían por aquí) y se regodea con el apoyo de sus iguales, léase los de la monarquía española, los de la derecha española y europea, para continuar la senda de la conspiración y desestabilización en contra del pueblo de Venezuela y el gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
La mediática, esa que se maneja desde las grandes corporaciones de la información y la noticia, lo posicionó en su momento como uno de los presos “más famosos“. Pablo Casado, presidente del PP, dice que se le considera el Mandela venezolano. Semejante disparate el del señor Casado.
La historia recuerda a Mandela como un héroe que luchó contra la segregación y el racismo, digno ejemplo de Sudáfrica para el mundo, mientras en Venezuela Leopoldo López y su gente lo promueve, vean el caso de Orlando Figuera, un venezolano que pasaba por una plaza de Caracas y fue golpeado y quemado vivo por parecer chavista en las protestas de la oposición radical en 2017.
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