“El verdadero fundador de diario El Comercio es Celiano Monge”, me soltó fuera de cámaras y micrófonos el destacado director de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, luego de una entrevista que le realizamos allá por el año 2011 con motivo de la conmemoración de la Hoguera Bárbara y la muerte de Eloy Alfaro.
Fue la primera vez que lo veía al notable historiador. El día anterior me había dicho “ven a la Av. 6 de diciembre entre Roca y Carrión, ahí está mi oficina y conversamos”, luego de que lo contacté para pedirle que me concediera unos minutos para una entrevista.
Jorge Núñez Sánchez al final me regaló 70 minutos de su tiempo. Llegué a las 10h34 y salí de ahí 11h44, pero colmado de la sabiduría y el conocimiento de tan notable intelectual que se había enterado de antemano quién lo iba a entrevistar.
Yo había salido de El Comercio hacía pocos meses para prestar mis humildes servicios en la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República. Así fue. Me tocó estar en las coberturas con el mejor Presidente que pudo tener, hasta la fecha, este precario pero encantador paisito andino llamado Ecuador.
Durante la entrevista nos cansamos de hablar de la Hoguera Bárbara, del rol de la prensa quiteña en la muerte de Alfaro y el alfarismo. La entrevista no duró más de 17 minutos, luego me invitó a recorrer su biblioteca y ahí me sorprendió con dos frases. La una salió luego de que le preguntase ¿qué opinaba de lo que dicen otros historiadores de la muerte de Alfaro? como aquel que fungía de eterno rector de una Universidad de Postgrados con sede en Quito.
Para más señas es el mismo ‘pseudosocialista’ al que alguna vez lo tildaron como ‘Oligarca Imbabureño’ en una estruendosa bronca en el Congreso Nacional de 1990. “Aaaa” me dijo entre risas “no pues el señor se cree dueño del alfarismo”. Y ha sido cierto.
Un año después el otrora rector de la Universidad Andina Simón Bolívar tuvo la oportunidad de abordarme. En aquella ocasión le dije que había historiadores en este país que difierian con sus observaciones del “alfarismo”, y me dijo con desagradable petulancia digna de un pseudosocialista de frac y tabaco inglés que “nadie sabe más del alfarismo en este país que yo”.
La segunda frase que me regaló quien fue condecorado con el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo 2010, por su notable actividad académica al servicio de la juventud ecuatoriana, surgió en medio de una conversación sobre diario El Comercio, luego de que Jorge averiguaba si yo era el periodista que había salido peleando con aquella empresa informativa para trabajar con el correísmo. Le confirme que sí.
Ahí Jorge bajó las armas y comenzó su relato de Celiano Monge, a quien se dirigió con mucho respeto en su relato. “¿Sabías que hace muchos años había un notable escritor enrolado en las filas de Eloy Alfaro que luego fundaría El Comercio?” me preguntó. Admito mi ignorancia. Desconocía totalmente sobre el tema.
Luego añadió “¿sabes quién fundó realmente El Comercio?” No le dije. De lo que se sabe César y Carlos Mantilla agregué. Ellos eran comerciantes de Píllaro. Tenían la visión empresarial me dijo. El que realmente fundó ese diario fue Celiano Monge.
Esa gran lección nos dejó Jorge Núñez. Luego fui a verificar lo que me había dicho y confirmé. Monge había sido gran maestro de dignidad y rebeldía patriótica desde su infancia, pues fue amigo del Cervantes de América, el escritor ambateño Juan Montalvo, desde pequeño. Años después fue secretario y confidente de El Cosmopolita.
En 1895 Celiano Monge se enrola en las huestes combatientes de Eloy Alfaro, quien reconoció en el joven liberal a un escritor de porvenir y brillante talento, nombrándole secretario privado. Como periodista fundó junto a los Hnos Mantilla Jácome, (tungurahuenses) en 1906, el diario El Comercio.
Con tan enriquecedor recuerdo, no podíamos dejar de referirnos al historiador que en un rato nos compartió tantas cosas. Dicen que el que es avaro con el conocimiento es mediocre. En ese rato pude comprobar que Jorge Núñez no lo fue.
Desde el 1 de noviembre de 2020, Jorge Núñez Sánchez ya no nos acompaña más. Perdió la vida a sus 73 años pero dejó un invaluable legado reconocido en 2003 con la Gran Cruz a la Excelencia Académica de la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias, y en 2008 con la condecoración del Gran Collar Federico González Suárez, por el Municipio de Quito.
A Jorge solo hay que despedirle con un “gracias por tanto“.