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Rebelión Indígena en el Istmo de Tehuantepec

 

El siglo XIX se caracterizó por la suma de una serie de rebeliones. Si bien es cierto que hubo múltiples rebeliones nos centraremos en la del Istmo de Tehuantepec en la cual los indios se alzaron en contra de las autoridades de la entonces Nueva España en el Obispado de Oaxaca.

Sin embargo como bien sabemos las autoridades temían que los indios insurrectos se volvieran a levantar en su contra sin una reprimenda o castigo, lo cual dejaba intranquilos a muchos, evidentemente todo esto era percepción de los dominantes como siempre.

Los pueblos en la entonces Nueva España también querían su propia autonomía y por consiguiente esto incomodaba a las élites dominantes. Ahora bajo este contexto no debemos perder de vista que los estatutos jurídicos eran bastante desiguales sobre todo en la población indígena pues se trataba de calidades, siempre desde la diferencia lo cual permitía algunas actividades pero prohibía muchas otras.

La población india se levantó contra la opresión y explotación que no debería resultarnos nueva, se sabe que esto siempre fue así pues los españoles miraron al indio como salvaje y su categoría se acotaba a minimizarlos en cualquier sentido aún siendo nobleza, no siempre se podía permitir que ocuparan cargos mucho más imponentes o que tuvieran igualdad de privilegios con los españoles.

Pero por otro lado debemos ser conscientes que en el plano político los que siempre salían afectados eran los indígenas pues con los liberales y lo reducido del poder a una élite concentrada, al indígena siempre se le trató como lo último dentro de lo que ellos querían consolidar como Estado-Nación, y a su vez los primeros en llevarlos hacía las armas para poder eliminar al contrincante que se metiera entre sus intereses y con ayuda de los indígenas que pensando en que con esto se les daría mejores oportunidades u obtendrían un pedazo de tierra, (ha sido un problema que siempre los ha perseguido dado que las tierras generalmente les son arrebatadas para el sector privado).

Ahora bien dentro de las demandas estaban el cese de las prácticas comerciales que realizaban los alcaldes mayores y los corregidores conocidas como repartimientos, en perjuicio de las comunidades y contraviniendo las leyes además de las ordenanzas reales y en segundo término los pueblos reivindicaban el derecho a elegir libremente a las autoridades de sus “repúblicas” sin la intromisión de las autoridades provinciales además de que se parará con los cobros excesivos e indebidos, así como las imposiciones de multas arbitrarias, lo que desató una violenta reacción por parte de las autoridades contra los indígenas rebeldes.

Es imprescindible apuntar que la Nueva España atravesó un momento de crisis y cambios sustanciales que redimensionaron las condiciones estructurales de la vida, como bien lo apunta el autor Héctor Díaz  en su obra “El gran incendio, la rebelión de Tehuantepec” “la crisis demográfica que sufre el sector indio, las dificultades comerciales y la crisis financiera obligan a mitigar su control sobre la administración de las indias”. Por lo tanto en el contexto del Obispado de Oaxaca lleva a la explotación extra legal de los pueblos indígenas, lo cual evidentemente crea un ambiente hostil y genera el estallido de las rebeliones. Estos movimientos también obedecen al impacto que generan en la vida cotidiana.

El alcalde mayor de Tehuantepec bajo sus facultades políticas, administrativas y judiciales llevó a cabo los repartimientos comerciales a tiempos insoportables, además de que se exigían pagos puntuales en dinero o en especies de lo contrario había reprimendas en contra de caciques o principales.

Ahora bien los acontecimientos del 22 de marzo de 1660 donde miles de indígenas se encontraban congregados armados de palos y piedras atacaron las Casas Reales y las caballerizas incendiándolas, hartos de los abusos de las autoridades y en específico del Alcalde decidieron llevar a cabo su muerte junto con uno de sus criados que salió en su defensa.

Otras autoridades incluidos españoles y eclesiásticos se refugiaron en la iglesia uno de los padres dominicos logrando en lengua zapoteca calmar la furia de los indios que buscaban entrar al templo que los dejaran en paz para no penetrar en el templo sagrado, salvando sus vidas de manera casi milagrosa, por otro lado como era de esperarse la enardecida muchedumbre eligió sus propias autoridades y se disponía a cubrir los puntos estratégicos para su defensa. El movimiento se logró mantener durante más de un año en control con la región.

Como era de esperarse un movimiento como este tendría éxito en su momento siendo apoyado por otros pueblos vecinos. Es importante resaltar cuando los indígenas no estaban de acuerdo en algunas situaciones dejaban de pagar tributo y era una señal indirecta para rebelarse en contra, en este caso los repartimientos lo que hacía lógico que las autoridades lo tomaran como una rebelión directamente.

Esta no sería la única rebelión pues también en ese mismo año vino la de Ixtepeji y en la provincia de Nexapa donde también estaban luchando contra problemas no tan ajenos a los acontecidos en Tehuantepec como corrupción, despotismo, imposición de repartimientos, castigos a los indios, entre otras; las quejas iban directamente a un intérprete mixe que se las encargaba para realizar sus propios negocios de modo que entre más repartimientos más impuestos y a su vez mayores ganancias ilícitas, además de exigir un trato especial de “gran señor” todo esto bajo pena de azotes, cárcel o multas a quién no se dirigiese así al intérprete o autoridad.

Este es sólo uno de los múltiples ejemplos que hubo con respecto a las rebeliones indígena que hubo en la historia, sin embargo da cuenta de los abusos y el uso de la fuerza que a menudo cobraban vidas de la población indígena en su mayoría.