La victoria de Andrés Arauz como impulso a la integración latinoamericana
La victoria del candidato de la izquierda ecuatoriana terminaría de abrir las puertas de la integración latinoamericana, cerradas tras los golpes de estado durante los últimos once años.
A tan solo un mes y pocos días de celebrarse las próximas elecciones en Ecuador, la fórmula de izquierda, Arauz-Rabascall no deja de subir en las encuestas. El ‘binomio de la Esperanza’ se enfrenta a un modelo político y económico al que varios países de Latinoamérica se han resistido; políticas neoliberales que han situado a la región como una de las más desiguales del mundo.
Luego del golpismo que supuso el “cambio de ciclo”, la historia escribe nuevamente un retorno esperanzador al recuperar la democracia y el Estado de derecho. El triunfo de López Obrador en México, la vuelta del peronismo en Argentina, la victoria electoral del MAS boliviano, el Plebiscito Nacional en chile y la victoria del Gran Polo Patriótico en Venezuela, precisan el regreso de la izquierda latinoamericana. En Ecuador, tres claves geopolíticas abrirían la victoria de Arauz-Rabascall el próximo 7 de febrero.
Paralización del golpismo que supuso el “cambio de ciclo”
La caracterización de la situación latinoamericana-caribeña definida como “fin del ciclo progresista” aparece, más que como una lectura de la realidad, como una expresión de deseo y un intento de construcción de realidad de los sectores oligárquicos, sobre todo políticos y mediáticos, para intentar desalentar las luchas populares y dar crédito a los limitados liderazgos pro-capitalistas de la región.
Sin embargo, el rechazo popular al que se ha enfrentado esta forma de gobierno ha sido evidente en la región. La creciente migración, la corrupción del sistema político, la impunidad que lo acompaña, el masivo desempleo, la histórica perdida del poder adquisitivo, el descrédito de la clase política, la constante vulneración de derechos, y la pérdida de la soberanía no han pasado desapercibidos.
Los triunfos electorales de Andrés López Obrador en México, Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce en Bolivia, sumados a las fuertes protestas populares en contra de los gobiernos de Lenín Moreno en Ecuador y al “oasis” de Sebastián Piñera en Chile, modelo de las fórmulas neoliberales en la región, nos muestran que la coyuntura histórica pide el regreso de ‘la marea roja’, rechazando lo que en su momento fue el “cambio de ciclo”.
Integración regional
Este mismo fin del ciclo de gobiernos progresistas en América Latina frenó el proceso de profundización de la integración regional, sea por la producción de un vacío como en el caso de UNASUR o sea por una parálisis, como sucedió con la CELAC.
Los nuevos tiempos, sin embargo, advierten para Latinoamérica un nuevo viraje hacia la izquierda, lo que, además, abriría puertas a la tan anhelada integración regional y con ello la armonización de la economía local. La cohesión de la línea política en América latina será un importante muro de contención ante injerencias locales y extra-continentales que sujeta la derecha.
UNASUR, por ejemplo, fue una puerta al desarrollo, la misma que daría la oportunidad de cambiar la balanza de poderes en la región y en el mundo, otorgaría el tan anhelado poder de decisión en la arena internacional sobre temas que son importantes para la realidad común de la región.
El carácter contrahegemónico aparece también con claridad, aunque con cierta moderación, en la constitución del Grupo de Puebla. Cuando Celso Amorim habla de la búsqueda de cooperación entre nuestros pueblos a través del Grupo pone como finalidad “que podamos enfrentar lo que va a ser siempre la vocación de la potencia hegemónica a debilitar nuestros esfuerzos”.
La integración latinoamericana y caribeña y el rol de los distintos organismos y espacios de convergencia regional, como el Grupo de Puebla, CELAC, UNASUR, ALBA entre otras lo que pretenden es reforzar la democracia; combatir el lawfare; intercambiar experiencias en reforma agraria y pequeña agricultura, en combates contra el hambre y en educación; una comprensión conjunta e incluyente, no tan solo de la región sino también de la comunidad internacional.
Declaración de La Paz en favor de la democracia
Con el objetivo de defender la soberanía y democracia de los Estados de la región, líderes políticos de la izquierda latinoamericana y europea, suscribieron la “Declaración de La Paz en favor de la democracia y en contra de la ultraderecha”, un manifiesto anunciando que, “Hoy la democracia está amenazada y basta con analizar los acontecimientos políticos de los últimos meses en Bolivia”, país anfitrión de esta Declaración, “para constatar que la principal amenaza a la democracia y la paz social en el siglo XXI es el golpismo de la ultraderecha”.
En este sentido, los líderes firmantes del documento han expresado su irrestricto compromiso de trabajar conjuntamente “por la defensa de la democracia, la paz, los derechos humanos y la justicia social frente a la amenaza que representa el golpismo de la ultraderecha”. Esto como prueba de la continuidad integracionista de Latinoamérica, y con el fin de proteger a países hermanos que como Venezuela o Cuba han enfrentado una serie de medidas coercitivas y sanciones desestabilizadoras.
Dentro de estas nuevas dinámicas, además, han surgido liderazgos renovados, en Ecuador, el binomio Arauz-Rabascall busca renovar la democracia, defender los derechos humanos, y proteger la justicia social que en los últimos años ha sido fuertemente amenazada en el país.